En el entorno laboral actual, los riesgos psicosociales han dejado de ser una preocupación marginal para convertirse en un eje central de las políticas de prevención. Estos riesgos, que se originan en la organización del trabajo y en la gestión de las relaciones laborales, inciden directamente en la salud mental, emocional y física de las personas trabajadoras. Su evaluación, por tanto, no es una opción sino una obligación normativa y una necesidad estratégica para garantizar el bienestar en el trabajo y la sostenibilidad de las organizaciones.
Los riesgos psicosociales abarcan un amplio espectro de condiciones que, si no se identifican y gestionan adecuadamente, pueden provocar trastornos como el estrés crónico, la ansiedad, el agotamiento profesional (burnout), la depresión o incluso problemas cardiovasculares. Lejos de ser una cuestión subjetiva o emocional, se trata de efectos medibles, reconocidos por organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que afectan tanto a la salud individual como al funcionamiento colectivo del entorno laboral.
Qué son los riesgos psicosociales
Según el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), los riesgos psicosociales son “las condiciones presentes en una situación laboral directamente relacionadas con la organización, el contenido del trabajo y la realización de la tarea, que tienen capacidad de afectar tanto al desarrollo del trabajo como a la salud del trabajador”.
Estos riesgos incluyen, entre otros, la carga de trabajo excesiva, la presión de tiempo, la ambigüedad o el conflicto de rol, la falta de autonomía, el escaso apoyo social, la supervisión deficiente, los estilos de liderazgo negativos o la dificultad para equilibrar las demandas del trabajo con la vida personal. Además, influyen factores como la cultura organizativa, la comunicación interna, las condiciones físicas del entorno y las posibilidades de desarrollo profesional.
En suma, los riesgos psicosociales no son unívocos ni homogéneos, sino que dependen de cómo interactúan las exigencias del trabajo con las capacidades, expectativas y necesidades de las personas que lo desempeñan.
Los riesgos psicosociales son una preocupación central en el entorno laboral, ya que afectan la salud mental, emocional y física de los trabajadores
La importancia de su evaluación
La evaluación de los riesgos psicosociales permite detectar los factores organizativos que pueden afectar negativamente a la salud de las personas trabajadoras, con el objetivo de prevenir consecuencias antes de que se manifiesten de forma grave. Además, ofrece a las empresas la posibilidad de mejorar la estructura interna, el clima laboral, la productividad y la satisfacción del personal.
En términos normativos, la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales ya establecía la obligación de las empresas de garantizar la seguridad y salud de sus empleados mediante la identificación y evaluación de todos los riesgos laborales, incluidos los de origen psicosocial. Esta obligación ha sido reforzada por el Criterio Técnico 104/2021 de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, que aclara que los riesgos psicosociales deben ser evaluados “de forma específica, adecuada y actualizada”, igual que cualquier otro tipo de riesgo.
Este criterio técnico señala que no es suficiente con mencionar los riesgos psicosociales en la documentación preventiva o aplicar medidas genéricas. Es necesario un análisis riguroso que incluya una metodología reconocida, con resultados objetivos, y que concluya en la adopción de medidas preventivas o correctoras basadas en esos resultados.
Cómo se lleva a cabo la evaluación
La evaluación de riesgos psicosociales no es un procedimiento aislado ni meramente técnico: es un proceso estructurado que requiere planificación, participación y compromiso institucional. Según Quirónprevención, la evaluación se inicia con la formación de un grupo de trabajo que represente tanto a la dirección como a las personas trabajadoras. Se procede después a analizar los factores organizativos del trabajo y se aplican cuestionarios individuales o técnicas cualitativas en un entorno de confidencialidad y anonimato.
Una vez recogidos los datos, se analizan para identificar los riesgos existentes y determinar su nivel de exposición. A partir de los resultados, se elabora un informe técnico que orienta la toma de decisiones. Este informe debe desembocar en un plan de acción con medidas preventivas y correctoras, así como un sistema de seguimiento que evalúe la eficacia de las intervenciones.
La evaluación de estos riesgos debe ser rigurosa y específica, utilizando herramientas como el método F-PSICO, para identificar y abordar factores como la carga de trabajo, el estrés y la falta de autonomía
El método F-PSICO
Una de las herramientas más utilizadas en España para este fin es el método F-PSICO, desarrollado por el INSST y validado técnicamente como modelo de referencia para la evaluación de los riesgos psicosociales. Esta metodología identifica y mide nueve factores clave:
- Tiempo de trabajo
- Autonomía
- Carga de trabajo
- Demandas psicológicas
- Variedad y contenido
- Participación y supervisión
- Desempeño de rol
- Interés por el trabajador y compensación
- Relaciones y apoyo social
El cuestionario puede aplicarse tanto en formato papel como en plataformas digitales, lo que facilita su implementación en diferentes entornos laborales. El tratamiento de los datos garantiza el anonimato, lo que fomenta respuestas sinceras por parte de los trabajadores y eleva la calidad de los resultados.
La utilidad de F-PSICO radica no solo en su validez técnica, sino en su capacidad para orientar la acción preventiva. A través del análisis de los resultados, las empresas pueden saber exactamente en qué dimensiones psicosociales presentan mayor riesgo y actuar sobre ellas con intervenciones específicas.
Ignorar los riesgos psicosociales puede generar graves consecuencias, como mayor absentismo, rotación de personal y pérdida de productividad
Una gestión integral del bienestar
La evaluación de los riesgos psicosociales no debe verse como un fin en sí mismo, sino como el primer paso de un proceso más amplio de gestión del bienestar laboral. En este sentido, la norma internacional ISO 45003:2021, centrada en la gestión de la salud psicológica en el trabajo, propone un marco de referencia integral. Esta norma forma parte de la familia de la ISO 45001 y pone énfasis en crear entornos laborales resilientes, empáticos y participativos.
La ISO 45003 considera que los riesgos psicosociales no pueden tratarse de forma aislada, sino que deben integrarse en la política general de salud y seguridad. Plantea la necesidad de fomentar una cultura preventiva, promover un liderazgo responsable, facilitar la participación del personal y garantizar la equidad en la toma de decisiones. Su enfoque busca no solo evitar daños, sino generar entornos de trabajo positivos que favorezcan el desarrollo personal, el sentido de pertenencia y el compromiso.
Las consecuencias de no actuar
Ignorar los riesgos psicosociales tiene consecuencias que van mucho más allá del malestar individual. Los efectos se reflejan en altos niveles de absentismo, rotación de personal, pérdida de productividad, aumento de errores y accidentes, deterioro del clima laboral y daño a la imagen institucional. Además, las empresas que no cumplen con la obligación de evaluar estos riesgos pueden enfrentarse a sanciones administrativas, especialmente desde que el CT 104/2021 ha intensificado la acción inspectora en esta materia.
Desde un punto de vista económico, el coste de no prevenir supera ampliamente la inversión que supone realizar una evaluación adecuada. Y desde una perspectiva humana, el trabajo debe ser una fuente de bienestar, no de sufrimiento.
