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Lifestyle, After Office

Christina Rosenvinge: "Aspiro a ser como Leonard Cohen"

"Si hubiera sabido que cumplir 60 era como es, me habría ahorrado muchas angustias en el pasado sobre la idea de cumplir años. Me ha roto todos los prejuicios anteriores"

Christina Rosenvinge
Por Marta Díaz de Santos

A finales del pasado año publicó ‘Los Versos Sáficos’, su último trabajo, en el que reinterpreta los versos de la misteriosa poeta griega Safo desde el pop contemporáneo. La compositora, cantante y actriz que hizo¡Chas! y apareció a tu lado en los años 80 ha puesto banda sonora a muchas de las canciones de nuestra vida. Ahora, a punto de cumplir los 60, y tras protagonizar un episodio de la serie documental ‘El Camino con Johnnie Walker’, Rosenvinge reflexiona con Capital sobre su ecléctica carrera. 

Háblenos sobre su nuevo disco, ‘Los Versos Sáficos’, ¿cómo surge y cómo lo define?

‘Los Versos Sáficos’ nació como un encargo. Todo empezó hace un par de años, cuando una productora de teatro me encargó que idease un proyecto sobre la poetisa griega Safo -de la época arcaica y a quien Platón definió como “la décima musa”- que ha terminado convirtiéndose en un trabajo personal. En principio, el trabajo estaba destinado a la obra, pero después me quedé con ganas de completarlo, así que grabé las canciones, el disco, y ahora las estoy llevando de gira. 

No es un disco personal porque son adaptaciones de poemas y fragmentos de Safo. Es verdad que he metido mucho trabajo personal, en el sentido de que he incluido muchos versos míos, investigando alrededor de la figura de Safo. Ha sido una forma distinta de trabajar que me gusta mucho. Me encanta hacer música para cine u otro tipo de proyectos, es muy bonito trabajar en simbiosis con otros. 

¿Se identifica con la ligereza de Safo?

Yo soy más espartana que sáfica en el sentido de forma de vivir. Soy mucho menos hedonista, ojalá lo fuese más y fuese más jovial, como representa la figura de Safo. Después de tantos años, me siento en una situación de estabilidad y, al mismo tiempo, de respeto en el que la gente cuenta conmigo para cosas tan arriesgadas como ponerle música a Safo.  

A nivel personal, ahora mismo son las diez y media de la mañana y ya he hecho ejercicio, he meditado, he leído… En general, estoy en una situación muy buena, porque la gente cuenta conmigo para cosas muy diversas. Por poner un ejemplo, este año estoy haciendo la música de Safo, he puesto música a una película mexicana, en otra voy a participar como actriz y al mismo tiempo estoy en una gira de rock en Latinoamérica con el disco que grabé hace treinta años. 

Precisamente lo que caracteriza a mi carrera ahora mismo es el eclecticismo y la capacidad de hacer cosas muy distintas y aparentemente opuestas. 

Christina Rosenvinge

¿Cómo es un día a día en su vida?

Un día a día en mi vida nunca es igual. Cuando estoy en casa, llevo una disciplina bastante férrea, precisamente porque los que trabajamos solos dependemos mucho de saber organizar nuestro tiempo. Dedico un buen rato del día a la cuestión de estar en forma, que me parece primordial para mantener la cabeza en su sitio; y también a leer, tanto prensa, como ficción o poesía. 

¿Qué es lo mejor y lo peor de su profesión?

Lo mejor es precisamente que, al estar tan en contacto con el presente, evita que caigas en la nostalgia y te deja poco tiempo para pensar. Lo peor, para mí, es la parte de cargar. Yo llevo un piano, una pedalera, guitarras… 

Cuando voy a actuar, cuando se trata de un show, tengo un equipo que me lo lleva todo, pero parte de mi vida es ir de un sitio a otro para ensayos, pruebas, etc. y me paso el día rodando por el suelo enganchando cables sucios. Pero es inevitable si quieres que todo suene y si estás improvisando constantemente. 

"Soy más espartana que hedonista"

¿Cómo se lleva con lo ‘políticamente correcto’? ¿Le ha supuesto algún problema decir siempre lo que piensa?

Para mí no ha sido un problema y creo que el asunto se exagera demasiado. Sí es verdad que hemos llegado a un punto en el que en la izquierda hay una especie de sistema dogmático por el cual ciertas cosas no se pueden decir ni cuestionar. Eso me parece poco útil, ya que creo que todo se puede discutir y volver a hablar, pero me temo que cuando la gente habla de lo ‘políticamente correcto’ también habla de muchas cosas distintas. 

