La actualidad no da tregua al sector de la distribución. Hablemos de ropa, de comida o de electrodomésticos, estos tienen que producirse, envasarse y, todos ellos, acaban en una tienda. Las turbulencias de los últimos años les afectan de una manera o de otra y se puede poner la pandemia como punto de inflexión de toda esta serie de desdichas, si bien los supermercados han sufrido estas crisis como ningún otro sector.
La última ha tenido lugar esta misma semana, cuando los agricultores sacaron sus tractores a las carreteras españolas. El sector agrícola no cargaba contra la distribución, pero se puede decir que han sido las principales víctimas. El colapso de las carreteras ha puesto en alerta a las distintas patronales, como son Aecoc, ACES, Anged, Asedas y FIAB, que engloban tanto a fabricantes como a asociaciones de supermercados
En un comunicado, estas organizaciones pidieron que las movilizaciones no se lleven a cabo a costa de paralizar la libre circulación de mercancías y personas. No prevén problemas de abastecimiento, pero sí han causado retrasos y otras incidencias en las plataformas de muchas zonas de España. Además, este es un momento de gran complejidad para los operadores de toda la cadena de valor, por la escasez de transportistas disponibles y la carestía que supone la inflación.
A la vez, comprenden las dificultades de las que se quejan los agricultores. De esa forma, llevan alertando del "gran impacto que, para todos los operadores, tiene la presión regulatoria tanto a nivel europeo como nacional, especialmente en el actual contexto de inflación".
Este es el último capítulo de la odisea del sector retail, pero no hay que echar la vista demasiado atrás para encontrar los anteriores. Aecoc ya advirtió a finales de diciembre de que el bloqueo de la ruta mercantil del mar Rojo ponía en peligro el suministro de diferentes materias primas. Si bien el suministro de alimentos no estaba en riesgo, sí que podían darse problemas para la llegada de otros materiales auxiliares que necesita el sector.
En 2022, dos hechos marcaron al retail y lo pusieron contra las cuerdas. El primero, la guerra en Ucrania, cuando algunos productos procedentes de ese país comenzaron a escasear, en especial el aceite de girasol. Unas semanas después del estallido, la Plataforma en Defensa del Sector del Transporte de Mercancías provocó graves complicaciones en la cadena de suministro.
En ese caso, sí que se pudieron ver huecos en las estanterías de los supermercados como no se habían visto desde el principio de la pandemia. De hecho, desde el sector se habló de un efecto acaparamiento debido a la incertidumbre que sobrevoló esos meses. Mención aparte merece la ya citada pandemia cuando, sobre todo al inicio, se produjeron roturas de stock.
Por otro lado, en ese momento se convirtieron en un sector esencial, de aquellos que no tuvieron que cerrar y que, desde cierto punto de vista, se convirtió en un ejemplo de profesionalidad, en tanto que una vez pasados los peores momentos, acabó funcionando como un reloj.
Los supermercados, en la diana
Ese fue uno de los principales argumentos de los supermercados cuando comenzó la inflación. "Ni antes éramos tan buenos, ni ahora tan malos". No obstante, la subida de los precios les situó en el foco mediático. Los alimentos han sido los productos que más se han encarecido mientras está durando la espiral inflacionista y eso ha servido para que algunos sectores políticos utilicen al sector como chivo expiatorio.
La tensión se elevó hasta llegar a los insultos y a fuertes acusaciones, que se repitieron cuando el aceite se encareció. Es de esperar que las protestas agrícolas se acaben traduciendo en un señalamiento al sector, dada la subida de precios que se produce desde que los frutos se recogen hasta que los consumidores los meten en su carrito.