“Fortalecer la colaboración público-privada en Sanidad no es una opción, sino una obligación”
“La profesión médica no ha incorporado aún el conocimiento tecnológico necesario para adaptar el ejercicio profesional a la nueva realidad”
El sector asegurador es clave en el modelo sanitario actual. Entre 2019 y 2021, es decir, en plena pandemia, la contratación de seguros de salud privados se incrementó un 10,2%, según datos de la Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras (Unespa). Este incremento responde, por un lado, a la mayor preocupación de los españoles por su salud, y, por otro, a la situación de congestión que vive la sanidad pública y la mejora de servicios que ofrece la privada. En este contexto, Capital entrevista al Dr. Enrique de Porres, CEO de Asisa, que repasa la actualidad de la industria.
Después de las últimas decisiones de la Administración, ¿tiene futuro el modelo de colaboración público-privada en España?
La pandemia ha mostrado la necesidad de reforzar la colaboración público-privada para aprovechar al máximo los recursos disponibles, reconstruir el sistema sanitario a corto y medio plazo y desarrollar un nuevo modelo de Estado del Bienestar mucho más sólido y eficiente. La Covid-19 ha puesto de manifiesto las limitaciones de nuestro sistema sanitario, especialmente la limitación de recursos y la rigidez de las herramientas con las que cuenta la sanidad de gestión directa para adaptarse a situaciones de estrés.
En un momento de cambio profundo y acelerado, instrumentos como las normas de contratación con las Administraciones o los estatutos del personal del Sistema Nacional de Salud (SNS) son ineficientes, porque no permiten adaptarse con suficiente rapidez a los cambios sociales, culturales o tecnológicos.
Al mismo tiempo, la pandemia ha mostrado el compromiso de la sanidad privada, que ha atendido al 20% de los pacientes por Covid-19, y su voluntad de colaborar con la sanidad pública. La sanidad privada cuenta con una gran capacidad para innovar, adaptarse a las situaciones de crisis y acelerar su propia transformación.
Por lo tanto, fortalecer el modelo de colaboración público-privado no es una opción, sino una obligación si queremos seguir manteniendo nuestro Estado del Bienestar. Tenemos mucho margen para intensificar esa colaboración y el momento para hacerlo es ahora.
Si aparentemente gestiona mejor, con menores listas de espera y mayores índices de satisfacción de los pacientes, ¿por qué la sanidad privada tiene tan poco apoyo de la Administración?
Es una pregunta que sólo puede responderse desde el poder político. Con las evidencias en la mano, no resulta fácil de entender. Debería existir, al menos, interés por conocer qué podría ocurrir con un mayor concurso del sector privado en el ámbito de la cobertura pública de las necesidades asistenciales de la población. Hay ejemplos con amplia trayectoria, tanto a nivel estatal como de CCAA, para ayudar a realizar estimaciones.
Debo precisar que, en materia de asistencia sanitaria, hablar de Administración, en genérico, puede inducir a error. Desde que se produjo la descentralización de la gestión de la asistencia sanitaria a los servicios autonómicos, hay que puntualizar bien de qué administración queremos hablar.
Al margen de cuestiones puramente ideológicas que también influyen, como ocurre en la actualidad por las tensiones internas provocadas en el Gobierno de coalición por la posición dogmática de uno de sus componentes, la realidad es que no ha habido ninguna iniciativa desde la Administración del Estado, gobierne quien gobierne, dirigida a analizar los pros y los contras de un mayor grado de colaboración público-privada.
En buena lógica, el liderazgo de estrategias para promover actuaciones en esta materia a nivel de Estado, debería corresponder al Ministerio de Sanidad, pero, en la práctica, en lo que a colaboración público-privada se refiere, la única iniciativa de relieve en ese ámbito tiene más de cuatro décadas de vigencia: el modelo asistencial del Mutualismo Administrativo, que sobrevive a pesar de la falta de interés del Ministerio por su viabilidad.
A nivel autonómico, salvo los concursos para aliviar listas de espera, las iniciativas de colaboración están al albur de los procesos electorales y de los cambios de gobierno que comportan y adolecen de las garantías de seguridad jurídica y financiera que servicios de esta naturaleza precisan para garantizar la calidad de sus actuaciones.
Considerando el envejecimiento de la población y la evolución de las listas de espera, ¿cuál cree que es la receta para que el sector sanitario responda a la creciente demanda de la población?
El escenario demográfico actual, marcado por el aumento de la edad media de vida de la población y la creciente capacidad de mejora de la aplicación de los avances científicos a la medicina, favorece la tendencia a la cronicidad de las enfermedades. Como consecuencia, aumenta la demanda de cuidados y de atención a la población hacia los sistemas sanitario y socio-sanitario.
Ese aumento de la demanda es el principal reto de los sistemas sanitarios porque, además, sus características difieren de las que abordábamos en el siglo pasado. La atención a la cronicidad precisa de una organización diferente, basada en el seguimiento continuo del paciente, para controlar su evolución y prevenir recaídas, evitando hacerlo en los centros donde se concentran recursos de alto coste para atender a la demanda aguda más compleja.
Esta realidad nos obliga a impulsar un nuevo modelo de organización y gestión sanitaria que sustituya al actual, demasiado centrado en la atención a los pacientes en los hospitales. Que impulse nuevas políticas en materia de prevención; de actuación predictiva en el ámbito primario; que monitorice a distancia a los pacientes crónicos, coordinando sus actividades con una atención sociosanitaria integral y con una mejor educación de los ciudadanos en salud.
