Los alimentos insisten en seguir dando titulares a la prensa económica. Todo el sector alimentario sufrió la inflación como ningún otro, influido por factores diversos como la guerra de Ucrania y las malas cosechas. El cacao sufre una situación similar a la que tiene el aceite de oliva, pues ambos sufren por la sequía, lo que eleva los precios a niveles nunca vistos.
Puesto que estamos comparando, hay que decir que el aceite ha sufrido variaciones leves en los últimos años. La naturaleza del olivo provoca que se alternen buenas y malas cosechas, lo que va regulando los precios. No es el caso del cacao, cuya principal característica ha sido la estabilidad. De esa forma, si tomamos los últimos cinco años, vemos que los futuros del cacao se han movido entre los 2.200 y los 2.700 dólares la tonelada.
Fue a partir de marzo del año pasado cuando el cacao comenzó a traspasar esa barrera, aunque no fue hasta mayo cuando superó los 3.000 dólares. Desde entonces, se ha producido un aumento vertiginoso, hasta el punto de superar los 10.000 dólares este mismo martes. Y, tan solo en dos meses, el cacao ha duplicado su precio, dado que a inicios de febrero se pagaba a 5.000 dólares la tonelada.
Para poner este aumento en contexto, el cacao ha gozado de un incremento del 244%, mientras que el de bitcoin ha sido del 162%; y el de Nvidia, del 258%. Como apuntan desde eToro, esta revalorización marca un reto para la industria y también para los consumidores, que tendrán que pensarse dos veces si siguen consumiendo productos que lleven cacao una vez que el precio se traslade a dichos productos.
Desde luego, las perspectivas no son halagüeñas, según el análisis de Diana Gomes, de Bloomberg Intelligence: "El chocolate podría ser aún más caro en la Semana Santa de 2025 si las enfermedades del cacaotero y las inclemencias del tiempo prolongan el déficit en medio de los altos precios del azúcar".
Causas y consecuencias
Aunque los fabricantes tienden a buscar alternativas para no trasladar la subida de sus costes, esta ha sido inevitable. Según los datos de enero de la consultora NIQ, el chocolate ha sufrido una revalorización del 7,9% en el último año, mientras que el cacao se encarece un 7,3%. Cabe destacar que este aumento de precio se produce antes de que el cacao duplicara su valor.
La evolución de los precios y la demanda son inciertos, pero el del aceite puede ser un buen ejemplo, si bien es cierto que resulta un producto básico, cosa que no es el cacao ni el chocolate. Ante un incremento del precio del 67%, la demanda del aceite de oliva se ha reducido un 21%, mientras que la del aceite de oliva virgen extra cae un 12%.
Los expertos dan por segura una continua revalorización del cacao este año. El blog de CaixaBank apunta que no solo existen causas coyunturales para esta subida.
La demanda ha acabado resistiendo a la inflación de los alimentos y a la subida de los precios de la energía, lo que ha repercutido en la oferta. Así, la pelota queda en el tejado de la producción, que ve cómo resulta difícil responder a la demanda. Ghana, el segundo productor mundial de cacao, vio reducida su producción un 42% en 2022.
Y este año, las cosechas a nivel mundial podrían ser aún menores, el 11% según la Organización Internacional del Cacao. En esta problemática influyen causas como el cambio climático y el fenómeno de El Niño, que afectan especialmente a África Occidental, donde se encuentra Ghana y también Costa de Marfil. En ese sentido, hay que tener en cuenta que estos dos países producen cerca del 60% del cacao.
El déficit de lluvias se traduce en menor producción, pero también en la proliferación de plagas que afectan a la salud de los árboles de cacao. A la vez, los pesticidas y fertilizantes se han encarecido desde la invasión de Ucrania. Esta problemática también la sufren los cereales, como el trigo, la cebada y el centeno.
Visto que el cacao puede seguir subiendo, los productores tendrán que tomar medidas para no trasladar toda la subida de costes al consumidor. Entre las opciones, pueden optar por utilizar menos cantidad de esta materia prima, fomentar el uso de otros ingredientes como frutos secos, caramelo y frutas; o reducir el tamaño de sus envases, la conocida reduflación.