El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) ha confirmado lo que algunos ya veníamos anticipando: Argentina ha registrado un crecimiento económico extraordinario durante el tercer trimestre de 2024. Un incremento del PIB intertrimestral del 3,9%, equivalente a un crecimiento anualizado de más del 16%: algo que deja el nivel de actividad del tercer trimestre de 2024 al mismo nivel que en el cuarto trimestre de 2023, el último antes de la llegada de Milei.
Estos datos no solo superan ampliamente las previsiones más optimistas, como la de JP Morgan que situaba el crecimiento intertrimestral en un 2,1%, sino que también pone de manifiesto la solidez de las reformas económicas recientes. El dinamismo de la economía argentina en este período se explica por el comportamiento de dos variables clave: el consumo privado y la inversión.
El consumo privado creció un 4,6% respecto al trimestre anterior, desafiando la narrativa de algunos economistas que atribuían la desinflación en curso a una contracción de la demanda. Por el contrario, los datos muestran que el gasto de los hogares aumenta de manera robusta al mismo tiempo que la inflación sigue cayendo.
Recordemos que la tasa de inflación intermensual pasó del 4,6% en junio al 3,5% en septiembre, consolidando una tendencia descendente que en noviembre situó la inflación en apenas un 2,4%. Como decimos, esto refuta la idea de que una menor presión inflacionaria es incompatible con un repunte del consumo. La clave de esta desinflación no radica en una caída del poder adquisitivo de los ciudadanos (el cual lleva meses recuperándose), sino en el saneamiento fiscal y monetario que ha devuelto estabilidad a la economía.
Los críticos que vinculaban la desinflación con un colapso del consumo deberán, pues, replantear sus teorías. Si esta correlación fuera cierta, el fuerte aumento del gasto en el tercer trimestre debería haber reactivado la espiral inflacionaria, pero ha sucedido lo contrario: la inflación ha seguido descendiendo.
“La economía argentina crece sin la ayuda de políticas artificiales de expansión, la estabilización fiscal y la monetaria refuerzan la sostenibilidad de este crecimiento”
Aún más impresionante que el dato es consumo es el desempeño de la inversión, que creció un 12% frente al trimestre anterior. La formación bruta de capital fijo es clave para la prosperidad futura: más inversión es más acumulación de capital, más acumulación de capital es más productividad y más productividad son mayores salarios reales.
Pero es que, además, el fuerte aumento de la inversión constata una mejora en la confianza de los agentes económicos. No en vano, esta confianza también se ve reflejada en la significativa caída del riesgo-país, que perforó los 700 puntos básicos, alcanzando niveles no vistos desde 2019.
La relación entre la disminución del riesgo-país y el crecimiento económico subraya la importancia de un marco macroeconómico estable y saneado. Porque, aunque es cierto que parte del crecimiento económico actual puede interpretarse como un rebote tras los niveles deprimidos de la actividad económica en trimestres anteriores, a diferencia de las épocas recientes, este repunte está ocurriendo sobre bases económicas mucho más sólidas.
La economía argentina, por primera vez en años, está creciendo sin la ayuda de políticas artificiales de expansión. La estabilización fiscal y la monetaria refuerzan de forma conjunta la sostenibilidad de este crecimiento saludable. En suma, los resultados del tercer trimestre de 2024 refuerzan la viabilidad de una agenda reformista argentina basada en el rigor fiscal y en la estabilidad monetaria.
Si esta tendencia se consolida en los próximos años, Argentina podrá convertirse en un modelo global de cómo superar crisis estructurales a través de políticas liberales. Frente al caos de las políticas de estímulo ilimitado, Argentina demuestra que la libertad económica y el equilibrio fiscal son el camino hacia un crecimiento genuino y sostenible.
