Los mercados reaccionan al alza ante el movimiento del BCE mientras digieren los efectos de las quiebras de Silicon Valley Bank y Credit Suisse
La estrepitosa caída el pasado viernes del Silicon Valley Bank ha sumido a los mercados en una incertidumbre generalizada. El aluvión de datos negativos se ha ido extendiendo entre las principales entidades bancarias del planeta. Republic First Bank, Credit Suisse, Commerzbank, BBVA o BNP Paribas son algunos de los nombres que han caído con fuerza en Bolsa en los últimos días.
A pesar de todo, intervenciones como la del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, han sido decisivas para calmar las aguas y asegurar que las inversiones son seguras y el sistema funciona.
La avalancha de subidas de tipos por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) durante todo el año, ha repercutido negativamente en la economía, por la velocidad y la cantidad de veces que se han realizado dichos incrementos. Cuatro ascensos consecutivos de 0,75 puntos y otro de 0,5 en diciembre, denotan la gravedad de la situación.
¿Qué ha hecho Europa todo este tiempo?
La última subida de la FED se produjo el pasado 1 de febrero, cuando la entidad regulatoria decidió que lo mejor era incrementar el precio del dinero en 25 puntos básicos. Pero las recientes caídas del SVB y de Signature, han provocado un terremoto financiero que ha hecho que la Reserva Federal se replantee la situación.
Ahora, con la inflación moderándose hasta el 6% en el país americano, la FED puede levantar el pie del acelerador y relajar una posible subida que se había previsto en otros 50 puntos básicos.
Pero, ¿qué ha estado haciendo la Unión Europea durante el mismo período de tiempo? El BCE, el Banco Central Europeo, encargado de regular estas vicisitudes en nuestro continente, ha ido siguiendo la estela de su homólogo norteamericano.
El 27 de julio del año pasado se produjo la primera subida, que fue de 50 puntos básicos. Pero tras esta, el BCE decidió que dada la situación, septiembre era un buen mes para volver a darle un empujoncito a los tipos, que pasaron a valer un 0,75% más. El dos de noviembre, de nuevo, los tipos volvieron a subir en 75 puntos básicos. Y finalmente, el 21 de diciembre, el Banco Central volvió a incrementar el valor de los tipos hasta alcanzar el 2,50%, otros 50 puntos.
La última subida del BCE, siguiendo el ejemplo de la FED, se produjo el 8 febrero, y volvió a ser de 50 puntos básicos. Pero la situación en Europa es completamente diferente a la del país de las barras y las estrellas.
El BCE seguirá subiendo los tipos
La realidad es la que es. En febrero, la Unión Europea vio como la inflación continuaba estancada en el 8,5%, apenas un 0,1% menos que el dato del mes anterior.
Mientras tanto, Estados Unidos ha mantenido una cifra que raya el 6%. La fulgurante caída del Silicon Valley Bank ha forzado a la FED a frenar en seco; frenazo que no podría haber sido posible si el IPC no se hubiese moderado cuatro décimas por debajo del dato de enero. Los alimentos aumentaron un 0,4% durante el mes, mientras que la aportación de la energía disminuyó un 0,6% durante en el cómputo mensual, ante la caída del gas natural y del fuel oil. En términos anuales, cabe destacar la fuerte caída del 13,6% precio de los coches de segunda mano.
Es decir, con los datos en la mano, la economía americana le ha dado un respiro a la Reserva Federal, a pesar del pánico por las caídas del SVB y de Signature. De hecho, dichas caídas han puesto en evidencia que lo mejor para el mercado yankee no es seguir subiendo los tipos, sino esperar a ver cómo se resuelve la situación de las entidades bancarias.
La Unión Europea continuará con las subidas, y existen tres razones para ello. La primera, ya citada, es la inflación galopante que sufre el continente. La tasa subyacente continuó incendiando las economías del euro, alcanzando un nuevo récord del 5,6%, casi el triple del objetivo del 2% al que quiere llevarla el BCE.
La segunda razón que lleva a Lagarde a mantener el pulso es que no hacerlo sería como mandar a los mercados un mensaje de pánico. En su última reunión de febrero, el BCE subió los tipos un 0,5% y envió un mensaje claro: continuaría en la línea dura de subidas, preparando a los mercados para lo que iba a ocurrir en las siguientes reuniones, y dejando caer que haría lo mismo en marzo. Recular después de haber sido tan explícito con sus próximos pasos podría sumir a los mercados en la incertidumbre.
