Opinión

La libertad como motor del crecimiento moderno
Juan Ramón Rallo
Doctor en Economía. Profesor en la Universidad Francisco Marroquín, en el centro de estudios OMMA, en IE University y en IE Business School

La destrucción creativa de la IA

En economía llamamos destrucción creativa al proceso por el cual la innovación desplaza -y, a veces, aniquila- viejos modelos de negocio. Es la ley darwiniana del capitalismo de libre mercado: la competencia impulsa la aparición de nuevos sectores que devoran a los antiguos. Ocurrió con la Revolución Industrial, con la electricidad, con Internet… y ahora estamos viendo cómo la inteligencia artificial (IA) se prepara para repetir la jugada.

La historia reciente ofrece un ejemplo claro: a finales de los noventa, Internet barrió con buena parte de la vieja economía, sustituyendo intermediarios, hundiendo negocios obsoletos y multiplicando las posibilidades para los consumidores. La IA va camino de hacer lo mismo, quizá con un alcance aún mayor. Y lo hará incluso si su progreso tecnológico se ralentiza drásticamente.

Porque el potencial disruptivo de la IA no reside solo en lo que podría llegar a hacer, sino en lo que ya hace. La mayoría de las empresas y particulares ni siquiera ha explotado al máximo las herramientas actuales. A medida que lo hagan, sustituirán a muchos proveedores tradicionales. Y cuando eso suceda, la consecuencia será un proceso de destrucción creativa tan profundo como imparable.

Si en algún momento alcanzamos una IA general, la disrupción no afectará solo a 26 compañías de la bolsa de EEUU, sino al conjunto de la economía

La bolsa ya empieza a descontar ese cambio. Bank of America ha identificado una cartera de 26 compañías “en riesgo por la IA”. Hasta mayo, estas empresas y el S&P 500 se movían a la par. Pero, desde entonces, la brecha se ha abierto: el índice general está un 56% por encima de su nivel de noviembre de 2022; la cartera, apenas un 18%. Treinta y ocho puntos de diferencia en poco más de un año y medio.

No es casualidad. Los inversores anticipan que la IA morderá la rentabilidad -y en algunos casos, la viabilidad- de estas compañías. Veamos algunos ejemplos. Wix.com ofrece herramientas para crear y gestionar páginas web, pero hoy, basta describir el sitio que queremos en un generador de IA para obtenerlo en minutos. No tendrá aún el nivel de personalización de Wix, pero la brecha se estrecha.

Shutterstock vive de vender licencias de imágenes y vídeos. Con la IA, cualquier usuario puede producir en segundos material visual de calidad profesional. La propuesta de pagar por un banco de imágenes pierde sentido cuando puedes generarlas desde cero. Adobe, con productos estrella como Photoshop, sufre un dilema similar: si la IA permite diseñar y retocar con simples instrucciones de texto, parte de su ventaja competitiva se evapora.

ManPowerGroup intermedia en el mercado laboral, conectando empresas con profesionales. Pero si un algoritmo analiza CVs y ofertas con más precisión y menor coste, ¿quién pagará comisiones elevadas por un trabajo que la IA hace mejor y más rápido? Gartner, consultora de referencia en investigación y asesoría tecnológica, se enfrenta a un riesgo similar: una IA que analice datos internos de la empresa y ofrezca recomendaciones personalizadas, en tiempo real y a bajo coste, amenaza con sustituir informes y consultorías costosas.

Salesforce, gigante de la gestión de relaciones con clientes, también puede ver erosionado su negocio si la IA automatiza marketing, análisis de ventas y atención al cliente sin necesidad de licencias millonarias. Estos casos ilustran el patrón: sectores enteros que hoy parecen sólidos pueden desmoronarse cuando la IA les quite su ventaja diferencial. No hablamos de ciencia ficción, sino de capacidades ya presentes en las herramientas actuales.

Para el consumidor, el efecto es claro: más calidad, menor precio y más opciones. Para las empresas, el mensaje también lo es: adaptarse o morir. La IA fuerza a innovar, recortar costes y mejorar la propuesta de valor. Quien no lo haga, quedará fuera del mercado. Y esto es solo el principio. Si en algún momento alcanzamos una IA general -capaz de realizar cualquier tarea intelectual humana- la disrupción no afectará a 26 compañías de la bolsa estadounidense, sino al conjunto entero de la economía. No quedará un solo sector inmune.

En suma, la destrucción creativa es, para muchos, una amenaza. Para el capitalismo, es su mecanismo de progreso. La IA podría llegar a acelerar ese mecanismo como pocas veces hemos visto. Las empresas que sobrevivan serán más eficientes e innovadoras y estarán más enfocadas en el cliente. Las que no, se unirán a la larga lista de negocios que la historia dejó atrás.

Únete a nuestra Newsletter

A través de nuestra Newsletter con Capital te hacemos llegar lo más importante que ocurre en el mundo de la #economía, los #negocios, las #empresas, etc… Desde las últimas noticias hasta un resumen con toda la información más relevante al final del día, con toda comodidad.