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Opinión

Carolina Hernández
Carolina Hernández
CEO Identidad Organizacional

La fuerza centrífuga de una cultura empresarial sólida

“Seleccionar y desarrollar líderes que compartan el propósito y estén alineados con los valores favorecerá que los mensajes se trasladen de manera adecuada”, sintetiza Carolina Hernández

Existen dos tipos de culturas en las organizaciones: las sólidas y las débiles. Una cultura organizacional es débil cuando la estructura no está lo suficientemente alineada y carece de un horizonte claro al que dirigirse. En este caso, existen, dentro de la organización, fuerzas opuestas que restan eficiencia y rentabilidad a la empresa.

Sin embargo, cuando la cultura está consolidada a lo largo y ancho de la organización, ejerce una fuerza centrífuga que provoca que las personas que entran a formar parte de esa estructura y no se alineen con ella, salgan expelidas de manera orgánica por esa fuerza centrífuga que permanece en funcionamiento. De la misma manera, esa fuerza es muy útil en la fidelización del talento que está alineado con los valores de la organización y que, en cuanto se detecta, comienza a fluir con naturalidad.

¿Cómo construir una cultura sólida?

La construcción de una cultura organizacional sólida es un proceso deliberado y continuo, en el que la implicación de los colaboradores es absolutamente fundamental para el mantenimiento, a largo plazo, de esa cultura. No existe la posibilidad de crear una cultura sólida si el ecosistema humano de la organización no es conocedor de la misión y el propósito de la compañía y no existe alineación en los valores. Esta primera parte de definición o revisión de valores y misión es la más relevante en el proceso de construcción de esa cultura sólida.

A lo largo de todo este proceso, debe reinar la comunicación clara y transparente que involucre a todas las personas de la organización en la integración del propósito y los valores de la compañía. Es necesario reforzar constantemente estos mensajes hasta que sean compartidos a lo largo y ancho de la organización.

La coherencia es otro aspecto fundamental en la construcción de una cultura organizacional sólida, puesto que aquello que se define debe estar perfectamente alineado con las acciones de la organización, potenciando, de esta manera, los mensajes previamente definidos.

Seleccionar y desarrollar líderes que compartan el propósito y tengan alineación con los valores favorecerá que los mensajes se trasladen de la manera adecuada y desarrollarán procesos que fortalecerán aún más esa cultura. La formación continua, el establecimiento de objetivos y una evaluación con reajustes constantes facilitarán la consecución de los hitos establecidos.

¿Cuáles son los beneficios de una cultura sólida en la actualidad?

El primer beneficio directo de una cultura organizacional sólida es la identificación y el compromiso de las personas con el proyecto de la organización. Las generaciones actuales tienen mucho más en cuenta los aspectos relacionados con el propósito, lo que deriva a un segundo beneficio que será la fidelización del talento, algo fundamental en el momento actual en el que el talento escasea o se marcha fuera.

Por otro lado, la toma de decisiones se simplifica en una cultura sólida, puesto que la coherencia con el propósito va a ser la guía de esa decisión, siempre alineada con los valores compartidos. Esto es especialmente importante en lo que respecta a la agilidad para resolver situaciones más o menos complejas.

Por último, la fuerza centrífuga que provoca una cultura sólida actúa como cohesionadora de los equipos de la organización. Los colaboradores que tienen un propósito común y que comparten valores y objetivos comunes tienden a atraerse entre sí, formando equipos más fuertes y colaborativos y alejan a aquellas personas que no se ajustan a la cultura de manera orgánica y natural.

Una cultura sólida genera, en definitiva, una dinámica interna que atrae, fideliza y alinea el ecosistema humano, mientras actúa para mantener la cohesión y la identidad cultural de la organización. Tan sólo hace falta tener claro que la empresa tiene un propósito y desarrollar las acciones y la paciencia necesarias para realizar una exitosa implementación. Los resultados merecen la pena.

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