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Opinión

Trenes rigurosamente averiados
Gonzálo Núñez
Periodista

Nunca fue tan barato ser rico

En los 90, cuando los socialistas cambiaron a prisa la pana por el traje confección y descubrieron que al dinero es mejor tenerlo cerca que espantarlo, Carlos Solchaga, a la sazón ministro de Economía, dijo aquello de que “España es el país en el que más fácil es hacerse rico en menos tiempo”.

La frase de Solchaga es tan de su tiempo que suena a indecencia, sino a apología del pelotazo, pero entonces tenía un sentido optimista que se nos escapa. Venía a ser un aval de los viejos socialistas que crecieron proclamando su odio furibundo al capital para que cesaran las hostilidades y los recelos con el dinero, nuestro nuevo very best friend.

Estaba pensando en la divertida ironía de la frase de Solchaga si se la contrasta con los tiempos que corren, unas tres décadas después. Resulta que el concepto es inamovible: España sigue siendo el país en el que más fácil es hacerse rico. Lo único que ha cambiado es qué es ser rico, cuál es el umbral de riqueza. Y eso lo cambia todo.

El baremo de riqueza es ya tan bajo en España que cualquiera puede ser rico. Por ejemplo, si usted gana más de 30.000 euros ya está entre el 20% más rico del país; si, en cambio, gana más de 45.000 euros se coloca de un plumazo entre el 10% más rico. En la misma liga que Amancio Ortega.

Cualquiera con un mínimo sentido de la realidad y noción del coste de la vida sabe que con 30.000 o 40.000 euros tampoco da para vivir con mucha holgura, así que resulta que los ricos en España son también pobres. Unos pobres afortunados, eso sí. En el país de los ciegos… ¿Qué se puede hacer con 40.000 euros en las grandes capitales, donde vive el mayor número de trabajadores y donde se concentra el empleo, con alquileres por las nubes y todos los gastos necesarios para vivir aquejados aún por la inflación? Se puede vivir, sin duda, que ya es algo comparado con quien hace malabares con un sueldo de 18.000 euros, pero no se puede vivir a ‘tutiplén’ precisamente, menos aún si se paga una hipoteca y se tiene hijos.

"Mucha gente aboga por laminar hasta la depauperación a quien gane por encima de la media en lugar de generar condiciones para que la media suba"

Pero hay algo peor que “lo barato que sale ser rico en España” y es la corriente de descrédito, cuando no sospecha, que se ha generado con la idea de ganar dinero, sea mucho o sea menos. Todo tira a la baja, en un pérfido conformismo, y se piden cuentas casi acusatorias al que escapa de la debacle en lugar de buscar el modo de que nos proyectemos todos hacia arriba y empecemos a converger con los sueldos de nuestro entorno. Con 40.000 euros un alemán no tiene ni para empezar el mes.

En España, donde dicen que la economía va como un ‘cohete’, mucha gente aboga por laminar hasta la depauperación a quien gane por encima de la media en lugar de generar condiciones para que la media suba, que es básicamente lo que sucedió en aquellos años posteriores a la proclama del socialista Solchaga, con todos los claroscuros que quieran añadir.

En épocas de contracción, y ésta lo es por más que digan -lo es porque el premio es ya tener trabajo, no importa si por ‘dos duros’-, se alzan sospechas sobre el bolsillo del vecino, una disciplina que en España siempre ha sido olímpica. Los países que medran no son quienes redistribuyen a la baja, sino quienes lo hacen al alza, pero eso es algo que atañe a la psicología y la sociología de un país y una sociedad concreta. En España, desde hace unos años, tener dinero es una indecencia, incluso aunque solo sean 30.000 euros anuales.

Está claro que siempre nos molestará el dinero ajeno, pero que una persona tenga casi que pedir perdón por ganar un sueldo que en muchos lugares de Europa es bajo es síntoma de declive. 

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