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Tecnología

La inteligencia artificial pone en jaque a la industria musical: la propiedad intelectual está en juego

Por María Nogales

Arun Sundararajan (Universidad de Nueva York): ““Es esencial que los formuladores de políticas y los legisladores reexaminen y actualicen las leyes de derechos de autor"

La inteligencia artificial (IA) y los avances tecnológicos han dejado constancia de la importancia que han cobrado en los diferentes ámbitos de nuestra vida y en todos y cada uno de los sectores económicos. Pero, cuando pensábamos que ya habíamos alcanzado todos los límites posibles en cuanto a las nuevas creaciones que han surgido a raíz de esta revolución digital, la tecnología sigue dándonos de qué hablar.

En esta ocasión hablaremos de cómo ha afectado la inteligencia artificial a una industria creativa por antonomasia: la musical. Y no solo creativa, la realidad es que la música está ligada a la tecnología desde mucho antes que otros sectores. Hasta ahora, avances como el Auto Tune (un modulador de la voz humana que sirve para corregir las inexactitudes y errores en las grabaciones musicales y que existe desde principios de los 90) habían puesto en jaque la naturalidad de infinidad de obras musicales, pero parece que habrá más tela por cortar.

La IA está dándole una vuelta de tuerca a lo que hasta ahora conocíamos como música y es que hasta el menos prodigioso en lo que a la voz respecta puede llegar a crear un éxito mundial que rompa el número 1 mundial de las emisoras gracias a esta herramienta. Y esto, como era de esperar, está inquietando a abogados y expertos en medios digitales, porque ¿qué pasaría si un artista reconocido está siendo saqueado porque la IA ha creado un hit con su estilo propio? Veamos qué explica el profesor de la Universidad de Nueva York, Arun Sundararajan, en la Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Tianjin, China, para responder a todas estas incógnitas.

La inteligencia artificial pone el peligro la propiedad intelectual

Según explicó el profesor Sundararajan, los sistemas de IA generativa no sólo generan contenido nuevo en abstracción, sino que pueden adaptarse para generar contenido al estilo de una persona específica y, por lo tanto, puedes llegar a “crear nuevas canciones de los Beatles o escribir un poema como Maya Angelou”.

Y esto es lo que ha ocurrido recientemente cuando diferentes vídeos de versiones de canciones populares se han hecho virales en TikTok. En cuestión de poco tiempo se pudo averiguar que estos artistas que aparecían en los vídeos nunca habían grabado esos videos, sino que habían sido producidos íntegramente con inteligencia artificial.

En concreto, fue Jered Chavez, un estudiante universitario de Florida, quien pasó de jugar una noche con herramientas de inteligencia artificial a tener un éxito viral a finales de marzo. Publicó un vídeo en el que Drake, Kendrick Lamar y Ye (antes Kanye West) cantaban "Fukashigi no Karte", un tema de una serie de anime, acumulando más de 12 millones de visualizaciones en tan solo un mes, según la web especializada en inteligencia artificial, The Verge.

Pero, tal y como el propio profesor de la Universidad de Nueva York se preguntó, ¿de qué sirve tener una ley de propiedad intelectual si no puede proteger la propiedad intelectual más importante? Es decir, su proceso creativo.

Según se advirtió en la Reunión Anual del Foro Económico Mundial, es “esencial que los formuladores de políticas y los legisladores reexaminen y actualicen las leyes de derechos de autor para permitir la atribución adecuada y la reutilización ética y legal del contenido existente”.

La cuestión de la autoría

Ante esta situación, cabe preguntarse a quién pertenece todo aquello que se crea a través de la inteligencia artificial, una de las principales cuestiones de la política y la protección del consumidor cuando se trata de la gobernanza de la inteligencia artificial generativa.

Ante esta cuestión, Arun Sundararajan expone que, por ejemplo, cuando alguien crea nuevas canciones de los Beatles, la propiedad de una persona, en este caso, el grupo musical, sobre su proceso creativo y sobre su inteligencia, comienza a ser desafiada por la tecnología.

