Desde su aprobación en 2015, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han servido como espejo de doble cara: vemos lo que somos, pero también lo que aspiramos a ser como sociedad. Ante ese espejo, cuando apenas quedan nueve años para llegar a la meta de la Agenda 2030, y aún envueltos en una crisis sanitaria sin precedentes en el último siglo, no se puede negar que todavía quedan muchos pasos que dar. Pero, sobre todo, debemos plantearnos la pregunta de si nuestras infraestructuras están preparadas para desenvolverse en un mundo más sostenible.
“El ODS 9 habla de ‘Industria, innovación e infraestructura’”, dice a Capital César Franco, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid, “y hace referencia a fomentar el desarrollo de los países mediante su industrialización, generando empleo de calidad que ofrezca oportunidades a todas las personas”. Sin embargo, para que esto suceda, “es necesario contar, de forma paralela, con infraestructuras básicas, tanto tecnológicas como de redes de transporte, acceso a energía, agua o saneamiento, que no siempre están disponibles en países en vías de desarrollo. Y en países desarrollados como el nuestro tienen amplios márgenes de mejora en aspectos como la sostenibilidad”. Así, las construcciones deben aspirar no solo a cumplir con su función, sino, además, como apunta José María González, director de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA Renovables), es necesario que sean “respetuosas con el entorno y, sobre todo, que sus usos energéticos vayan acordes a los objetivos que tenemos en cuanto al consumo renovable y a la no generación de CO2”.
“En España han cambiado mucho las cosas en los últimos años”, continúa González. “Venimos de un periodo, en los 90, en el que, a la hora de levantar cualquier infraestructura, todo se hacía sin tener en cuenta los criterios de sostenibilidad”, explica. Sin embargo, el hecho de que, a día de hoy, se aprueben leyes como la de Cambio Climático y Transición Energética es, para el director de APPA Renovables, síntoma de que a nivel social nos hemos comprometido con esto. Pero, a pesar de los pasos dados, Franco señala que aún existen varios retos que abordar en los próximos años. “El primero, desde el punto de vista de los ODS”, apunta, “es el peso de la industria en nuestra economía”. En este sentido, considera que es vital aumentar su peso en España, ya que esto implica generar más empleo estable y de calidad. “Cada puesto de trabajo en la industria genera 2,2 empleos en otros sectores”, asevera. Asimismo, Franco explica que el segundo gran reto es cambiar la forma de plantearnos los modelos productivos, es decir, “pasar de modelos lineales hacia una economía circular real en todos los elementos de la cadena de producción”.
Por último, el tercer reto que destaca Franco –aunque subraya que hay muchos más– es la energía, sobre todo en el sector industrial, el cual representa el 23,5% del consumo nacional. “Asegurar que se lleva a cabo un proceso gradual de descarbonización en estos sectores, manteniendo al mismo tiempo su competitividad en los mercados internacionales, es clave para el mantenimiento del empleo”, apunta. Pero, a pesar de estos grandes retos que se presentan para los próximos años, Franco subraya que en España tenemos dos grandes ventajas: el talento y las empresas. “Basta con salir al extranjero para poner en contexto el valor tanto de nuestros ingenieros, como de las grandes empresas de ingeniería, líderes en el desarrollo de infraestructuras en todo el mundo”, afirma. Pero hace una matización: “A pesar de la importancia de las grandes empresas como referentes de la sostenibilidad o digitalización, es imprescindible que esta transformación cale en todas las capas de nuestra economía, compuesta fundamentalmente por pymes”.
Inversiones de impacto positivo
Pero, a su vez, para lograr estos objetivos, la creatividad de esas pequeñas y medianas empresas se hace indispensable, así como el compromiso social. Da fe de ello Jordi Solé, socio director de ECrowd!, una plataforma de financiación participativa cuyo objetivo es canalizar fondos de personas hacia inversiones de impacto positivo medioambiental o social. De esta manera se financian, principalmente en forma de préstamos colectivos, inversiones en instalaciones de energías renovables o de ahorro energético en empresas, comunidades y ayuntamientos, así como también otros tipos de infraestructuras de impacto positivo como las redes locales de fibra óptica. Basándose en su experiencia, Solé subraya que, en España, “en el campo de las energías renovables, y más concretamente en el del autoconsumo fotovoltaico, se está haciendo un gran trabajo a nivel legislativo para eliminar las barreras injustificables que existían en contra de su implantación”. “Solo con eso y con su ya evidente ventaja competitiva a nivel de costes, la implantación de las energías renovables debe acelerarse para cumplir con los objetivos de las ODS y combatir el cambio climático que amenaza el planeta”, afirma.
En este contexto en el que, además, pronto llegarán los Fondos Europeos de Recuperación, el presidente de APPA Renovables considera fundamental que se aúnen los ODS con los recursos que están por llegar. “Estamos ante una oportunidad magnífica, porque si todos esos fondos se invierten de manera inteligente, se podrá crear industria, empleo y riqueza a partir de ellos”, asegura, convencido de que, si se hace bien, se puede lograr una España sostenible no solo de cara al presente, sino también al futuro.
De acuerdo con él se muestra Bethlem Boronat, directora del master en Design Thinking y Customer Experience de EAE Business School, quien asegura que siempre es un buen momento para invertir en innovación y en sostenibilidad. “La innovación va a ser fundamental para pensar cómo desarrollar nuevos modelos de relación económica que no tengan que estar necesariamente vinculados con el crecimiento porque, si solo nos centramos en crecer, sin pensar en nada más, a va a ser prácticamente imposible ser sostenibles”, explica, apuntando además que será justamente el apostar por la innovación lo que va a “ser clave para lograr establecer nuevas formas de trabajo y de desarrollo más responsables y más justas socialmente”.
La “palanca” digital
Ejemplo de ello es el apostar por la digitalización, no solo en el ámbito del consumo sino también en todos los eslabones de la cadena de producción. “Las herramientas tecnológicas y la digitalización pueden ayudar a hacer más eficientes algunos procesos, impactando positivamente en la sostenibilidad, no solo a efectos medioambientales, sino también por ejemplo, mejorando las condiciones laborales, la conciliación, los espacios públicos, etc.”, afirma Boronat, advirtiendo, a su vez, que es necesario vigilar también cómo se aplica ese conocimiento tecnológico y digital desde el prisma de la sostenibilidad para evitar, por ejemplo, excesivos consumos de energía. “Precisamente ahí es donde, de nuevo, el impacto de las soluciones innovadoras será fundamental”, subraya.
En este sentido, Franco asegura que, si bien con la llegada de los Fondos Europeos nos encontramos ante una posibilidad transformadora de nuestra industria sin precedente. “El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia es más amplio y ambicioso, concentrando el 40% de las inversiones en la transformación verde y el 30% en la transformación digital, apostando por la descarbonización y las infraestructuras verdes en un camino hacia un sistema energético limpio de emisiones, o acelerando la transformación digital de nuestra economía”, explica. Así, elementos como la Hoja de Ruta del Hidrógeno Renovable, la Hoja de Ruta del 5G o la Estrategia de Inteligencia Artificial serán claves en dichas inversiones. Especialmente la última en relación con otro de los retos que se presenta ante nuestra industria: el dato.