El reemplazo en la cúpula de Nissan en favor del mexicano Iván Espinosa, actual director de Planificación, tras la dimisión forzada del CEO Makoto Uchida, tuvo como detonante definitivo la ruptura de las negociaciones entre la citada marca y Honda para fusionarse. En menos de dos meses, saltó por los aires la posibilidad de crear para 2026 el tercer grupo global por ventas.
Nissan partía de una situación de inferioridad, fuertemente endeudada, hasta el punto de que los planes pasaban por reducir sus operaciones en un 20%, contemplando el cierre de líneas de producción, quizás de plantas enteras, y la eliminación de 9.000 puestos de trabajo. En este escenario, Honda pretendía convertir a Nissan en su subsidiaria tras la fusión, motivo por el que se rompieron las negociaciones.
Las vacas flacas vienen de lejos, bien lo sabemos en España. De hecho, mentiría si negara que uno de los principales recuerdos que me vienen a la cabeza cuando pienso en Uchida es del 28 de mayo de 2020, cuando la multinacional anunció el desagradable cierre de la factoría de Nissan Barcelona, dejando en el aire el futuro de un equipo ultra cualificado y cientos de millones de euros de inversiones sin amortizar.
Para entonces, Uchida ya ostentaba la dirección general -la asumió en diciembre de 2019- y, siendo justos, quizás le pasó como a nuestro Felipe IV, que probablemente no fuera un mal rey, pero le tocó una mala época para reinar, iniciada con la fuga a Líbano de su predecesor, Carlos Ghosn, y una compañía plagada de guerras intestinas.
“Iván Espinosa tiene el reto de dotar de estabilidad a la compañía, apostar por la innovación tecnológica, acelerar la transición eléctrica y reforzar el valor icónico de la marca”
Con un perfil poco carismático y cuestionada su capacidad de gestión por parte de los accionistas, Uchida vio en 2020 cómo el plan de transformación ‘Nissan NEXT’ no tuvo una buena acogida por el mercado, que lo tachó de poco ambicioso. El modo en que el plan abordaba los desafíos estructurales de la compañía (exceso de capacidad industrial, estructura de costes, foco en segmentos clave, viaje a la electrificación y presencia geográfica), no convenció, lo que unido a la pandemia hizo que el precio de la acción se desplomara un 47%.
Asimismo, la compañía nipona no supo capitalizar el liderazgo que había tenido gracias al lanzamiento del Nissan Leaf en 2010, y número uno del mercado hasta 2019. En un segmento tan competido como el de la automoción, dejar escapar esa ventaja histórica abrió la puerta para que competidores como Tesla o BYD le adelantaran por la izquierda gracias a su inversión en nuevas plataformas y baterías. Una década después y hasta que llegó el Ariya en 2020, el modelo Leaf seguiría siendo la única oferta eléctrica de Nissan, acusando retrasos en la entrega por la incidencia en la cadena de suministro de semiconductores.
Sin embargo, también hubo luces en la era Uchida. El lanzamiento del Nissan Ariya, el primer SUV eléctrico de la marca, marcó un compromiso con la electrificación y recibió elogios por su diseño y tecnología. Adicionalmente, Uchida priorizó ganar cuota de mercado en regiones clave sin sacrificar por el camino la rentabilidad, algo que consiguió en mercados tan importantes como EEUU y Japón.
La renuncia de Uchida no borra del horizonte los grandes retos que tiene Nissan por delante, comenzando por la reestructuración de la cúpula. Sus resultados esperados para 2025 proyectan un nivel de pérdidas significativo, por lo que su nuevo CEO debería abordar de inmediato las iniciativas de cara a estabilizar y revitalizar a la compañía.
El contexto económico tampoco es propicio. Con una presencia industrial fuerte en México, Nissan se puede enfrentar a unos aranceles del 25% sobre los 320.000 vehículos que exporta a EEUU. A ello se suma, además, la necesidad de intentar revivir la posible alianza con Honda para poder plantar cara a los nuevos competidores. Iván Espinosa tiene ante sí el reto de dotar de estabilidad a la compañía, apostar por la innovación tecnológica, acelerar la transición hacia el vehículo eléctrico y reforzar el valor icónico de la marca. La mentalidad y capacidad de trabajo de la cultura japonesa no han de subestimarse frente a desafíos de esta magnitud.
