El mercado, que es sabio y que siempre anticipa lo que puede suceder, ya considera a Francia más ‘débil’ desde la óptica de la gestión presupuestaria y la estabilidad financiera que España. Ambos son países políticamente muy fragmentados, fuertemente endeudados y con un reto muy difícil en materia de gestión migratoria -más en el estado vecino, aunque crecientemente preocupante en nuestro país-, pero la economía española ofrece mayor seguridad que la gala en cuanto a la expectativa de cumplimiento de los objetivos de déficit público.
El interés del bono galo a diez años, que evoluciona a la inversa de la percepción sobre la capacidad del estado emisor de pagar sus obligaciones, llegó a cotizar al cierre de esta edición por encima del español (2,98% frente a 2,94%, según datos de Bloomberg). Este ‘sorpasso’ en el coste del pasivo estatal no sucedía desde 2008, en la ‘recta’ final de la burbuja inmobiliaria que estalló y condenó a los bancos y, por extensión, a los propios estados. Todavía la seguimos pagando, de hecho, y en España tenemos hoy 1,2 billones de euros más de deuda que entonces.
Ahora, el mercado, en esencia, cree que Francia tampoco será capaz de cumplir el objetivo de déficit del 3% del PIB este año -el año pasado cerró en el 5,5%, casi el doble, frente al 3,6% de España-. La diferencia es que los inversores tienen menos dudas de que nuestro país sí podría conseguirlo, a pesar del ‘agujero’ de las autonomías -un 18% más grande hasta junio- y de que el coste en intereses de la deuda pública romperá este año su récord histórico en términos absolutos. Superará, con relativa facilidad, los 40.000 millones de euros.
De hecho, las comunidades ya pagan un 23% más que el año pasado por este capítulo, y al Estado central ya le cuesta un 12,7% adicional, según los datos hasta junio. El año pasado, el conjunto de las Administraciones Públicas desembolsaron casi 36.000 millones de euros por el coste de la deuda, y este año, solo hasta mitad de año y sin las corporaciones locales, los intereses ya habían absorbido más de 2.000 millones extra.
"Los inversores no confían en la capacidad de Francia para cumplir con el objetivo de déficit
y los días de ‘vino y rosas’ se viven en España"
En este contexto, una posible nueva rebaja del rating galo por parte de las agencias de calificación -ya hubo una a finales de mayo, desde ‘AA’ hasta ‘AA-’, por parte de S&P- podría ser la ‘puntilla’ que condene al Gobierno francés a aprobar recortes de gasto. La Comisión Europea ha iniciado un procedimiento de déficit excesivo contra Francia, que podría endurecer sus exigencias de ajuste en partidas ‘estructurales’ como las pensiones o el gasto en funcionarios del Estado.
Así sucedió en España durante los años duros de la crisis de deuda y el rescate de las cajas de ahorros, pero a este lado de los Pirineos nos hemos acostumbrado en los últimos meses a vivir días de ‘vino y rosas’. La bonanza económica se traduce en aumentos casi semanales en las previsiones de crecimiento por parte de todos los organismos que ‘vigilan’ la economía española, y esto puede llevar a una relajación en materia de gasto que ya estamos viendo en muchas áreas de la Administración.
La economía española ya está más cerca de crecer un 3% que un 2,5%, aunque la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) es incluso más optimista y ‘pronostica’ que el PIB será de 1,55 billones (un 6% más). Esa, al menos, es la cifra que utiliza para sus estadísticas el organismo dependiente del Ministerio de Hacienda. La ‘china en el zapato’ del Gobierno de coalición es la deuda pública, que aumenta sin parar, aunque lo haga a un ritmo inferior al del PIB. Si alguien dice que el estado español está hoy menos endeudado que hace un año, miente.