La tercera y última razón por la que los tipos continuarán subiendo es que de momento, se descarta el riesgo de contagio para el continente europeo. Lo que ha ocurrido con el SVB no ha sido un problema de falta de solvencia, sino de falta de liquidez. En otras palabras: la subida de tipos llevó a muchos clientes del SVB a sacar dinero, pero el banco tenía invertido ese dinero en bonos de largo plazo, y fue esa falta de liquidez haciendo frente a las peticiones de los clientes la que le arrastró a la quiebra.
Por tanto, Europa considera que lo que le ha ocurrido al Silicon Valley Bank no afectará de forma tan dañina a la economía del Viejo Continente.
¿Sufrirá la economía con el aumento de tipos?
Contener el aumento de la inflación es exponer al continente al sufrimiento económico, pero no siempre puede evitarse. Por ejemplo, se dice que el mayor "error" del BCE lo cometió el entonces presidente de dicho organismo, Jean-Claude Trichet en 2008. En aquel momento, Trichet tomó la decisión porque la inflación estaba alcanzado cotas históricas en el Viejo Continente, y contenerla, además de ser el gran objetivo, se había convertido en un desafío.
Pero apenas unos meses después, la quiebra de Lehman Brothers fue el pistoletazo de una de las mayores crisis económicas de la historia, y reveló que el movimiento del entonces máximo mandatario del BCE había sido una catástrofe. La subida descontrolada de precios no venía de un consumo al rojo vivo, sino de un alza de costes. Subir tipos fue como echar un jarro de agua fría sobre una economía aparentemente caliente, pero cuya demanda ya estaba por los suelos.
Ahora mismo, nada parece advertir que eso sea así, pero hay otros indicadores preocupantes que probablemente, han hecho que el BCE no suba los tipos más allá del 0,5% final.
Por ejemplo, tras sufrir el martes su mayor desplome diario de la historia por los rumores de un posible frenazo a las subidas de tipos de interés por parte del BCE, el euríbor volvió a subir una décima este miércoles. La subida que adopte la autoridad monetaria afectará directamente al euríbor, que es la referencia utilizada en España para el cálculo de los intereses en la mayoría de hipotecas variables.
Otro dato preocupante sigue siendo el precio de la energía. Para diciembre, el precio de la luz en España rondaba los 52,03 euros/MWh, aunque gracias a la "excepción ibérica", se ha ido rebajando paulatinamente. En Europa, no tanto. Italia pagaba ese mismo mes a 199 euros/MWh, y Alemania y Francia 175. Por suerte, el tope al precio del gas y del petróleo ruso ha mejorado la situación.
Lo que no ha mejorado en absoluto es el precio de los alimentos, perpetuando el aumento del coste de la vida. Los alimentos y bebidas no alcohólicas subieron un 11,9% de media en 2022 en la UE, según los datos publicados por Eurostat. Los precios al consumidor de vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles registraron el mayor aumento en 2022, un promedio de 18%. Le siguió el transporte, con un incremento medio del 12,1%, y los alimentos y bebidas no alcohólicas. Las demás rúbricas principales subieron todas en 2022, entre un 2% y un 8,1%, excepto el precio de las comunicaciones, que descendió marginalmente un 0,1%.
De hecho, algunos productos básicos de la cesta de la compra han registrado un aumento verdaderamente exagerado. Es el caso de los huevos, que han incrementado su precio hasta en un 85% en Chequia, un 80% en Hungría o un 79% en Eslovaquia. En España y Alemania la horquilla ronda el 18-20%. Y en el conjunto de la UE, según Eurostat, un 30%.
Por último, preocupa también la propia situación del Banco Central Europeo. En febrero, tras sufrir pérdidas históricas, el BCE tuvo que tirar del 20% de su colchón financiero para paliar los daños, lo que repercutió en unas pérdidas de 1.627 millones de euros. Estas provisiones son un colchón que lleva años construyendo el BCE para utilizarlo en ocasiones como estas. De modo que sin tener en cuenta las provisiones, estas sería las primeras pérdidas del BCE en casi dos décadas. Unas pérdidas provocadas por la fuerte subida de los tipos de interés y que han "congelado" la distribución de dividendos a los tesoros de los gobiernos.