Hace diez años, España partía con desventaja tecnológica. Hoy encabeza el Digital Economy and Society Index (DESI) en despliegue de redes ultrarrápidas y es uno de los tres países con mayor cobertura de fibra del planeta. Más del 95 % de los hogares tiene conexión FTTH y el 96 % de la población acceso a 5G. El apagado del cobre, culminado por Telefónica en 2025, marca el final de una era y el inicio de otra.
España encara la segunda gran transformación digital, basada en IA, energía verde, chips y soberanía tecnológica
La nueva fase ya no consiste solo en digitalizar procesos, sino en aprovechar la tecnología para generar crecimiento económico, innovación y bienestar. Cinco ejes interconectados estructuran esta revolución: Inteligencia Artificial (IA), Computación Cuántica, Energía digital verde, Semiconductores y el Nuevo Internet (Web3). Cada uno moldea un sector distinto, pero juntos rediseñan la economía española.
España, por su combinación de infraestructura avanzada, energía renovable y estabilidad institucional, se perfila como el “laboratorio tecnológico del sur de Europa”, observado con interés por fondos internacionales y organismos como la OCDE.
IA y productividad económica
“Para que la IA sea realmente accesible y útil hace falta una regulación que atienda a la realidad de las pymes”, apunta César Tello, director general de Adigital. La inteligencia artificial ha dejado de ser promesa para convertirse en un motor real de crecimiento económico. Según el INE, un 21,1 % de empresas españolas de más de diez empleados ya emplean esta tecnología, frente al 13 % apenas dos años atrás. El salto es especialmente notable en banca, energía o turismo, donde España supera la media europea, si bien aún existe cierta distancia frente a Alemania y Países Bajos en industria avanzada.
César Tello (Adigital): “Para que la IA sea realmente accesible y útil hace falta una regulación que atienda a la realidad de las pymes”
La presión competitiva obliga a acelerar. En primera línea, asistentes virtuales y chatbots han reducido hasta un 40 % los tiempos de atención al cliente. En tareas internas, la IA generativa automatiza conciliaciones contables, auditorías y gran parte del trabajo documental repetitivo. En el ámbito operativo, compañías como Iberdrola, Renfe y los principales operadores de telecomunicaciones emplean ya modelos predictivos para adelantarse al fallo de infraestructuras críticas y optimizar la asignación de recursos.
Tello advierte sin embargo de una adopción a dos velocidades: solo el 10,3 % de las pymes usa IA, frente al 43,96 % de las grandes compañías. La brecha no es tecnológica, sino de acompañamiento. Por su parte, Miguel Sánchez Galindo, director general de DigitalES, destaca que los modelos SLM, entrenados en dominios concretos, democratizan la IA para sectores que no pueden invertir en grandes modelos generalistas: “Esta tecnología podría aportar hasta un 1,5 % adicional al PIB anual y transformar más del 40 % de las actividades productivas del país”.
Miguel Sánchez Galindo (DigitalES): “La IA podría aportar hasta un 1,5 % adicional al PIB y transformar más del 40 % de las actividades productivas”
La gobernanza de los datos es la otra pieza del tablero. “Solo el 9 % de las organizaciones afirma que todos sus datos están accesibles y preparados para iniciativas de IA, y un 50 % teme fugas durante el entrenamiento”, alerta Juan Carlos Sánchez de la Fuente, vicepresidente regional de Cloudera para España y Portugal. El reto es técnico, pero también cultural: pasar de coleccionar datos a gestionarlos correctamente.
El sector público se está situando entre los más digitalizados de Europa. Sanidad emplea IA para optimizar listas de espera; Hacienda identifica fraude fiscal mediante machine learning; Correos ajusta sus rutas logísticas con predicción de demanda. Más de 200 iniciativas avanzan ya bajo el marco de cumplimiento y supervisión de la AESIA, la primera agencia nacional de IA creada en la UE.