Por ejemplo, a veces se asocia con no poder decir barbaridades o recibir críticas cuando lo haces. Hay que tener cuidado con el término, porque hay mucha gente que dice cosas que son verdaderas barbaridades, fruto de la bestialidad del pasado, y se escuda en que no le permiten ser o en que le están señalando por no ser ‘políticamente correcto’... cuando lo que está siendo es un bárbaro. Es una expresión que habría que analizar caso por caso. 

Christina Rosenvinge

¿Cree que hemos perdido ciertas libertades?

No lo creo y me parece una barbaridad pensar así, pero sí creo que los nuevos medios de comunicación, es decir, las redes sociales, han simplificado el mecanismo. Antes, hacías una entrevista, decías una frase que elegían como titular y eso daba lugar a distintos significados. Quizá con eso se creaba una polémica, pero tenía un efecto limitado, porque dentro de la entrevista estaba la explicación.  

Sin embargo, ahora no existe la entrevista. Esa frase se reparte por Twitter o por donde sea y todo el mundo reacciona; sin realmente investigar qué es lo que esa persona ha querido decir o cuál es su punto de vista concreto. El ser humano es sofisticado, al igual que el lenguaje, y casi nunca una frase por sí sola expresa lo que alguien piensa. 

Una frase puede estar teñida de ironía, estar dicha entre otras cosas; puede significar mucho dependiendo del contexto y ahora el problema es que al perder el contexto se ha creado una especie de ‘diálogo de merluzos’. 

Como abanderada feminista, ¿qué balance hace del movimiento en la actualidad?

Creo que, ahora mismo, estamos viviendo una pequeña recesión. Hubo una explosión muy importante en 2018, cuando, de repente, todo el mundo salió a la calle y el movimiento feminista llegó al tope de éxito popular. Todo el mundo quería ser feminista en ese momento y estaba aprobado por casi todos los espectros de la sociedad, menos, tal vez, la extrema derecha. 

Pero luego vino una ola reaccionaria que también ha generado muchas divisiones dentro del feminismo y todo eso está suponiendo una recesión. Creo que esa ola de entusiasmo puso en el vocabulario de todo el mundo ciertas palabras como ‘patriarcado’, porque se vivía en la ilusión de que la igualdad estaba conseguida. Pero ahí quedó patente que no y que había que seguir avanzando, la cuestión era cómo y en qué sentido. 

Ha cuajado en el sentido de que ahora las chicas tienen cierto vocabulario para hablar de ciertas cosas, como de los abusos sexuales, pero creo que aún no hemos roto el techo de cristal. El poder sigue siendo masculino, aunque haya más conciencia incluso dentro del propio poder. 

"Las redes sociales han simplificado el mecanismo y, al perder el contexto, se crea una especie de 'diálogo de merluzos'"

¿Qué lugar ocupa la lectura en su vida?

Tanto la prensa como la literatura ocupan un lugar fundamental en mi vida, he compuesto canciones sobre cosas que he leído en el periódico y la literatura, sobre todo, la poesía, que es de donde adquiero el estilo de expresión. 

Si te quedas anclado en un mismo estilo de comunicación, llega un momento en el que te quedas fuera de los tiempos. Creo que es muy importante dialogar todo el rato con el presente. 

¿Es nostálgica con los tiempos pasados?

Muy poco. Solamente me atrapa un poquito la nostalgia cuando veo fotos de mis hijos de pequeños. Echo de menos los mofletes. 

Hablando de mofletes, ¿cómo recuerda sus primeros años como madre y su época en Nueva York?

Por un lado, recuerdo la ternura como algo maravilloso que llenaba los días; pero también recuerdo como cansadísima y a veces un poco claustrofóbica la labor de madre. Es decir, el hecho de no poder ser libre y tener más tiempo para mí misma, las faenas son muy repetitivas… lo recuerdo difícil. La parte de crianza es complicada, pero tiene los dos lados. En ningún momento me he arrepentido de tener hijos, me parece que fue una decisión atolondrada, pero fantástica.  

¿Cómo vivió la conciliación entre la vida familiar y profesional?

