Opinión

Ciberseguridad en el sector aeroespacial y de defensa: reto y oportunidad
Jesús Ruiz Garnica
Doctor en Telecomunicación, gestor de Proyecto en la Cátedra de Ciberseguridad INCIBE-UPV

Ciberseguridad en el sector aeroespacial y de defensa: reto y oportunidad

Con el lanzamiento del SpainSAT NG–2 el pasado mes de octubre, la mirada se nos ha quedado fija en la potencia de un sector que vuela muy alto: el aeroespacial, que en unión con el de la defensa, nos está dejando una estela de talento español que brilla, y mucho, en ese ámbito. Y esto -de alguna manera- es así porque ambos sectores han sabido aceptar los retos y sacar de ellos una oportunidad.

Con la puesta en órbita de este segundo satélite de defensa, se ha completado el programa SpainSAT NG, convirtiéndose en el sistema de comunicaciones más avanzado de Europa en este contexto. Y esto lo ha conseguido gracias a una carga útil concebida desde el principio para operar en escenarios de amenaza tecnológica constante, procurando comunicaciones seguras, con un sistema de antenas activas capaces de eliminar y geolocalizar intentos de interferencia y con protección contra pulsos electromagnéticos en órbita, entre otras muchas tecnologías de vanguardia.

En este ámbito de guerra electrónica, es fácil pensar en lo evidente que resulta tomar medidas de ciberseguridad, pero éstas han de estar presentes a todos los niveles, desde la academia a la industria; y desde las microempresas hasta las grandes corporaciones. Como es bien conocido, la fortaleza de una cadena se mide por la de su eslabón más débil, y esa responsabilidad no debiera recaer en nosotros.

En el sector aeroespacial, que se encuentra muy próximo al de la defensa, se manejan datos muy sensibles que han de ser protegidos frente a aquellos intereses maliciosos que nos acechan, como el espionaje, con fines industriales (competencia), económicos (secuestro para solicitar rescates) o estratégicos (de interés para los gobiernos). En estos sistemas IT (Tecnologías de la Información, por sus siglas en inglés), encontramos también bases de datos de clientes, software, redes y servidores, otrora accesorios, pero ahora, esenciales.

Por su parte –y de forma actualmente inseparable- el entorno OT (tecnología operacional, por sus siglas en inglés) es también objetivo para los malos de esta película. Los dispositivos IoT (Internet de las Cosas, por sus siglas en inglés) prometen invadir toda la industria -si no lo han hecho prácticamente ya- y una vulnerabilidad en el sistema de sensores -por ejemplo- puede poner una línea de producción en peligro, con grandes pérdidas económicas que afecten a toda la cadena de suministro e incluso, a la subsistencia misma de las compañías afectadas.

Si fijamos, de nuevo, la mirada en las aplicaciones aeroespaciales concretas -con tecnología dual evidente- vemos claramente lo imperativo del asunto: el uso de drones, satélites y telecomunicaciones -o la combinación de todo ello- en las redes NTN (no terrestres, por sus siglas en inglés) deja un escenario claro: la ciberseguridad no es una opción.

El uso de drones, satélites y telecomunicaciones -o la combinación de todo ello- en las redes no terrestres (NTN) deja un escenario claro: la ciberseguridad no es una opción

Con todo lo anterior bien pareciera que lo que nos atañe es otro gasto asociado -e insisto, necesario- a la gestión empresarial. Pero la ciberseguridad es además una inversión, una oportunidad de progreso en un sector muy impulsado y en constante crecimiento. Con la llegada de la directiva europea NIS2, cualquier empresa que quiera unirse a este apasionante -y, dicho sea de paso, rentable- sector en alguno de los eslabones de la cadena deberá tener un nivel de madurez en ciberseguridad suficiente. Actualmente, tenemos certificaciones como la ISO 27001 y el ENS (Esquema Nacional de Seguridad) que nos ponen en buen camino para ello.

La primera de ellas proporciona a las empresas una guía para la implementación, mantenimiento y mejora continua de un sistema de gestión de la seguridad de la información (SGSI) cuyo cumplimiento certifica que dicho sistema respeta las mejores prácticas y principios establecidos en esta norma internacional. Por su parte, el ENS tiene por objeto la seguridad en la utilización de los medios electrónicos usados por la Administración, siendo una ineludible puerta de entrada para las licitaciones en este ámbito.

El futuro es muy oscuro, como decía Antonio Molina, pero si lo pintamos de estrellas, cambia la cosa, y mucho. ¿No cree? Per Aspera ad Astra.

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