Las reuniones del Grupo Bilderberg aglutinan a 130 personas de las más altas esferas sociales y son el blanco perfecto de las teorías conspirativas
¿Cómo combatimos el comunismo? ¿Es viable invertir en España en plena crisis de 2008? ¿Deberíamos rescatar la economía griega? ¿Qué hacemos para detener a China? Estas son algunas de las preguntas sobre las que se ha discutido en el seno del Club Bilderberg, una organización que está vetada para la mayoría de personas del planeta, pero donde se discuten algunas de las propuestas que serán esenciales a posteriori para el devenir de la economía mundial.
De las cenizas de la guerra a dominar el mundo
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el enfrentamiento entre Estados Unidos y la URSS era inminente. Las dos nuevas superpotencias estaban creando esferas de influencia rápidamente, pero Europa quedaba en medio. La división de Berlín era ejemplo suficiente para aceptar que los dos mundos estaban destinados a no entenderse. Y en Europa, que estaba partida e influenciada por ambos bandos, comenzó a gestarse un fuerte sentimiento anti americano. El Plan Marshall no había ayudado a todos por igual y el convertirse en títeres de Estados Unidos no era algo que los ciudadanos del Viejo Continente estuvieran dispuestos a aceptar.
Para paliar este rechazo que preocupaba a la élite europea, personalidades como el consejero polaco Jósef Retinger decidieron organizar una reunión con personas influyentes de ambos lados del Atlántico. Así, el 29 de mayo de 1954 nació el Club Bilderberg, cuyo nombre se toma directamente del hotel neerlandés donde se celebró el primer encuentro.
Entre los invitados más destacados de aquella primera cita habría que nombrar a Bernardo de Lippe-Biesterfeld, príncipe consorte de los Países Bajos, a David Rockefeller o al primer ministro belga Paul van Zeeland. La idea era que hubiera dos invitados por cada país, uno conservador y el otro progresista. Mucho han cambiado las cosas desde aquella primera reunión, pero el poder y la influencia del grupo solo ha ido in crescendo con el devenir de las décadas.
Decisiones importantes
El Grupo Bilderberg se reúne por lo general de manera anual en algunos de los lugares más selectos del planeta. Villa d´Este, el Balneario de la Toja, Princeton, Sitges, Turín, Zúrich, Versalles o Montreaux son ejemplos de que las localizaciones elegidas no se seleccionan de forma aleatoria.
A la última reunión, celebrada en Lisboa hace dos fines de semana, asistieron 130 personas, aunque el número de invitados varía entre los 120 y 150. Las medidas de seguridad fueron como siempre muy estrictas y los miembros del club "invitaron" amablemente a irse a las personas alojadas en el hotel donde se iba a celebrar el evento.
En la lista de invitados de este año hemos podido encontrar una gran variedad de personalidades, que van desde Bill Gates hasta Elon Musk. Pero España también ha tenido representación, como viene siendo habitual. Este año, seis representantes españoles han acudido a la llamada del club.
Entre los seleccionados se encuentra el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares; la banquera Ana Patricia Botín; el presidente de Acciona, José Manuel Entrecanales; el presidente de Grupo Planeta, José Creuheras; el eurodiputado popular Esteban González Pons; el director de 'El Español', Pedro J. Ramírez y también se une Belén Garijo, delegada hispanoalemana de la farmacéutica Merck.
Desde 1954, las decisiones que se han tomado en el club han influido en los gobiernos y en las empresas occidentales. No es que los asistentes "impongan" directamente sus ideas al resto del mundo como se puede deducir de algunas teorías conspirativas, sino que más bien, al ser la gran mayoría de personas asistentes representantes de países de la OTAN, es mucho más sencillo aplicar los "consejos" del club en sus respectivos países.
En su momento, algunas propuestas que se abordaron implicaban la lucha contra la Unión Soviética, el control de los precios del petróleo, la cooperación económica y política en el marco del libre mercado y el modelo de sociedad occidental. El comité de dirección del club es el encargado de organizar el evento anualmente, y ha estado presidido por personalidades destacadas como Peter Carington, secretario general de la OTAN entre 1984 y 1988 o Étienne Davignon, vicepresidente de la Comisión Europea de 1981 a 1985.
El Club Bilderberg se financia con aportaciones de capital privado que sirven para mantener los cargos permanentes de la institución, mientras que las reuniones son cubiertas por los miembros del comité de dirección del país en el que se celebra cada año. Algunos de los invitados históricos han sido Jared Kushner, yerno del presidente Donald Trump; Margaret Thatcher, antes de su etapa como primera ministra británica; Juan Luis Cebrián, expresidente ejecutivo del grupo de comunicación español PRISA; o Peter Sutherland, antiguo presidente de Goldman Sachs y British Petroleum.
Regla Chatham House, secretismo y conspiraciones
El secretismo es uno de los factores clave para la celebración de las reuniones del club. La seguridad es tan estricta que los invitados no pueden llevar acompañantes, ni su pareja, ni escoltas. Además, tampoco pueden acudir en su propio vehículo. Por supuesto, la prensa no puede asistir al evento y solo se pueden grabar los exteriores de unas zonas que están siempre valladas y vigiladas para evitar cualquier tipo de filtración de información.
Para garantizar la privacidad de las conversaciones que se mantienen dentro del club, estas no son trasmitidas a los medios, no se transcriben, no se graban, así como tampoco se votan acuerdos ni se hacen declaraciones oficiales en ellas.
Una de las causas de las distintas teorías es el sistema de debate hermético que utiliza el club. En él, a través de un foro para discusiones informales, los debates se llevan a cabo bajo la regla Chatham House, que establece que, a pesar de que los participantes son libres de usar la información recibida en dichos debates, no pueden revelar la identidad ni el contenido de los discursos de ningún participante en los mismos.
Esta naturaleza reservada de la conferencia hace que los ponentes puedan expresar libremente sus ideas, pero también da pie a las sospechas sobre los planes de esta organización: control de la natalidad, agenda 2030, el plan Kalergi o la liberación de enfermedades que generan pandemias son algunas de las conspiraciones más variopintas que difunden esta clase de personas y que podemos encontrar en Internet.
Lo que sí es evidente es que se trata de un foro donde se debaten algunos de las propuestas y acontecimientos contemporáneos más importantes. Por ejemplo, en la edición de este año en Lisboa se sabe que se iba a tratar la Guerra de Ucrania, el problema con la inteligencia artificial y la posición de Estados Unidos y China en el panorama internacional. Por supuesto, saber algunos de los temas a tratar no implica saber nada del resto del contenido de la reunión, que visto lo visto, seguirá envuelto en ese característico halo de misterio.