DeepSeek, una inteligencia artificial (IA) de código abierto desarrollada en China, ha generado una fuerte disrupción en el mercado tecnológico global. Este sistema representa un desafío directo a la hegemonía de las tecnológicas estadounidenses, como OpenAI, y cuestiona las estrategias de inversión en infraestructura tecnológica, especialmente en lo relacionado con los centros de datos. A priori, la Inteligencia Artificial requiere el procesamiento de cantidades ingentes de datos, lo que a su vez hace imprescindibles los centros de datos. Sin embargo, esta situación también ha generado serias dudas sobre los riesgos que enfrentan las empresas que están apostando fuertemente por este sector.
¿Qué es DeepSeek y por qué preocupa?
DeepSeek es una IA de código abierto que, a diferencia de otras soluciones cerradas y propietarias, permite que cualquier desarrollador o empresa acceda y modifique su código para adaptarlo a sus necesidades. Esta flexibilidad ha incrementado su popularidad en todo el mundo, especialmente en países emergentes y compañías que buscan reducir su dependencia de los gigantes tecnológicos estadounidenses. No obstante, esta apertura también plantea riesgos de seguridad y control, ya que facilita el uso de la tecnología con fines poco éticos o incluso maliciosos, según los expertos.
En respuesta a este fenómeno, Estados Unidos ha intensificado sus esfuerzos por fortalecer su infraestructura tecnológica y garantizar que el almacenamiento y procesamiento de datos estratégicos permanezcan dentro de sus fronteras. En paralelo, en España, el auge de los centros de datos también está generando un importante debate, especialmente en torno a su viabilidad económica, sostenibilidad ambiental y el impacto en el sector inmobiliario y energético local. "La clave para el desarrollo de la IA es la creación de centros de datos sostenibles", señala Gabriel Nebreda, CEO de Ingenostrum.
Las empresas afectadas: energéticas, inmobiliarias y tecnológicas
El auge de la demanda de centros de datos ha impulsado una oleada de inversiones en España, particularmente en energía, inmobiliario y tecnología. Sin embargo, la irrupción de DeepSeek, que promulga ser más eficiente que sus pares estadounidenses también ha traído consigo nuevos riesgos y presiones que afectan a la sostenibilidad y rentabilidad de estos proyectos. En España, estas industrias enfrentan retos derivados del contexto local, como la regulación ambiental, el acceso a recursos energéticos o la adaptación a un mercado tecnológico en rápida evolución, entre otros:
Empresas energéticas
Muchas empresas energéticas se han lanzado en los últimos meses a cubrir las necesidades de los centros de datos, invirtiendo en infraestructura eléctrica y energías renovables para abastecerlos. En España, gigantes energéticos como Iberdrola y Naturgy han apostado por proyectos para abastecer centros de datos con energías renovables. Por ejemplo, Iberdrola ha desarrollado parques solares como el de Núñez de Balboa en Extremadura, con capacidad para abastecer infraestructuras de gran consumo energético como centros de datos. Naturgy, por su parte, ha lanzado proyectos eólicos y solares en Cataluña y Castilla-La Mancha con un enfoque similar. Sin embargo, con el auge de tecnologías como DeepSeek, que reducen la necesidad de procesamiento centralizado, estas empresas enfrentan la posibilidad de que la demanda de energía de los centros de datos no alcance los niveles esperados, poniendo en riesgo estas inversiones. Además, la descentralización de DeepSeek podría favorecer el uso de soluciones energéticas más pequeñas y locales, desplazando el enfoque en grandes infraestructuras.
Empresas inmobiliarias
Compañías como Merlin Properties en España han apostado por transformar terrenos en hubs de centros de datos, pero se enfrentan igualmente a incertidumbres significativas. El auge de DeepSeek podría fomentar modelos más descentralizados que reduzcan la necesidad de instalaciones físicas masivas. Además, la construcción de estos centros implica altos costos y largos periodos de recuperación de inversión, lo que podría poner en peligro la viabilidad de algunos proyectos. En España, también se ha planteado el debate sobre el impacto que estas instalaciones tienen en zonas urbanas y rurales, especialmente en términos de consumo de agua y suelo.
Bain & Company estima un crecimiento del 30% anual en los centros de datos en España hasta 2030
Empresas tecnológicas
Las grandes tecnológicas han comenzado a invertir en sus propios centros de datos para evitar depender de terceros, pero esta estrategia no está exenta de críticas. Actores como Telefónica y Amadeus han comenzado a desarrollar infraestructuras propias para alojar datos, buscando reducir su dependencia de terceros como Amazon Web Services (AWS) o Google Cloud. Telefónica, por ejemplo, ha invertido en centros de datos en Alcalá de Henares y otros puntos estratégicos, respaldados por energías renovables. Por su parte, Amadeus, un líder en soluciones tecnológicas para la industria del turismo, gestiona centros de datos propios para manejar la inmensa cantidad de información que procesan diariamente. En España, el gobierno también ha promovido incentivos para atraer inversiones en infraestructura digital, pero esto plantea retos como garantizar que el control de los datos permanezca en manos locales y no sea monopolizado por compañías extranjeras.
Los riesgos para los inversores
Aunque el auge de los centros de datos ofrece oportunidades de inversión atractivas, también implica riesgos significativos. En primer lugar, la volatilidad del mercado de la inteligencia artificial podría hacer que estas infraestructuras se vuelvan obsoletas en un corto plazo. La tendencia hacia la descentralización impulsada por tecnologías como DeepSeek podría reducir la necesidad de grandes centros de procesamiento centralizado, afectando así las proyecciones de ingresos. Además, los elevados costes energéticos y ambientales asociados con los centros de datos han generado crecientes críticas y nuevas regulaciones. En España, la sostenibilidad de estas instalaciones está siendo rigurosamente cuestionada, ya que su alto consumo de recursos como agua y energía entra en conflicto con los objetivos climáticos tanto nacionales como europeos.