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Revista Capital

Claves para crear una cultura que ilusione

El autoconocimiento, el primer paso hacia el liderazgo

Claves para crear una cultura que ilusione
Por Redacción Capital

Jaime Oliveira: "La cultura produce integración en caso de que los colaboradores se identifiquen con ella o desafección en las personas con otros intereses”

Rafael Martí Fernández, ex director corporativo de Personas y Talento en Baleària, reflexiona al final de su carrera sobre el actual desempeño del departamento de Recursos Humanos en la empresa y advierte: “Corremos el riesgo de convertirnos en lo que ahora muchos denominan el proveedor interno de servicios para el cliente interno. Creo que eso no es bueno, porque provoca que nos quedemos fuera del núcleo duro del negocio. El cliente debe ser el mismo que es para las distintas áreas; es decir, el externo, el que ayuda a sobrevivir, aportar y generar valor. A partir de ahí, la involucración en el núcleo del negocio tiene que ser total. Eso sí, con el foco puesto en las personas, consiguiendo su integración, ayudando a que la gente se sienta parte de un proyecto, etcétera”.

Jaime Oliveira Agulló, licenciado en filosofía, con estudios posteriores en psicología, directivo durante décadas en el ámbito de las personas en el Banco Urquijo, grupo Continente y ex consultor en Garrigues, entre otros, nos habla de la importancia de crear una cultura corporativa. Para ello, confiesa que, además de ser líder en el mercado, uno debe serlo en emociones.

En el libro ‘Comprometidos con la empresa (Cómo crear una cultura que ilusione)’, que firma junto a Natalia Gómez del Pozuelo y Gerardo Corbal Pajares, afirman que “la cultura de una empresa no está escrita, se encuentra más bien en el ambiente de trabajo y está constituida por los parámetros de comparación de uno mismo con el resto de personas de la compañía. No sólo tiene que ver con la política de la empresa, sino con la forma en la que se hacen las cosas”. Y concluyen que tener una cultura fuerte “produce integración en caso de que los colaboradores se identifiquen con ella, o desafección en las personas con otros intereses, lo que provoca en esos casos el abandono”.

José Ignacio Echegaray: "Las organizaciones tienen que hacer cosas para que las personas experimenten una transformación y vean lo que antes no veían"

Para facilitar la confianza, garantizan que la clave es mirar a las personas a los ojos y escucharlas empáticamente, dedicándoles un tiempo de calidad. “Si eso se refuerza con coherencia, simplicidad (que no simpleza) y con un buen conocimiento profesional, se genera responsabilidad individual en una relación de equipo”, añaden.

Además, aseguran que la confianza es uno de los elementos fundamentales para el éxito de las empresas, “pero la confianza no está reñida con el control ni con los mecanismos claros de la dirección”; y recuerdan que el respeto al tiempo y al trabajo del otro forman parte del respeto a uno mismo.

Con una amplia experiencia en este sector, José Ignacio Echegaray del Campo, dedicado durante gran parte de su trayectoria a las relaciones laborales y al desarrollo de las personas en empresas como Prosegur o Carrefour, reconoce que el mundo ha cambiado y las organizaciones necesitan alinearse con él.

“No podemos seguir trabajando con los mismos esquemas. Las organizaciones tienen que hacer cosas para que las personas experimenten una transformación, aprendan a ver lo que antes no veían y eso lleve a desarrollar su trabajo de una manera diferente e innovadora. Se trata de un cambio de conducta y de comportamientos que tiene que ir acompasado con un liderazgo que genere confianza y que provoque compromiso en las personas”, señala Echegaray.

Rafael Martí: "Corremos el riesgo de convertirnos en lo que ahora muchos denominan como el proveedor interno de servicios para el cliente interno"

Rafael Martí advierte que cada vez más empresas están poniendo el foco en la herramienta y no tanto en el núcleo de aportación de valor desde el área; que implica conseguir que la gente se sienta parte del proyecto, está creciendo… “Para eso se necesitan herramientas, pero nunca pueden sustituir el núcleo desde el que se puede aportar valor. El área de los RRHH tiene que estar absolutamente involucrada en la vía de negocio y enfocado en cómo las personas pueden aportar cada vez más valor al proyecto empresarial”, añade.

Por otro lado, Echegaray del Campo reivindica que, al final, de lo que se trata es que la gente que trabaja en el mundo de la empresa esté a gusto y no al contrario. “Yo parto de una base y un principio y es que para que uno esté bien hay que ser consciente de que estamos tratando con personas que no son algo, sino alguien; ya que el único ser vivo que tiene inteligencia y voluntad es el hombre.

“Dentro de eso, hay que tener en cuenta la dignidad, la cualidad más importante que tiene un individuo. Eso supone que hay que respetar todos los valores y principios inherentes a la persona: el respeto a la libertad, a la vida… Este debe ser el punto de partida”, sentencia.

“Y lo que verdaderamente ilusiona a la gente es que se vea tratado como una persona. Para llevarlo a cabo, hay una herramienta que hemos utilizado siempre: el aprendizaje, la formación. Pero cuidado, porque en RR.HH. nos hemos dejado llevar por las modas: el talento, la gestión del conocimiento… Yo he recurrido a ellas cuando me han sido útiles, hacerlo porque está de moda no aporta ningún valor añadido”, puntualiza Echegaray. 

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