El impacto económico es profundo. PwC calcula que la IA añadirá 14 billones de dólares al PIB mundial en 2030. McKinsey estima para España hasta 250.000 millones adicionales si la adopción se generaliza en todos los sectores. Pero hay un escollo evidente: el talento. Las vacantes en perfiles de IA crecieron un 38 % en 2024, mientras la oferta universitaria se acelera con nuevos programas especializados en Madrid, Barcelona o Granada.
España entra en la competición europea con una ventaja clave: las autopistas digitales ya están construidas. La segunda gran transformación digital se juega ahora en la economía real.
Computación cuántica y el futuro del poder computacional: de Barcelona al mundo
“La computación cuántica definirá la próxima década, y Europa no puede permitirse llegar tarde”, afirma Miguel Sánchez Galindo (DigitalES). España parece haber entendido el mensaje y se ha posicionado en una carrera que marcará el equilibrio tecnológico mundial. La inauguración del MareNostrum 5 en el Barcelona Supercomputing Center (BSC) en 2023, uno de los diez superordenadores más potentes del planeta, marcó un punto de inflexión.
Su principal valor no está solo en su capacidad de cálculo -314 petaflops-, sino en su integración dentro del nodo cuántico europeo, un movimiento que sitúa al país dentro de la élite científica global.
La iniciativa EuroHPC ha seleccionado a España como sede de uno de los seis primeros ordenadores cuánticos públicos de la Unión Europea. Estas nuevas máquinas resolverán problemas que los sistemas actuales tardarían años en procesar. Sectores como la energía, la movilidad autónoma, la industria farmacéutica o la ciberseguridad serán los primeros en beneficiarse de esta revolución.
El programa Quantum Spain, dotado con 808 millones de euros hasta 2030, ha sentado las bases para crear un ecosistema industrial alrededor de esta tecnología. Empresas emergentes como Qilimanjaro Quantum Tech, Multiverse Computing, Quside o KDPOF avanzan desde la fotónica hasta las finanzas, exportando tecnología puntera y atrayendo inversión internacional. Al mismo tiempo, el CSIC y universidades como la de Sevilla o la Autónoma de Barcelona investigan materiales topológicos destinados a convertirse en el alma de los futuros chips cuánticos europeos.
El contexto internacional añade urgencia. Estados Unidos y China superan cada uno los 10.000 millones de dólares de inversión al año en cuántica. Europa avanza de forma más lenta, pero con una estrategia coordinada que incluye proyectos como EuroQCI, la primera red continental de comunicaciones cuánticas seguras. Aquí también España participa como nodo prioritario.
Las expectativas son elevadas. Boston Consulting Group prevé que esta tecnología generará 850.000 millones de dólares en valor añadido hacia 2040. En España, estimaciones sectoriales calculan una cuota de hasta el 5 % del mercado, lo que equivaldría a 40.000 millones en impacto económico.
El desarrollo no se concentra únicamente en Cataluña. Andalucía impulsa un polo cuántico orientado a la industria aeroespacial, País Vasco trabaja en algoritmos para energía y manufactura en colaboración con Tecnalia y Madrid se perfila como centro para aplicaciones financieras. El Ministerio de Ciencia y el CDTI ya han aprobado más de sesenta proyectos piloto que exploran el potencial de estas tecnologías en sectores tan diversos como la simulación de medicamentos, la logística portuaria o la gestión del tráfico en grandes ciudades.
Nuestra nación combina liderazgo en fibra y 5G con un auge de centros de datos y nuevas industrias tecnológicas
Queda, sin embargo, un reto monumental: el talento. Menos de 200 científicos españoles trabajan actualmente de manera directa en cuántica. Se necesitarán al menos 3.000 en 2030 para competir en la primera liga. “Europa se juega su autonomía tecnológica”, advierte Sánchez Galindo. Por primera vez en mucho tiempo, España no parte en desventaja. El desafío es transformar su potencial en liderazgo real.
