El regreso a la ortodoxia económica se palpa entre los gobiernos europeos, lo que podría significar que se producirán recortes en los presupuestos de los países
Frente a los recortes presupuestarios que trajo la "Gran Recesión", los gobiernos europeos optaron por darle fuelle a la economía utilizando el dinero de las arcas públicas como combustible. El caso más paradigmático es el de Angela Merkel, que en la primera gran crisis del nuevo milenio condujo a sus socios europeos, sobre todo a los del sur, a reducir los gastos: si la burbuja explotó y no había ingresos, tampoco podía haber gastos.
La aproximación a la crisis que trajo la pandemia en 2020 llevó a los gobernantes europeos, incluida la dirigente germana, a poner todos los recursos necesarios al servicio de la población y sus empresas para amortiguar la caída económica y evitar un colapso absoluto. Cabe mencionar que, salvo en unos pocos casos, los Estados tampoco disponían del dinero necesario para hacer frente a estos nuevos gastos.
De esa forma, desde 2020 se ha emitido deuda por todos los medios posibles, de forma que los países pudieran sufragar los gastos sociales a los que se habían comprometido. Así, Europa se saltaba sus propias reglas fiscales, impuestas para que algún o algunos gobiernos imprudentes no arrastraran en su caída al resto.
Dichas reglas consisten, de forma muy sucinta, en que los Estados deben comprometerse a mantener un cierto nivel de deuda y déficit, a saber: el déficit público debe mantenerse por debajo del 3% del PIB, mientras que la deuda pública no puede superar el 60%. Saltarse esas reglas supone que las instituciones europeas están capacitadas para auditar cada gobierno y sus gastos, de manera que se intente retornar a los niveles acordados.
Frente a imprevistos, se introdujo la llamada "cláusula general de salvaguardia", que da permiso a los estados para saltarse las reglas fiscales en casos excepcionales, como puede ser la pandemia. Por ello, en 2020 se activó dicha cláusula, que ha seguido en activo entre 2021 y 2023. Se puede decir que con esa cláusula vale todo en el plano fiscal, algo que algunos miembros cuestionan con dureza.
De hecho, esa es una de las principales tareas a las que se ha enfrentado la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño. El papel de España, al ostentar la presidencia de turno, ha consistido en presentar una propuesta que terminara con la situación excepcional de las reglas fiscales. Como la cláusula general seguirá en activo por poco tiempo, es necesario rehacer las normas fiscales, dado que el panorama es muy distinto al de principios de 2020.
En Capital hemos informado acerca de la deuda pública de España, que ha aumentado en términos generales, si bien se ha reducido en comparación con el PIB (111%) gracias al crecimiento económico registrado en los últimos tiempos. No es el único país que cuenta con una deuda alta, puesto que Italia supera el 141%, Portugal acumula el 112% y Francia se mantiene en el 111%, como España. Incluso Alemania supera el límite marcado por las reglas fiscales europeas, ya que su deuda representa el 66% del PIB.
Algo similar ocurre con el déficit anual, puesto que numerosos países incumplen el límite del 3%. España alcanza el 4,7%, Francia acumula una cifra similar, mientras que en Italia se excede el 8%. Por su parte, en Alemania el déficit representa el 2,5% del PIB.
Desde los países con mayores niveles de deuda se ha dicho que no tiene sentido seguir las normas que se impusieron en momentos más benignos para la economía. En el lado contrario, Alemania está de acuerdo en que hay que establecer salvaguardas y excepciones pero pide "hablar de números". Concretar cómo y cuánto se tienen que comprometer los países de ahora en adelante a reducir sus deudas.
Será el próximo 8 de diciembre cuando los ministros europeos de Economía y Finanzas se reúnan para deliberar cuáles serán las nuevas normas a seguir. Es el mismo día en el que Calviño podría ser designada presidenta del Banco Europeo de Inversiones, o bien se alzaría con ese puesto la otra principal candidata, Margrethe Vestager.
A falta de conocer con detalle en qué consistirán las nuevas medidas, sí que se puede esperar que la hora feliz de deuda empiece a acabarse. El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, explicó este mismo martes que la política fiscal de la UE puede volverse "restrictiva" en 2024 y 2025. Si bien es comprensible la reacción de los Estados a la crisis, también es cierto que existe "una necesidad" de recuperar ratios más sanos que den una mayor seguridad a las finanzas públicas.
En ese sentido, los numerosos planes de choque contra la crisis de la pandemia, extendidos después por la inflación, podrían enfrentarse a recortes en poco tiempo. Hay que recordar que esa consolidación fiscal tiene lógica en un entorno en el que la política monetaria también ha apostado por la restricción, como muestran las numerosas subidas de tipos que ha ejecutado el Banco Central Europeo.
La estabilidad fiscal es también una de las principales preocupaciones de los líderes empresariales en España, tal y como concluye una encuesta del Centro para la Nueva Economía y Sociedad del Foro Económico Mundial. Se trata de una preocupación que es mucho más elevada en el caso de España, a la que acompaña la amenaza de una recesión económica.