Economía

Todo lo que se sabe (y lo que no) sobre el futuro euro digital

El objetivo es ofrecer una forma de pago digital segura, gratuita, universal y controlada por el sector público

Archivo - Moneda
Por Marta Menéndez

La idea de un euro digital está cada vez más cerca de hacerse realidad. Se trata de un proyecto del Banco Central Europeo (BCE) para crear una versión digital del euro que complemente al efectivo, sin sustituirlo. Aunque ya han pasado más de tres años desde que empezó a explorarse oficialmente, aún hay muchas dudas, preocupaciones y malentendidos sobre qué será exactamente, cómo funcionará y qué implicaciones tendrá para los ciudadanos y el sistema financiero.

El euro digital no es una criptomoneda como bitcoin ni una iniciativa privada. Será una moneda oficial, respaldada por el BCE, igual que las monedas y billetes actuales. El objetivo es ofrecer una forma de pago digital segura, gratuita, universal y controlada por el sector público. Según el BCE, cualquier persona de la zona euro podrá usarla, ya sea a través de una aplicación propia del banco central o integrada en apps ya existentes como Bizum, que participa en los desarrollos técnicos del proyecto.

Por ahora, el proyecto está en fase de preparación. Se espera que esta etapa termine a finales de 2025, momento en el que podría comenzar el despliegue si el Parlamento Europeo da luz verde a la legislación correspondiente. Esa aprobación aún no está garantizada: varios grupos políticos discrepan sobre si es necesaria una moneda digital pública, o si bastaría con reforzar las soluciones de pago europeas ya existentes.

Una de las razones que el BCE esgrime para defender el euro digital es la creciente dependencia de sistemas de pago controlados desde fuera de la Unión Europea, como Visa, Mastercard o PayPal. También se menciona la presión que ejercen las stablecoins vinculadas al dólar, que ya representan una parte significativa del mercado de criptomonedas. Frente a esto, el euro digital permitiría a Europa mantener el control sobre su infraestructura monetaria y adaptarse al mundo digital sin perder soberanía.

Pese a estas motivaciones, el proyecto genera inquietud en el sector bancario. La agencia Scope Ratings advierte que, si los ciudadanos empezaran a trasladar sus ahorros desde sus cuentas bancarias al euro digital, sobre todo en momentos de incertidumbre, los bancos podrían perder una fuente clave de financiación. Para evitarlo, el BCE estudia imponer límites a la cantidad de euros digitales que podrá tener cada persona. Aunque aún no se ha definido una cifra exacta, se menciona un rango orientativo de entre 3.000 y 4.000 euros por usuario.

Otro aspecto importante es la privacidad. Uno de los miedos más repetidos, alimentado en parte por desinformación, es que el euro digital permitirá al BCE o a los gobiernos espiar los gastos de la población. El BCE ha insistido en que no tendrá acceso a los datos personales de los usuarios y que se protegerá la confidencialidad de las transacciones. Incluso se está trabajando en una opción de pagos offline, con pequeños importes que podrían realizarse sin conexión a internet y con un nivel de anonimato similar al del efectivo.

En paralelo, el BCE colabora con empresas tecnológicas, bancos y plataformas de pago para definir los detalles técnicos del sistema. Uno de los elementos en desarrollo es el identificador DEAN (Digital Euro Account Number), que serviría como número único para las cuentas en euros digitales, asegurando su compatibilidad en toda la eurozona.

El euro digital podría ser bueno y malo para los bancos, según un análisis de Scope Ratings

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