También en este ámbito es esencial la colaboración público-privada para avanzar en el desarrollo conjunto de la cartera de prestación de servicios. En una sociedad cada vez más envejecida, con recursos públicos y privados limitados y con una revolución tecnológica que multiplica los costes, no tiene sentido mantener dos sistemas sanitarios que se desarrollan en paralelo sin apenas interconexión.
Es evidente que debemos avanzar en la complementariedad entre ambos sistemas. No parece difícil, por ejemplo, establecer una colaboración eficaz entre las aseguradoras y el sistema público para reducir duplicidades en costes cuando más de un 22% de la población compra un seguro de salud alternativo a la cobertura pública que sufraga con sus impuestos.
La digitalización afecta a todos los sectores, ¿cómo se percibe este impacto en la salud?
La digitalización está cambiando la manera de gestionar la asistencia sanitaria. Está ayudando a agilizar los procesos de relación del ciudadano con los sistemas asistenciales. Está favoreciendo el manejo de las ingentes cantidades de información que se generan en este tipo de servicios. A través de la Inteligencia Artificial y del análisis de datos se están ya mejorando las capacidades diagnósticas del sistema, aumentando la precisión de sus actuaciones en todo el mundo desarrollado.
Los avances científicos también han acelerado sus procesos, como consecuencia del impacto de la digitalización en todos sus estadíos. Asistimos, asistimos a avances continuos en el campo de la genética; de la medicina regenerativa; de la nanociencia o de la robótica, por poner algunos ejemplos de impacto en nuestro sector.
Es evidente que toda esta innovación precisa un enorme esfuerzo inversor y tiene un impacto directo en costes. Porque, aunque cada actuación pueda realizarse en un tiempo menor y con un mejor resultado, el conocimiento de esas nuevas capacidades en la oferta del sistema, genera siempre demanda existente no conocida o no bien atendida con anterioridad.
Precisamos también establecer sistemas de valoración eficientes con garantía estatal, o supranacional, para discriminar la innovación a incorporar, especialmente en un escenario de desarrollo acelerado de nuevas soluciones.
El otro elemento clave relacionado con estas nuevas posibilidades de actuación, tiene que ver con la formación de nuestros profesionales, que van a tener que trabajar de otra manera y aprender a convivir con otros profesionales, de diferentes procedencias técnicas. Porque la realidad es que la profesión médica no ha incorporado aún, con carácter general, el conocimiento necesario para adaptar el ejercicio profesional a esta nueva realidad.
Tenemos que transformar el modelo formativo aprovechando la propia capacidad que introduce la digitalización para formar a los profesionales que trabajarán en la sanidad tecnologizada del futuro. Y no podemos esperar más para hacerlo, sobre todo si tenemos en cuenta que tardamos más de 10 años en formar a un nuevo médico.
¿Cómo serán los hospitales del futuro?
Como ya hemos comentado, la velocidad de los cambios tecnológicos produce disrupciones en los procesos organizativos y cambios en las instituciones impensables hace muy pocos años. Imaginar el hospital del futuro no resulta sencillo por eso.
Aunque hay algunas premisas ineludibles: concentrarán los avances para el diagnóstico sofisticado y la cirugía super especializada. Tendrán menos camas, contarán con áreas específicas para la formación y la adaptación a la innovación y serán escalables.
Probablemente existirán centros monográficos de atención integral a especialidades de alto consumo de recursos. También centros de alta resolución caracterizados por la escasa duración de las estancias y por la capacidad de seguimiento monitorizado del paciente extramuros. En realidad, el hospital del futuro estará en casa del paciente gracias a las posibilidades que nos da la tecnología.
Confío en que, además, pondrán el acento en la humanización de sus actuaciones para compensar el alto nivel de su dotación tecnológica.
¿Cuál es la clave para competir en un sector como el de los seguros de salud?
En realidad, el seguro de salud está bastante concentrado y las cinco primeras compañías representan casi el 70% del mercado. Para competir en este escenario es imprescindible contar con una cartera de productos cada vez más sencillos, personalizados y adaptados a las necesidades concretas de cada asegurado, tanto en coberturas como en precios, y fáciles de contratar en cualquier canal.
Además, los asegurados reclaman un acceso cada vez más ágil a los servicios contratados, en cualquier momento y desde cualquier lugar. Eso exige contar con una buena capacidad organizativa que permita gestionar los amplios cuadros médicos y los hospitales y centros médicos de referencia de cada territorio con la celeridad necesaria para responder a las expectativas del cliente digital.
Desde un punto de vista comercial, para competir en el seguro de salud es imprescindible contar con una red omnicanal, tanto presencial como online, que esté presente donde están los asegurados y que cuente con procedimientos de contratación sencillos y ágiles.
La inversión es clave para el desarrollo. ¿A qué segmentos o actividades prevé destinar la inversión Asisa?
Mantendremos nuestro plan estratégico, que contempla una fuerte inversión en dos ámbitos esenciales: la diversificación de nuestra oferta aseguradora y la ampliación de nuestra red asistencial propia. Un tercer elemento, transversal a nuestra actividad, es el desarrollo tecnológico que da soporte a toda nuestra actividad.
En este sentido, entre 2010 y 2021, el Grupo ASISA, por su carácter cooperativo, ha invertido 475,8 millones de euros dirigidos fundamentalmente a modernizar su red asistencial propia, liderada por el Grupo Hospitalario HLA, y a incorporar la tecnología más moderna que permite desarrollar las técnicas de diagnóstico y tratamiento más avanzadas.
El desarrollo de una red asistencial propia nos diferencia de nuestra competencia y nos permite garantizar la calidad de la atención, ser más eficientes en el uso de los recursos y mantener una apuesta permanente por la innovación, la investigación y la formación de nuestros profesionales.