Corren tiempos de gurús, influencers, sabios repletos de manuales y manuales repletos de sabiduría. Aplicaciones, herramientas, procedimientos, protocolos, procesos, páginas llenas de muros, muros llenos de fotos… Son tiempos de vídeos, podcasts y formatos. Y, entre tanto y tanto, va corriendo el tiempo.
Ese mago que pasa sin balde, corriendo años y días, llenándonos de aprendizajes de vida. Y es aquí donde a está humilde socióloga, aprendiz inquieta no experta, le gustaría detener el tiempo. Y dedicaré este artículo al maestro más incansable de la historia: el ‘tiempo’.
En su sabiduría silenciosa, nos enseña lecciones invaluables a través de experiencias que marcan nuestras vidas personales y profesionales. Entre 2020 y 2024, hemos asistido a un verdadero máster en aprendizaje, un período que ha redefinido nuestras expectativas y formas de entender el trabajo, el valor del tiempo y la vida misma.
El 2020 nos sorprendió con una pandemia que sacudió los cimientos de la sociedad y la economía global. Empresas de todos los tamaños se vieron obligadas a adaptarse rápidamente a una realidad desconocida. El confinamiento, el teletrabajo y la incertidumbre económica fueron nuevos elementos que transformaron nuestra forma de trabajar y vivir. En esos momentos de crisis, el tiempo se convirtió en un aliado crucial. Nos mostró la importancia de la resiliencia y la capacidad de adaptación, enseñándonos que la flexibilidad es esencial para la supervivencia y el éxito.
Las organizaciones tuvieron que replantearse sus estrategias y prioridades. La salud mental y el bienestar de los empleados, temas que solían estar en un segundo plano, pasaron a ocupar un lugar central en la gestión empresarial. Las empresas aprendieron que cuidar de su gente no es solo una cuestión ética, sino una inversión en su propio futuro. Los líderes comenzaron a entender que el valor del tiempo de sus empleados es incalculable y que un entorno de trabajo saludable y equilibrado es fundamental para la productividad y la satisfacción laboral.
"El éxito empresarial no se mide solo en términos financieros, sino en la calidad de vida que podemos ofrecer a quienes forman parte de nuestra organización"
El teletrabajo, que para muchos era una opción lejana, se convirtió en una realidad cotidiana. Esta modalidad nos enseñó que el tiempo no necesariamente debe ser medido en horas de oficina, sino en la calidad del trabajo y los resultados obtenidos. La flexibilidad horaria y la posibilidad de conciliar la vida laboral con la personal se volvieron esenciales. Esta nueva forma de trabajar, impulsada por la tecnología, nos mostró que el tiempo puede ser un recurso mucho más valioso cuando se gestiona con inteligencia y empatía.
A medida que avanzábamos hacia la recuperación, el 2021 y el 2022 trajeron consigo nuevos retos y oportunidades. Las empresas comenzaron a explorar modelos híbridos de trabajo, combinando lo mejor del trabajo presencial y remoto. Aprendimos que la colaboración y la creatividad no dependen de la proximidad física, sino de la conexión y el compromiso de los equipos. El tiempo nos enseñó a valorar la autonomía y la confianza como pilares de una cultura organizacional fuerte y dinámica.
2023 y 2024 han sido años de consolidación y crecimiento. Hemos visto cómo la digitalización y la innovación tecnológica se han acelerado, abriendo nuevas puertas y posibilidades. Sin embargo, también hemos aprendido a no olvidar las lecciones del pasado reciente. El tiempo nos ha mostrado que el cambio es la única constante y que la capacidad de aprender y evolucionar es fundamental para mantenerse relevante en un mundo en constante transformación.
En estos años, hemos descubierto que el tiempo es, en efecto, el mejor profesor. Nos ha enseñado a ser más humanos en nuestras relaciones laborales, a valorar el bienestar y la felicidad de las personas y a entender que el éxito empresarial no se mide solo en términos financieros, sino en la calidad de vida que podemos ofrecer a quienes forman parte de nuestra organización.
El tiempo nos ha mostrado que, aunque no podamos controlarlo, sí podemos aprender a navegar sus olas con sabiduría y compasión. Así que hagámosle caso para aprender del mayor maestro de todos los tiempos. Entre otras cosas, al menos, que no pase en balde.