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Opinión

Redacción Capital

El ecosistema emprendedor en España

Pedro Nueno es profesor de IESE Business School.

No cabe duda de que hablar de este tema es una preocupación muy generalizada en nuestro mundo actual. Emprender lo definimos como transformar una oportunidad en una empresa. Una oportunidad es un producto, un servicio o un proceso que es una novedad pero que puede generar una demanda. Algunas empresas son lanzadas por más de una persona trabajando en equipo. Así que podemos hablar de equipos emprendedores. En los años 60 se empezó a estudiar con interés el tema de emprender y en los 70 muchas escuelas de dirección de empresas ofrecían algún curso sobre cómo emprender. En algún momento se habló de la genética del emprendedor como si emprender fuese una habilidad genética. Hoy es bastante evidente que existen procesos formales para emprender y que hay muchas personas o grupos de personas capaces de identificar una oportunidad y aplicando esos procesos los transforman en empresas. En los primeros años 80 tuve ocasión de conocer al Sr. Hewlett y al Sr. Packard, en California, en la empresa que habían creado, Hewlett Packard. Eran completamente diferentes, uno hablaba principalmente de tecnología y el otro de economía. Pero no cabe duda de que formaron un buen equipo emprendedor. En España hemos tenido emprendedores capaces de lanzar empresas que han llegado a ser éxitos globales como el Banco de Santander o Inditex.

Con el tiempo hemos ido descubriendo que la iniciativa emprendedora se puede apoyar facilitando aspectos clave como conseguir los fondos necesarios para emprender, lo que llamamos venture capital, o conseguir un espacio donde ubicar la empresa. Poco a poco han ido apareciendo inversores privados y algunos proyectos empresariales para ofrecer capital riesgo y también algunos espacios, principalmente públicos, habilitando espacio, normalmente gratuito o a muy bajo coste, disponible para emprendedores con start-ups.

El IESE fue pionero lanzando hace unos 20 años un fondo de capital riesgo, FINAVES, orientado a financiar start-ups que se considerasen viables lanzados por sus alumnos o exalumnos. El fondo FINAVES I tenía unos 3 millones de euros aportados por diez socios que eran a su vez consejeros del fondo y ellos votaban la aceptación de un determinado start-up para invertir en él. El modelo funcionó y se lanzó un segundo fondo, FINAVES II, y así hasta hoy en que el fondo FINAVES V sigue apoyando start-ups de alumnos y exalumnos. Durante estos 20 años, los fondos FINAVES han financiado unos 50 lanzamientos de start-ups que, a su vez, han creado unos 4.000 puestos de trabajo. Algunos de estos start-ups son actualmente empresas con exitoso despliegue global. Actualmente FINAVES está gestionado por Paula Sancho, con el apoyo legal de Silvia Gomariz, la supervisión del Prof. Albert Fernández y la Presidencia de la Sra. Anna Birulés.
La Caixa ha financiado también start-ups y algunas otras instituciones públicas como el CDTI o el Institut Català de Finances han realizado también algunas inversiones. Asimismo, durante los últimos 10 años se han desarrollado los fondos de business angels, constituidos por grupos de inversores que comprometen cantidades moderadas, pero como grupo o como subgrupos pueden llegar a reunir lo que necesita el emprendedor o el equipo de emprendedores que lanzan el start-up.

Financiar un start-up es más difícil y, por tanto, más arriesgado, que financiar su fase de crecimiento, una vez queda claro que el mercado responde bien al nuevo modelo de negocio. En ese momento hay mucho menos riesgo y hay inversores dispuestos a invertir cantidades más importantes. En el entorno español hay claramente un déficit de capital semilla o venture capital dispuesto a correr el riesgo del start-up. En este aspecto quedamos muy lejos de entornos como el Silicon Valley. Incluso en los casos en que sean fondos de capital riesgo o business angel networks, su proceso de análisis es un poco lento cuando una característica clave de muchos start-ups es la necesidad de avanzar con velocidad por la copiabilidad de su modelo. Tras el éxito del start-up, es mucho más fácil y rápido conseguir fondos para crecer. Hoy hay abundancia de fondos y muchos inversores (individuales, empresariales, family offices, institucionales) están dispuestos a financiar compañías post start-ups que tienen un crecimiento notable y por tanto aumentan claramente su valor y podrán venderse, o sacarse a bolsa, transformándose de nuevo en liquidez pero con incrementos relevantes. Este papel lo juegan fondos de origen español, también internacional, pero tenemos muchos casos de empresas familiares que han decidido crear una unidad de inversiones diversificadas, gestionadas desde la llamada “oficina familiar”.

Podemos decir en conclusión que en el mercado español disponemos de capital riesgo y de private equity, o capital de desarrollo. El segundo, con menos riesgo, abunda más. Pero el mercado no difiere demasiado de otros mercados europeos, eso sí, a un nivel por debajo del norteamericano. Muchas veces se ha afirmado y claramente lo apoyamos, que en EEUU la inversión en capital riesgo tiene una importante desgravación fiscal y esto naturalmente la estimula. Un cierto avance en esta línea estimularía sin duda el capital riesgo en nuestro país y con él la creación de empresas y de puestos de trabajo.

Columna publicada en el número de marzo de 2018 de la revista Capital.

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