Las empresas familiares españolas se consolidan como un motor esencial para la economía, el empleo y el desarrollo social del país, superando en varios indicadores a las compañías cotizadas en el Mercado Continuo. Así lo refleja el informe El Futuro de la Empresa Familiar, elaborado por el Instituto de la Empresa Familiar con el análisis técnico de McKinsey & Company, cuyo objetivo principal es cuantificar la contribución de las empresas familiares de mayor tamaño a la economía y la sociedad españolas. Los resultados son contundentes: estas compañías crecen al doble de ritmo que el mercado general, con un incremento anual del valor añadido del 7%, frente al 3% del conjunto de empresas cotizadas. Además, muestran una gestión más eficiente de sus recursos, con retornos sobre el capital invertido 0,5 puntos superiores y una volatilidad de ingresos más de dos puntos inferior, lo que refleja un enfoque estratégico orientado al largo plazo.
El impacto de las empresas familiares se extiende también al ámbito laboral. Generan tres puntos porcentuales más de empleo neto al año, en contraste con el estancamiento observado en el Mercado Continuo. Asimismo, invierten de manera significativa en el desarrollo del talento, con 2,5 veces más horas de formación por empleado que la media de otras compañías. Esta apuesta por las personas se traduce en una retención laboral superior, manteniendo la rotación voluntaria diez puntos porcentuales por debajo de la media nacional, lo que evidencia una mayor identificación de los empleados con la empresa y un clima organizativo más estable.
Además de su contribución económica y laboral, las empresas familiares desempeñan un papel clave en el desarrollo territorial y la sostenibilidad. Aunque Madrid y Cataluña concentran el liderazgo económico del país, estas compañías dinamizan las regiones menos desarrolladas, generando 1,5 veces más facturación fuera de estas comunidades en comparación con la media nacional. Como señala Ignacio Rivera, presidente del Instituto de la Empresa Familiar, “las empresas familiares no solo son un pilar del crecimiento económico, sino que también sostienen el desarrollo de los territorios y asumen un liderazgo responsable en sostenibilidad. El impacto diferencial que tiene su compromiso con las personas, la sociedad y el entorno es lo que las convierte en un pilar esencial de la economía española”.
El informe cobra especial relevancia en un contexto de transformación económica marcado por desafíos estructurales en productividad, empleo y bienestar. En la última década, el PIB de España creció 1,3 puntos porcentuales por encima de la media de la Unión Europea, aunque desde 1997 el crecimiento anual promedio del país (1,1%) sigue siendo inferior al europeo (1,7%). Solo el 55% del crecimiento español se atribuye a mejoras en productividad, frente al 90% en Europa, mientras que la población activa se mantiene estancada. En términos laborales, el empleo ha crecido un 42% en los últimos diez años, pero la tasa de desempleo se mantiene cerca del 11%, casi el doble de la media europea, y persisten desajustes en perfiles de baja y media cualificación, acentuados por la automatización y la inteligencia artificial.
En este contexto, las empresas familiares destacan por su capacidad para generar crecimiento sostenible. Según Ignacio Marcos, socio senior de McKinsey & Company, “aunque las empresas familiares afrontan retos comunes a cualquier compañía, cuentan con ventajas únicas que les permiten liderar desde una posición privilegiada. La agilidad en la toma de decisiones, la visión a largo plazo y un alto compromiso con las personas constituyen fortalezas diferenciales que, junto a su capacidad para innovar y diversificarse, impulsan el crecimiento y la competitividad del país”.
El estudio analizó 116 empresas familiares vinculadas al Instituto de Empresa Familiar y sus Asociaciones Territoriales entre 2014 y 2023, comparando su desempeño con compañías del Mercado Continuo. La metodología combinó fuentes primarias y secundarias, entrevistas cualitativas y análisis de datos oficiales, complementados con la inteligencia de McKinsey. De esta manera, se evaluó la contribución de estas empresas en crecimiento económico, empleo y desarrollo social, así como su desempeño financiero en indicadores clave como el ROIC y el crecimiento de ingresos, garantizando la solidez y fiabilidad del análisis.
