Juan Carlos Fouz, managing partner de CIONET
Las Administraciones Públicas (AAPP) no han escapado a la tendencia de acelerar la digitalización que hemos vivido desde la pandemia. Pero, frente al sector privado, la modernización requerida a la Administración es de una urgencia extrema, bajo el riesgo de retrasar al país y al ciudadano en burocracia que reste competitividad, siendo ya España un país en el que, por su alta descentralización, no es sencillo operar.
Siendo específicos, la agilidad con las que han respondido algunas Comunidades Autónomas contrasta con la situación de diputaciones y ayuntamientos, que han cumplido menos del 50% de los planes de digitalización aprobados en 2015. En Administraciones del Estado como Justicia o Contratación Pública no observo el uso de las tecnologías disruptivas que generarían un salto cualitativo inmediato, como blockchain o los smart contracts, que no parecen formar parte de sus actuales proyectos.
En las conversaciones que he mantenido con líderes digitales, son recurrentes varios temas que ocupan la agenda del año 2022.
Conciencia sobre seguridad
Hemos vivido recientes y numerosas incidencias de seguridad en servicios públicos, en un contexto de aumento de servicios en cloud (la nube) y de auge inesperado del teletrabajo, que rompen con los perímetros protegidos por sistemas tradicionales. Además, la falta de políticas y tecnologías adaptadas a este nuevo entorno, la escasa formación de equipos y la ausencia de cultura en la contratación de seguros de ciberseguridad, pusieron contra las cuerdas a varios servicios críticos y obligaron a replantearse la gravedad de la situación con nuevas inversiones.
Híper Automatización
La velocidad es clave en la respuesta a los trámites administrativos y los ciudadanos están migrando voluntariamente a canales online de autoservicio a un ritmo sin precedentes, generando una oportunidad única para las administraciones más innovadoras. Muchas están destinando recursos a automatizar procesos de interacción con ciudadanos, con tecnologías como la RPA (automatización de procesos a través de la robótica), que eliminan las tareas repetitivas y manuales, lo que genera una propuesta distintiva por la eficacia resolutiva y por su reducción de costes. Por otro lado, se incrementa el uso de LCD (Low Code Platforms o plataformas de desarrollo de interfaz gráfica) como mecanismo de creación ágil con recursos accesibles.
“La agilidad con la que han respondido algunas comunidades contrasta con la situación de los ayuntamientos y las diputaciones”
Administraciones inteligentes
La gran tendencia en el uso del dato es hacer al ciudadano dueño de sus datos para que pueda acceder, hacer uso y gestionarlos. Además, se están fomentando nuevos cuadros de mando para tomar decisiones desde el dato y ofrecerlos al ciudadano. En Inteligencia Artificial se está avanzando en hubs analíticos, para tener servicios cognitivos que se puedan integrar con las aplicaciones y agilizar procesos que dan servicio a los ciudadanos e infraestructura de dato abierto para que servicios y empresas puedan trabajar con la información que la Administración les muestra.
Nuevos modelos de colaboración y contratación
El aumento de demanda de perfiles tecnológicos y la falta de competitividad de la Administración para incorporar talento, obligará a redefinir los actuales modelos de contratación más ágil, con espacios de colaboración público-privada con el objetivo de impulsar la innovación. Es el caso de Madrid Digital, con un proceso de digitalización y de innovación colaborativa que ha sido reconocido como uno de las transformaciones más relevantes realizados durante los últimos años en Administraciones europeas y que permitieron un alto nivel de respuesta durante este periodo de crisis sanitaria.
En general, tras la crisis de los años pasados, está claro que la digitalización de la Administración Pública ha vuelto a ser una parte relevante de la solución. Potenciar su desarrollo en el futuro será clave para ofrecer servicios de valor a ciudadanos, cada vez más digitales y demandantes, y para anticiparnos para potenciales crisis como la que ya sufrimos con la repudiable guerra de Vladimir Putin en Ucrania, que está poniendo a Europa contra la pared.