En los últimos años, el avance de los robots humanoides ha dejado de ser una promesa lejana para convertirse en una posibilidad empresarial tangible. Aunque aún estamos lejos de verlos integrados de forma masiva en entornos laborales, los avances en inteligencia artificial (IA) y el interés inversor creciente están empujando a las compañías a explorar cómo podrían transformar sus operaciones. Este fenómeno, aún en fase experimental, tendrá un fuerte impacto en el diseño organizativo, las operaciones y la gestión del talento.
Durante 2024, se multiplicaron las presentaciones de robots humanoides orientados al uso industrial, defensa o asistencia en tareas cotidianas como el cuidado de personas mayores. Prometen una nueva capa de automatización, distinta a la que ya conocemos, en líneas de producción o procesos digitales. Su valor diferencial reside en la capacidad de interactuar físicamente entornos humanos, adaptarse a espacios complejos y ejecutar tareas no estructuradas. Esto implica que no solo sustituirán tareas mecánicas repetitivas, sino que se integrarán en entornos donde la presencia humana sigue siendo predominante: logística, salud, hostelería, retail o mantenimiento.
Uno de los cambios más relevantes será su impacto en la gestión empresarial. Contar con colaboradores que operan 24/7, sin fatiga ni bajas, abre nuevos escenarios en la planificación de recursos, productividad y costes laborales. La clave estará en su evolución hacia una IA multimodal, capaz de interpretar órdenes, entender el contexto y actuar con autonomía. Las empresas que consigan integrarlos de forma efectiva podrán liberar talento humano hacia tareas de mayor valor y responder con agilidad a picos de demanda o escasez de personal.
Sin embargo, pasar de laboratorios a entornos reales no es sencillo. Las empresas que los están probando se enfrentan a limitaciones operativas: movilidad limitada, dificultades para interpretar entornos complejos o velocidad de respuesta insuficiente.
Bank of America estima que para 2050 habrá más de mil millones de robots humanoides en el mundo. El sector crecerá un 36,2 % anual, impulsado por avances en IA, sensores y procesamiento. En EE. UU., Tesla, Figure AI y Boston Dynamics lideran la carrera, con respaldo de inversores como Elon Musk, Jeff Bezos y Microsoft.
“Empresas como BYD, Huawei o Xiaomi se han lanzado al sector aprovechando que el 70% de los componentes de un robot humanoide coinciden con los de un coche eléctrico”
Japón ve en los robots humanoides una solución para el cuidado de mayores y la sostenibilidad de su modelo social. Es uno de los países más envejecidos del mundo, prevé una caída demográfica de 126 a 87 millones de habitantes en 2070, de los que el 40 % serían mayores de 65 años. Allí, médicos, tecnólogos y gestores ya trabajan juntos para reducir la soledad, el deterioro cognitivo y la escasez de personal sanitario. Como afirma Kimiya Ishikawa, director de la residencia Shintomi: “Ningún ser humano puede cuidar 24 horas al día. Solo una máquina puede hacerlo”.
China, con cientos de miles de empresas dedicadas a la robótica, apuesta por liderar la fabricación masiva de robots humanoides como ya hizo con los vehículos eléctricos. Empresas como BYD, Huawei o Xiaomi se han lanzado al sector, aprovechando que el 70% de los componentes de un robot humanoide coinciden con los de un coche eléctrico. En 2023, su gobierno publicó una guía para producirlos en masa a partir de 2025. Se estima que el mercado global alcanzará los 43.000 millones de dólares en 2035, y modelos como Optimus de Tesla podrían costar menos de 20.000 ‘billetes verdes’ si se producen a gran escala.
Esta transformación requerirá nuevos perfiles: diseñadores de interacción humano-robot, expertos en mantenimiento predictivo, ingenieros de comportamiento y responsables éticos. A su vez, crecerá la demanda de habilidades humanas como la empatía, el pensamiento crítico y la creatividad. Esta tecnología redefinirá la fuerza laboral, no reemplazará de inmediato a los trabajadores humanos, pero sí transformará su entorno. El trabajo físico será más robotizado y surgirán nuevas profesiones ligadas al diseño, la supervisión y la ética de estos sistemas.
El potencial es enorme: salud, agricultura, industria, logística, hostelería o entretenimiento. Su adopción, aunque gradual y sectorial, podría convertirse en un factor diferencial para competir en un mercado en el que la eficiencia, la resiliencia y la adaptación tecnológica son claves. La cuestión ya no es si los robots humanoides llegarán, sino cuándo, cómo y con qué impacto.
