La vieja Europa se queda atrás, y, sinceramente, no me sorprende. Bajo un contexto cada vez más exigente, con altos costes fijos, insaciable carga administrativa, incremento regulatorio y decreciente natalidad -que, sin embargo, soporta una gran carga asistencial debido al envejecimiento poblacional-, detona una carga explosiva que perpetúa la baja productividad y desacredita la funcionabilidad y el sentido de pertenencia a la Unión Europea (UE). Es decir, el denominado como euroescepticismo.
Son muchas las voces que llevan años vaticinando que el fin de la abundancia ha llegado para quedarse en Europa, y esto explica porque somos muy pocos a los que no les pilla por sopresa la rotundidad del informe Draghi. Tenemos que tomar medidas urgentes que potencien la innovación y la creación de valor, Europa va a la cola después de Estados Unidos y China.
Este viejo continente que se jacta de tener una larga historia, sin embargo, sigue jugando a la gallinita ciega y mantiene una soberbia ignorancia, plagada de tabúes improductivos, y pone trabas al crecimiento empresarial y, por ende, a la innovación. Pero, como esto ya lo sabemos todos, yo quisiera añadir con igual claridad y rotundidad una serie de puntos.
La base es la ruptura de la mentalidad sobre cómo se concibe el conocimiento. Si no enmendamos la base, jamás saldremos del hoyo. Hace mucho años que dejamos atrás las creencias binarias que marcaban los códigos del saber. El conocimiento se viste de interdisciplinaridad y la nueva ciencia tiene la humildad de saberse dependiente.
Ya no se abordan los problemas desde una sola disciplina, sino que se integran perspectivas de varias áreas, como la neurociencia, psicología, sociología o tecnología, para resolver conflictos complejos de manera global. Las ciencias sociales ya no son las ‘marías’. Necesitamos individuos con pensamiento crítico y con la valentía suficiente para decir NO a todo lo que obstaculice la generació de conocimiento.
La segunda urgencia reside en poner encima de la mesa la cultura del esfuerzo. El trabajo tiene que ser una fuente equilibrada de salud, no tengo duda alguna al respecto, pero el esfuerzo, y sobre todo, el compromiso pasa por tener una vinculación con la empresa, tener claro que la aportación de valor es una cuestión conjunta.
"El talento no se compra con likes ni con sueldos bajos y tampoco se fideliza con sistemas autócratas desfasados"
El crecimiento responsable es una cuestión de todos y cada uno de los miembros del equipo. No se puede seguir pensando en políticas infantiles de buenismo, porque eso no es serio, ni real, ni solvente, nos distorsiona alejándonos de la realidad. La vida conlleva un compromiso que disciplina nuestra rutina, de ahí no nos podemos bajar. Humanización, sí, flexibilidad también, pero con resultados.
La tercera urgencia es la disponibilidad de recursos. El talento no se compra con likes ni con sueldos bajos, tampoco se fideliza con sistemas autócratas desfasados. Ahora bien, el talento tiene que producir, tiene que tomar responsabilidades, lo cual necesita un sistema de gobernanza dual.
La empresa tiene que poner recursos, fomentar la cultura del aprendizaje conjunto y continuado, individual y colectivo, y debe tener la valentía de implementar líderes, no autocrátas ni mediocres con complejos. Personas que sepan gestionar personas con claridad, empatía, humildad y sin titubeos para establecer objetivos y facilitar el talento que crear valor.
La cuarta urgencia es el modelo de crecimiento económico de país. No creo que se pueda vivir sólo del turismo masivo y low cost, España tiene que subirse al carro de la tercera revolución y generar ecosistemas colectivos de innovación, con empresas de músculo y tamaño, con valor y economías de escala y compitiendo por especialización. Necesitamos una visión conjunta de interconexión pública y privada, con el universo académico y la formación profesional.
La quinta urgencia es la infoxicación, la presión social agotadora. La salud mental es una cuestión social que comienza por la autonomía económica, por un futuro de creación de valor. Seamos serios, no tenemos ni cobertura psicológica. ¿Puede una madre soltera controlar su mente si necesita dos empleos para llegar a fin de mes?
La sostenibilidad nunca será sostenible sin la cultura del esfuerzo, que nace de la madurez del compromiso colectivo, serio y solvente.