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Revista Capital

Blockchain y la moneda digital china

Por Redacción Capital

Hay que entender las diferentes causas de la volatilidad. No se trata únicamente de las fluctuaciones naturales o sobrevenidas (como la actual) de los mercados, sino muy especialmente el impacto de la tecnología en el negocio inversor. Las tendencias en los mercados inversores vienen muy marcadas por el acceso a fondos y traders gestionados vía software y algoritmos de inteligencia artificial. El auge de este tipo de prácticas ha impulsado el denominado high-frequency trading (HFT), basado en la utilización de algoritmos automatizados que generan un enorme volumen de transacciones en función de pequeñas fluctuaciones de las condiciones de mercado. Dado que estas transacciones de compraventa se efectúan en cuestión de segundos, a menudo la estrategia se basa en lo que se denomina latency arbitraje, es decir, conseguir que el tiempo de latencia entre el momento de lanzar la transacción y su ejecución sea el mínimo posible, medido en milisegundos. Y para ello se precisa un arbitraje para determinar quién es la firma que ha lanzado/ejecutado la operación antes.

Esto beneficia al tenedor de la infraestructura de software/hardware más potente, por encima de la habilidad inversora del trader, concentra las ganancias en unas pocas firmas de traders y aumenta la volatilidad general.  En ese sentido, un reciente estudio de la británica Financial Conduct Authority (FCA) estima que el HFT cuesta unos 5k millones de dólares anuales a los inversores. Ese mismo estudio analizó las operaciones en la bolsa de Londres durante 43 días partiendo de enero 2020 y concluyó que un 20% del volumen global de operaciones provenía de prácticas de latency arbitrage que acabaron beneficiando a seis firmas en el 82% de los casos.  Es inevitable, todo indica, una regulación específica al respecto en el corto plazo.

Por otra parte, si bien las criptomonedas han ejemplificado el paradigma de una burbuja financiera en los últimos dos años con caídas de más del 80% de su valor en apenas unos meses, tras una subida acumulada de 1200% durante 2017, su importancia va mucho más allá de su consideración de inversión meramente especulativa. El blockchain, su base conceptual, es una tecnología clave que ha venido para quedarse y que, sin ningún género de dudas, tendrá un impacto profundamente disruptivo en una enorme variedad de industrias más allá del negocio financiero. Gartner, de hecho, estima en unos 5-10 años el periodo de tiempo para que las tecnologías basadas en blockchain alcancen una fase verdaderamente transformacional. La minería de criptomonedas, la más avanzada de la clase, es sin embargo tan sólo la punta de lanza. Por delante nos espera la generalización de la tecnología distributed ledger y Smart contracts en la inmensa mayoría de negocios, y la combinación de IoT y blockchain. Los reguladores financieros no van a tener más remedio que adaptarse a esta nueva realidad y para este mismo año esperamos ya las primeras muestras tangibles de ello: todo parece indicar que durante 2020 el banco central de china lanzará el RMNB digital, ante el temor de que las criptomonedas provoquen la descentralización (pérdida de control, léase) del sistema financiero del país más poblado del mundo y segunda economía mundial.

Marc Sansó es profesor de EAE Business School.

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