Así, continúa, en el pasado nunca nos habíamos preguntado qué pasaría con la ley intelectual si esta no es capaz de proteger el proceso creativo, porque se asumía, “de forma predeterminada”, que cada uno era dueño de cómo creaba las cosas. “En este momento, tenemos que extender la ley de propiedad intelectual para proteger no sólo las creaciones individuales, sino el proceso de creación de un individuo en sí”.

Entonces, ¿están nuestras identidades en juego? En palabras del profesor, el proceso creativo de cada uno es parte de su identidad como ser humano, pero también es una parte importante de su capital humano.

“El problema es que ahora un sistema de IA generativa puede tomar cientos de ejemplos de lo que un individuo ha creado y comenzar a replicar su proceso creativo, despojándolo de alguna manera de su identidad humana o quitándole parte de su capital humano. Y esto es algo que estamos viendo mucho en las industrias creativas, en la industria del arte y en la industria de la música. Los estilos de los caricaturistas están siendo replicados por la IA que genera arte. Los estilos de los músicos están siendo replicados por la IA que genera música”, sostiene.

Y claro, ahora también surge la duda de quién es el dueño, por ende, de la propia inteligencia. En este sentido, Sundararajan apunta que la diferencia entre la inteligencia artificial generativa y la IA que había antes es que la generativa puede crear contenido completamente nuevo basado en patrones o ejemplos anteriores.

Esto, principalmente, quiere decir que puede crear contenido nuevo basándose en el estilo de una persona en particular y ahora, por primera vez, “la propiedad del proceso creativo de un individuo en particular o de su inteligencia está en juego”.

“Y si no conservamos la propiedad de nuestra inteligencia y nuestro proceso creativo, entonces los individuos tendrán un incentivo mucho menor para desarrollar esa inteligencia, o ese capital humano, en primer lugar. Y esto es realmente malo para una sociedad capitalista”, defiende el profesor.

A esto, añade que ceder nuestro proceso creativo a una IA plantea un desafío para los creadores y es que les quita su identidad y les da menos incentivos para desarrollar la capacidad de practicar su arte.

Los avances legislativos

Según subraya Sundararajan, la ley no está clara en la actualidad y es que cada sistema de inteligencia artificial que se utiliza en la actualidad se creó a base de entrenamientos con diferentes ejemplos. Muchas discusiones se han centrado en si está bien o no que las empresas de inteligencia artificial utilicen las creaciones de otras personas para esto.

Ante ello, hay quienes argumentan que esto entra dentro de la doctrina del uso legítimo, que existe en EEUU, la UE y China, donde si estás transformando lo que estás usando en algo suficientemente diferente, de una manera que no afecte al valor comercial de lo que estás usando, está bien y no se infringen los derechos de autor.

“La ley tampoco es clara hoy en día sobre la propiedad asociada con algo generado por IA, una creación particular. Entonces, si un sistema de IA escribe una historia, genera una obra de arte o compone una canción, en algunas jurisdicciones, si es completamente generado por IA sin participación humana alguna, nadie es propietario, es de dominio público”, expone.

Sin embargo, si hay suficiente asistencia humana, como proporcionar una historia que la IA completa por ti o si creas una canción y luego es generada por la inteligencia artificial, entonces sí puedes considerarte propietario de los derechos de autor.

“Sobre la cuestión de quién es el propietario del proceso creativo, parece haber poca o ninguna ley que nos dé una respuesta definitiva sobre cómo podemos reclamar la propiedad de nuestro proceso creativo. Lo que probablemente suceda es que Estados Unidos, la UE o China –uno de estos tres– asuman un papel de liderazgo y definan el primer conjunto de directrices y leyes sobre la propiedad individual de sus procesos creativos y el uso de datos para entrenar algo como ChatGPT”, concluye el profesor de la Universidad de Nueva York, Arun Sundararajan.

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