Tener hijos a todas las mujeres nos limita muchísimo la capacidad de movimiento. En mi caso, yo no pude ir de gira y tuve que renunciar a proyectos muy bonitos que ojalá hubiesen salido antes o después. Para mí fue un paso adelante en lo creativo, porque pude dedicarme a grabar, a investigar y aprender -ahí aprendí a tocar el piano-, pero claro, limita mucho la capacidad de trabajo y poder trabajar fuera de casa. 

Sé que es complicado, ¿pero podría elegir un sólo disco de toda tu carrera?

Es muy difícil. No podría elegir sólo un disco, podría seleccionar canciones de cada uno. Ninguno de los que he hecho creo que sea perfecto, hay mejores que otros, aunque siempre les encuentro algún defecto, pero ninguno me parece malo. Son imperfectamente buenos.  

"Estar en una banda de rock es de esas cosas que te hacen persona para todo lo demás que hagas en la vida"

¿Se considera exigente?

No lo sé, porque no sé cómo de exigentes son los demás, pero siempre creo que hay margen para la mejora y esa es el primer motivo por el que me mantengo en esto y sin perder la razón. Siempre tengo la sensación de que el próximo disco va a ser el que sea perfectamente bueno. 

¿Quiénes son sus referentes musicales?

Como hermanas mayores, PJ Harvey y Patti Smith son referentes de cómo ser mujer y hacer rock, pero hay muchas mujeres que me parecen interesantísimas. Otro fundamental para mí es Leonard Cohen. En realidad, a lo que aspiro es a ser como Leonard Cohen. 

¿Qué artistas, libros o discos recomendaría en este momento?

De la nueva hornada de artistas, Billie Eilish me parece una compositora brutal, me parece fantástica y, como cantante, también es maravillosa. Rosalía es una piedra angular del pop, creo que es buenísima en todo lo que hace. La conocí de pequeña, cuando estaba empezando, y ya se veía que iba a convertirse en esto. 

En cuanto a los libros, hay uno que yo recomiendo a todo el mundo, le guste o no la música, porque es literatura muy buena. Es el que escribió Patti Smith sobre sus primeros años en Nueva York, ‘Éramos unos niños’. Es una joya.  

Ha participado en la serie-documental ‘Keep Walking: El Camino’, en la que Dani Martín y la marca Johnnie Walker dan voz a los músicos más rompedores de España. ¿Cree que es importante que haya empresas como esta, que impulsen la música y su diversidad?

Absolutamente. Creo que Johnnie Walker ha sido tremendamente audaz a la hora de crear estos documentales en los que no tenía ningún control sobre lo que la gente iba a decir. Las marcas, cuando se meten en cosas así, normalmente quieren controlar el contenido para que les favorezca. 

Aquí, sin embargo, pusieron las herramientas, se lo dieron a Dani Martín y dieron un paso atrás, como diciendo: “que pase lo que tenga que pasar…”. Jugaron un papel más próximo al mecenazgo que a la publicidad, y me parece muy positivo y tremendamente valiente por su parte. 

¿Cómo ha sido su experiencia como protagonista de su segunda temporada?

Descubrí que Dani Martín es un gran conversador. Tiene muchísima capacidad de reacción, es muy empático y tiene una historia interesantísima. Todo lo que hablamos dentro y fuera del micro fue una conversación muy enriquecedora. 

Lo que yo aporto en el capítulo es una canción. Pregunté si podía apropiarme de los versos de Machado e incluirlos en una canción a mi manera. Me dieron libertad total y planteé una cuestión: si todos nuestros referentes culturales, que son nuestro ADN, incluyendo Serrat y Manchado, son masculinos, quiere decir que mucho referente femenino se ha perdido por el camino… 

Así que planteé la historia de Juanita Walker, que nunca pudo salir de su casa porque tenía dos niños. Eso es lo que yo canto: “Juanita no hay camino, se hace camino al andar”. 

Nos despedimos recordando que está a punto de cumplir 60 años, ¿cómo se plantea esta nueva etapa?

Si hubiera sabido que cumplir 60 era como es, me habría ahorrado muchas angustias en el pasado sobre la idea de cumplir años. Me ha roto todos los prejuicios anteriores. 

No tiene nada que ver con el prejuicio que yo tenía y que se suele tener. Curiosamente, cumplir 60 no es muy distinto a cumplir 40. Lo único decisivo e importante en esta vida es la salud, y, si te has cuidado mínimamente, el cuerpo te responde y, además, la cabeza está en el mismo sitio -o donde tú la has querido poner- es una edad maravillosa de libertad total.

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