Miguel Ángel Temprano es director de inversiones de Orfeo Capital.
El día 6 de noviembre se celebraron las elecciones de mitad de mandato en EE.UU. Estas elecciones han sido claramente diferentes a las celebradas en otras ocasiones, siempre a mitad del mandato presidencial. Y digo que han sido diferentes por quien está sentado al frente de la primera potencia mundial en todos los sentidos, el económico, el militar y sobre todo el de la influencia.
Los defensores y detractores de Trump han conferido a estas elecciones un carácter diferente al real. Le han conferido el carácter de plebiscitario. Tanto es así, que el mismo presidente se embarcó en una auténtica cruzada, visitando constantes ciudades a lo largo y ancho del país y de igual manera los demócratas embarcaron en esta labor al presidente Obama. Nunca y hasta ahora un expresidente se había embarcado en una labor parecida de esta manera. Ambos hechos certifican la implicación de ambas partes, demócratas y republicanos, en una movilización del voto con un claro fin adicional al real, de elegir senadores y/o congresistas, el de validar las controvertidas políticas del presidente Trump.
"Los defensores y detractores de Trump han conferido a estas elecciones un carácter diferente al real. Le han conferido el carácter de plebiscitario"
La movilización del voto no ha tenido comparación alguna en elecciones de mitad de mandato previas. El incremento de voto respecto a las anteriores ha sido de 12 puntos, es decir un 34% más de americanos salió a votar ese día. E incluso si las comparamos con las elecciones de mitad de mandato con más movilización, estas las han superado en más de ocho puntos. Todo lo anterior le confiere el carácter plebiscitario descrito.
Se ha dicho de manera reiterada que no ha sido una victoria republicana, pero tampoco una derrota. No comparto esa opinión. Creo que ha sido una rotunda derrota, sobre todo si se analizan los resultados en términos de elecciones presidenciales.
Trump ya perdió, y lo hizo de manera clara, las elecciones presidenciales de 2016. Perdió por más de tres millones de votos. Nunca un presidente ha ganado las elecciones perdiéndolas en voto popular por tal cantidad de votos. Trump gobierna gracias a un complejísimo sistema electoral americano, basado en asignar una serie de votos electorales a cada estado y que estos se los lleve al completo el ganador en dicho estado, sin que se repartan de manera proporcional a los votos emitidos por los electores.
Para el que no conoce este sistema, voy a poner un ejemplo. Al estado de Nueva York se le asignan 33 votos electorales de los 538 del colegio electoral, que se reparten entre los 50 estados de la Unión. Si un candidato obtiene un único voto más de los electores que el otro, los 33 votos electorales no se reparten a partes casi iguales, sino que el vencedor se lleva los 33. Parecerá injusto, pero es el sistema que se utiliza desde la fundación de la Unión. No sé si ahora tiene o no sentido, habrá opiniones de todos los gustos, pero en su momento tenía todo el sentido del mundo. Pues bien, gracias a este sistema de reparto de votos electorales Donald Trump llego a la Casa Blanca.
Por lo anterior no parece muy lógico que nos centremos para analizar los resultados electorales solo en si ha ganado o perdido el congreso o los 35 escaños de senador en juego. El voto popular lo ha perdido, pero es que ya lo perdió en el 2016. Creo que lo lógico es que hagamos una lectura en términos de si ahora mantendría o no el sillón de la Casa Blanca.
Si analizamos lo ocurrido en las últimas cinco elecciones presidenciales, es decir desde las celebradas en el año 2000, vemos que solo en 14 estados de los 50 que componen la Unión ha habido en alguna elección un cambio de color político. Dicho de otra manera, en 36 estados siempre ha ganado el candidato del mismo partido político, demócrata o republicano según el caso.
De esos 14 estados, tres de ellos han votado siempre demócrata, salvo en las tres últimas elecciones, que votaron republicano. Estos son, Pennsylvania, Michigan y Wisconsin. Tremp gano por una exigua mayoría de 1,15% en Pennsylvania, de un 0,78% en Wisconsin y de un 0,25% en Michigan. En Michigan la diferencia fue de 22.748 votos, un 15% de los votos que se otorgaron a otros candidatos outsiders. Estos tres estados otorgan 52 votos electorales, que, si Trump no los hubiera conseguido, habría perdido las elecciones.
Si vemos lo ocurrido en estos tres estados, la victoria demócrata en estas elecciones de mitad de mandato ha sido apabullante. Han ganado el Gobernador, el Senador y la suma de todos los votos emitidos en los distritos para el Congreso. Y han ganado por entre ocho y diez puntos de diferencia. Es decir, una victoria sin paliativos. Adicionalmente viendo el número de votos emitidos dentro de cada estado a cada una de estas elecciones, vemos que es muy similar, es decir, el votante de un partido ha votado mayoritariamente a los representantes de ese partido, sin distinguir de clara manera por los nombres. Esta es otra demostración del carácter plebiscitario que los votantes también han conferido a las elecciones del 2018.
Cierto es, que a pesar de todo el porcentaje de voto emitido en las ultimas presidenciales fue mayor que en estas, pero si la movilización continua en las próximas presidenciales del 2020, y el porcentaje de voto se incrementa hasta el emitido en las anteriores elecciones presidenciales, el candidato demócrata solo necesitará uno de cada tres nuevos votos emitidos para ganar en estos tres estados. Esto llevará a ganar las elecciones a los demócratas, y eso a pesar de que sigan perdiendo estados críticos como Florida u Ohio.
A los republicanos solo les valdría recuperar estados que, a pesar de haber votado demócrata en las últimas elecciones a Presidente, en algún momento hubieran votado por el candidato republicano, como Nuevo México, Virginia, Colorado o Nevada, pero los resultados de estas últimas elecciones no anticipan nada de eso.
Pues bien, ¿qué les falta a los demócratas? Solo un candidato que no cause más rechazo que aceptación, como ocurrió con Hilary Clinton en las pasadas elecciones. En estas elecciones las mujeres han votado un 20% más demócrata que en el las que gano Trump, y eso a pesar de que la candidata era una mujer.
"A los demócratas sólo un candidato que no cause más rechazo que aceptación, como ocurrió con Hilary Clinton"
Otro dato que deben tener muy en cuenta los demócratas es que su candidato no sea muy radical de izquierdas, aunque esa radicalidad sea entendida en términos americanos. Esa radicalidad llevaría a que Trump volviera a ganar con seguridad. Y ese candidato se llama Bernie Sanders.
Pero los demócratas no deben rebuscar mucho. Tienen en sus filas el candidato ideal. Conocido, moderado, con experiencia y aceptación. El Vicepresidente con Barack Obama, Joe Biden. Biden no se presentó a las elecciones dado el reciente fallecimiento de su esposa, pero ahora se está dejando querer y puede ser el caballo blanco del partido del asno.
¿Y que esperar de Trump en estos dos años? A mi entender más radicalidad en sus posturas. Los demócratas le van a atacar en toda su línea de flotación con comisiones constantes desde el Congreso. Y además le van a coartar la gran mayoría de las medidas que querría tomar. Esto junto con su carácter irascible e impredecible y con lo que creo que va a ser una lectura de petición por parte de los electores de más radicalidad, nos va a conducir a ver un Trump en su parte más beligerante.