Los conciertos se han convertido en experiencias inmersivas, lo que ha hecho que los asistentes estén más dispuestos a pagar precios más altos. El mayor ejemplo de ellos está en el regreso de los hermanos Gallagher, quienes anunciaron el pasado agosto su primera gira internacional tras años separados. La vuelta de Oasis ha sido motivo de alegría para muchos fans, aunque también ha supuesto un desafío. Las largas esperas para adquirir entradas en línea y el drástico incremento en su precio —que pasó de 130 a 350 euros dependiendo de la demanda— han sido una odisea.
"Después de la pandemia, la asistencia a eventos ha crecido significativamente, lo que ha llevado a promotores y artistas a usar estrategias como los precios dinámicos, especialmente en eventos con alta demanda", explica Carlos Moreno, profesor en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Según el IV Observatorio Ticketmaster, en 2023 la venta de entradas en España aumentó un 48% respecto al año anterior. Artistas como Oasis y Taylor Swift utilizan este sistema de precios en sus ventas online.
Las quejas de los fans han sido numerosas. Tanto el Reino Unido como la Unión Europea han comenzado a trabajar en normativas que regulen los precios dinámicos en la venta de entradas. "Podría considerarse una práctica abusiva si las plataformas no brindan suficiente transparencia sobre cómo se fijan los precios", señala Jordi Moguel, experto en derecho del consumidor y profesor de la UOC. Moguel identifica dos áreas clave donde estas prácticas podrían ser ilegales.
Primero, si las plataformas tienen una posición dominante en el mercado, estarían obligadas a cumplir con las leyes de competencia, que prohíben conductas como la fijación de precios o la discriminación entre consumidores. Segundo, sus prácticas podrían clasificarse como desleales si, por ejemplo, se ofrecen precios distintos sin una justificación clara o si se manipula al consumidor mediante largas esperas o subidas repentinas de precios, lo que puede llevar a decisiones de compra impulsivas.
Actualmente, no existe una normativa específica en España o la UE que regule los precios dinámicos, lo que genera incertidumbre para los consumidores
Ambos expertos coinciden en que esta modalidad de precios ha cambiado la forma de comprar entradas. Moreno señala que anteriormente los consumidores tenían que hacer largas filas físicas, pero hoy en día el desafío está en actualizar constantemente la página web, compitiendo en colas virtuales para obtener un boleto antes de que se agoten. Este fenómeno, junto con el "sold out", potencia la sensación de exclusividad y pertenencia a un evento único, algo que las estrategias de marketing explotan al máximo. Según datos de Ticketmaster, los precios no solo parecen más altos: de hecho, la entrada promedio subió un 38%, alcanzando los 80 euros frente a los 58 del año anterior.
"Las nuevas normativas europeas, como el Reglamento de Servicios Digitales, podrían forzar a las plataformas a ser más claras, informando a los consumidores sobre los factores que afectan la fluctuación de los precios y limitando los incrementos desproporcionados", apunta Moguel. Por ejemplo, propone que se ofrezca información clara sobre los factores que determinan los cambios de precio, se implementen protocolos para reducir errores en las conexiones o las largas esperas, y se limite el aumento de precios a un porcentaje razonable en relación con el valor inicial fijado por el organizador.
C. Tangana, Coldplay y Taylor Swift no solo presentan música, sino que enriquecen el evento con pulseras luminosas, merchandising exclusivo, invitados especiales, efectos de luces y pirotecnia
Una regulación más estricta podría ser el camino para evitar abusos y proteger a los consumidores, menciona Moguel, señalando como ejemplo la Sale of Tickets Act en Irlanda, que regula el mercado de reventa y podría servir de modelo para controlar los precios dinámicos en el futuro. "Los conciertos ya no se limitan a ser eventos musicales, ahora son experiencias inmersivas que llevan a los asistentes a estar dispuestos a pagar más por espectáculos que ofrezcan algo único y memorable", comenta Moreno. Artistas como C. Tangana, Coldplay y Taylor Swift no solo presentan música, sino que enriquecen el evento con pulseras luminosas, merchandising exclusivo, invitados especiales, efectos de luces y pirotecnia. Sin embargo, Moreno advierte que, con estas expectativas elevadas, el público querrá que todo lo relacionado con el evento (como la restauración, seguridad y transporte) esté a la altura. El aumento en los precios, sumado a la falta de una regulación clara sobre los precios dinámicos, ha hecho que algunos fans no puedan permitirse asistir a estos eventos. En 2023, el 36% de los consumidores decidió no asistir a conciertos por el alto coste de las entradas, según Ticketmaster. Otras razones incluyeron la falta de interés en los eventos (23%), la falta de tiempo (21%) y el agotamiento de entradas (20%). "Es posible que el público con menor poder adquisitivo opte por asistir con menos frecuencia o elija alternativas gratuitas, como los conciertos en festividades multitudinarias en grandes ciudades", añade Moreno.
Mientras los organizadores buscan maximizar sus beneficios con estrategias innovadoras, los consumidores exigen mayor transparencia y protección. Las normativas europeas serán fundamentales para equilibrar los intereses de ambas partes y garantizar un acceso justo y equitativo para todos.