Opinión

Mariella Graziano
Mariella Graziano
Directora de Estrategia y Desarrollo de Negocio de Ciencia, Exploración y Transporte Espacial en GMV

La sostenibilidad, eje de la nueva economía espacial

El espacio se ha convertido en un entorno invisible pero vital para la vida en la Tierra. Cada día dependemos más de las misiones espaciales para desplazarnos, comunicarnos, realizar transacciones financieras, hacer seguimiento de los cultivos o anticipar fenómenos meteorológicos. Sin embargo, ese crecimiento exponencial plantea un desafío que no podemos obviar: necesitamos garantizar que la expansión de la economía espacial sea sostenible. No hablamos de un ideal abstracto, sino de una condición imprescindible para que esta nueva frontera continúe siendo accesible, segura y rentable a largo plazo.

Hoy orbitan alrededor de nuestro planeta más de 11.000 satélites y cerca de 50.000 desechos rastreables de un tamaño superior a 10 cm provenientes, entre otros motivos, de restos de lanzamientos, fracasos de misiones y colisiones en vuelo, a los que se suman millones de fragmentos más pequeños que viajan a velocidades superiores a 28.000 km/h. Basta imaginar el impacto que una colisión puede tener sobre una infraestructura crítica de comunicaciones o de observación de la Tierra para comprender la magnitud del riesgo.

La madurez de la tecnología espacial junto al auge de las ‘megaconstelaciones’ ha democratizado el acceso al espacio, pero también plantea riesgos de congestión y de tensiones competitivas que pueden comprometer su sostenibilidad y limitar el acceso futuro. La ausencia de un marco regulatorio global aumenta la incertidumbre y subraya la necesidad de avanzar hacia reglas comunes que garanticen la sostenibilidad a futuro.

"El reto no consiste en conquistar el espacio, sino en aprender a habitarlo con responsabilidad, preservando su potencial para las generaciones futuras”

La sostenibilidad espacial exige actuar en varias dimensiones. En el plano tecnológico, implica diseñar satélites más eficientes y modulares, desarrollar lanzadores reutilizables, apostar por propulsores no tóxicos y materiales reciclables. También supone integrar nuevas capacidades de servicio en órbita (vigilancia, repostaje, mantenimiento, reentrada controlada, montaje de infraestructuras, etc.) que preserven y prolonguen la vida útil de los satélites, eliminen residuos existentes, y que sirvan para reducir el alto número de objetos sin control. En el ámbito normativo, cobra cada vez más importancia avanzar hacia reglas comunes a nivel global que garanticen un acceso equitativo, transparente y responsable al espacio, preservándolo como un patrimonio compartido por toda la humanidad. Por último, en el plano económico, se requieren modelos de negocio capaces de equilibrar innovación y viabilidad, apoyados en marcos regulatorios estables y en una cooperación público-privada sólida que minimice los riesgos operativos.

La sostenibilidad espacial tiene además una dimensión ética y medioambiental más amplia. No se trata únicamente de preservar las órbitas terrestres, sino de evitar que la expansión hacia la Luna, Marte u otros cuerpos celestes repita los errores cometidos en la Tierra. La explotación de recursos extraterrestres, la protección de entornos planetarios o la gobernanza de nuevas actividades comerciales exigirán un compromiso global con prácticas responsables y con una ética compartida que trascienda fronteras.

Europa tiene ante sí una oportunidad única para liderar este nuevo paradigma. La combinación de innovación tecnológica, inversión a largo plazo y gobernanza responsable puede situar al continente en el centro de la economía espacial sostenible. Empresas como GMV están ya contribuyendo a ese liderazgo con soluciones en la gestión del tráfico espacial, el conocimiento de la situación espacial, la mitigación activa de basura, los servicios en órbita y la ciberseguridad. Pero su contribución va más allá del soporte tecnológico, apostando en la aplicación de estándares abiertos, fomentando la cooperación multilateral e impulsando el desarrollo de talento. Sin capital humano cualificado no es posible sostener la innovación ni garantizar la sostenibilidad del ecosistema espacial.

El futuro del espacio no se definirá únicamente por la evolución de la tecnología, sino más bien por las decisiones colectivas que tomemos hoy. Sostenibilidad, seguridad y resiliencia no son dimensiones aisladas, sino ejes interdependientes que garantizan que el espacio siga siendo un entorno viable, compartido y al servicio del progreso humano. En este sentido, el reto no consiste en conquistar el espacio, sino en aprender a habitarlo con responsabilidad, preservando su potencial para las generaciones futuras.

Únete a nuestra Newsletter

A través de nuestra Newsletter con Capital te hacemos llegar lo más importante que ocurre en el mundo de la #economía, los #negocios, las #empresas, etc… Desde las últimas noticias hasta un resumen con toda la información más relevante al final del día, con toda comodidad.