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Opinión

Javier Urones XTB
Javier Urones
Responsable de Negocio de XTB

Por qué los jóvenes van a decidir cómo ahorraremos

Desde hace unas décadas, la tecnología ha cambiado nuestra vida de forma inimaginable. Acciones como mandar una carta, llamar desde una cabina telefónica o cruzar el país en coche guiándonos por un mapa de carreteras nos parecen de una época muy lejana. Los emails, videollamadas o la navegación GPS se han convertido en una parte inseparable de nuestras vidas.

Sin embargo, los españoles seguimos resistiéndonos a que el progreso tecnológico nos ayude a cambiar ciertas costumbres que realizamos de forma casi inconsciente y en las que actuamos igual que lo hacían nuestros padres e incluso abuelos. Una de ellas es la de ahorrar. Si ya no nos comunicamos o como lo hacíamos hace treinta años, ¿por qué seguimos ahorrando como se hacía entonces?

La respuesta, como cabría esperar, es complicada. Por un lado, conviene remarcar que, en general, los españoles ahorramos poco en comparación con nuestros vecinos europeos, que gozan de tasas de ahorro del 12% frente al 6% de nuestro país, según datos de Euromonitor. Por otro, resulta sorprendente ver cómo España es el segundo país de la eurozona cuyos ciudadanos acumulan más dinero ‘parado’ en cuentas corrientes, solo por detrás de Alemania. Este hecho no hace sino reflejar que somos una de las regiones en las que el dinero resulta más improductivo.

Por tanto, podríamos pensar que el hecho de que sigamos ahorrando como lo hacían las generaciones anteriores es una mezcla entre una capacidad muy baja de ahorro y un interés reducido, derivado probablemente de la escasa educación financiera de la que adolecemos en nuestro país. Por ello, son muy pocos los que deciden emplear tiempo para encontrar el mejor destino para los pocos euros con los que logran llegar a final de mes.

Sin embargo, un grupo de edad que está dispuesto a cambiar esta dinámica, y para el que cada euro cuenta, es el de los jóvenes. Este tipo de cliente, a menudo olvidado por las grandes entidades financieras, está sabiendo encontrar su espacio en los nuevos neobrókers y neobancos que cuentan a su vez con cada vez un mayor tamaño.

Con ofertas de comisiones realmente bajas y productos con mínimos de inversión muy reducidos, es cada vez más habitual ver cómo estos jóvenes se decantan por nuevas entidades y productos frente a la oferta tradicional por la que apostaban sus padres y abuelos. Tener que esperar hasta tres días para poder recuperar el capital en un fondo de inversión, no contar con una valoración en tiempo real de las participaciones o tener que hacer frente a mínimos de inversión de varios miles de euros suponen inconvenientes que este tipo de cliente no está dispuesto a aceptar.

Estas nuevas generaciones son las que están más ligadas a los nuevos avances tecnológicos, y aunque haya pequeños reductos que han aguantado más tiempo, el cambio tecnológico acaba sucediendo. Esto explica el éxito de nuevos productos como los fondos de inversión cotizados (ETFs), en los que el 65% del total de inversores minoristas tiene menos de 35 años.

También observamos un auge de los planes de inversión, carteras personalizadas de fondos cotizados a las que se pueden programar aportaciones periódicas cada mes. En países como Alemania, ya superan los 7,5 millones de planes mensuales activos y más de 15.000 millones de euros en suscripciones netas mensuales.

Pese al poco interés que puedan despertar los jóvenes a las grandes entidades financieras, conviene no olvidar que, si queremos imaginar cómo va a ser el futuro del sector del ahorro, debemos trasladar la mirada a aquellas generaciones que tienen todavía muchos objetivos por cumplir durante las próximas décadas. El hecho de que estas nuevas generaciones crezcan familiarizándose con productos como los planes de inversión supone un factor determinante a la hora de considerar cómo se ahorrará en el futuro.

En un contexto actual, donde en pocas décadas viviremos en Europa el mayor trasvase de patrimonio de una generación a otra, es evidente que el producto de ahorro que logre entrar en el día a día de las nuevas generaciones recibirá no solo la riqueza actual y futura de éstas, sino probablemente también la obtenida por las anteriores.

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