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El Senado de Estados Unidos ha rechazado por octava vez un proyecto de ley destinado a financiar al Gobierno y permitir su reapertura. Este rechazo prolonga el cierre gubernamental, que enfrenta así su tercera semana, y podría convertirse en el segundo más largo en la historia del país. Con un resultado de 49 votos a favor y 45 en contra, la propuesta republicana, que buscaba extender la financiación hasta finales de noviembre, no alcanzó los 60 votos necesarios. La mayoría de los senadores republicanos apoyaron el proyecto, sumándose la senadora demócrata Catherine Cortez Masto y el independiente Angus King. No obstante, John Fetterman, demócrata por Pensilvania que había apoyado previamente las medidas republicanas, no estuvo presente en la sesión. La oposición estuvo encabezada por la mayoría de los demócratas, junto al republicano Rand Paul. Ante esta situación, el líder de la mayoría republicana, John Thune, expresó su descontento: Los demócratas no estarán satisfechos hasta que las familias de militares y los empleados públicos… carguen a sus tarjetas de crédito artículos de primera necesidad A pesar de los intentos por llegar a un consenso, las diferencias persisten. Los demócratas insisten en la extensión de los subsidios de la Ley de Atención Médica Asequible (ACA), ya que consideraron crucial abordar el tema de inmediato. Según Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata, «no es un problema para arreglarlo más adelante, sino ahora». El camino a seguir Schumer ha mencionado la necesidad de una solución bipartidista, destacando la experiencia de su liderazgo anterior con trece resoluciones de continuidad. Mientras el estancamiento continúa, el cierre gubernamental se aproxima a convertirse en el segundo más largo, tan solo por detrás del ocurrido entre 2018 y 2019. En este contexto de incertidumbre, se espera que pronto se pueda llegar a un acuerdo que permita la reapertura…
“La posición de los españoles en la hipótesis de tener que optar no es la que tendrían otros nacionales” España vive, en buena medida involuntariamente, un proceso de desinstitucionalización muy peligroso. Este proceso incierto ha traslucido indicios de aproximación a la forma de la Jefatura del Estado.  Tanto la República como la Monarquía, en nuestro tiempo, son sistemas que, en principio, garantizan el razonable funcionamiento del Estado. Hoy, los llamados principios republicanos (libertad, igualdad, constitucionalismo, soberanía nacional, laicidad, etc.) están radicalmente consolidados en las monarquías occidentales existentes tras la II Guerra Mundial. El valor democrático de la Monarquía está en su reconocimiento constitucional y no en la falta de elección de su titular (desprovisto de poder). En todo caso es de resaltar la ventaja monárquica de excluir a la Jefatura del Estado de la refriega partidista. En definitiva, si las dos formas de Jefatura de Estado no constituyen alternativas idénticas sí son perfectamente homologables en nuestro tiempo, al menos en aquellas naciones en que exista tradición monárquica.  La posición de los españoles en la hipótesis de tener que optar no es la que tendrían otros nacionales. Ciertamente, el cambio de la Monarquía a la República en cualquier nación europea alteraría muy poco la vida ciudadana, pudiendo ser aceptado con facilidad por los privados de fervor republicano. Pero desgraciadamente no es nuestro caso porque la sociedad española, desde luego de manera artificiosa sigue, incomprensiblemente, rumiando el periodo República – Guerra Civil - Dictadura, de modo que existe una tendencia indisimulada y minoritaria, aunque de minoría relevante y activa, hacia la II República Bis que sí cambiaría, y radicalmente, las vidas de los ciudadanos.  La II República fue, desde sus orígenes, sanguinaria, liberticida, antidemocrática y excluyente porque dejó a media España fuera de su ámbito  por voluntad de la izquierda (“la República…