Si imaginamos un país sano y próspero, este será seguro, habrá abundante y buen trabajo, y quienes gobiernan lo hacen con responsabilidad. En el caso contrario, la corrupción es una de las notas discordantes. El Fondo Monetario Internacional analiza y cuantifica cuánto resta la corrupción a la actividad económica.
En concreto, cita en un informe el caso de Moldavia, donde la convergencia con la Unión Europea no se ha alcanzado en muchos niveles, incluido el de la corrupción y el blanqueo de dinero. La principal conclusión se detalla en las primeras líneas, donde se dice que la corrupción "obstaculiza el crecimiento y la convergencia con la UE.
"Los altos niveles de corrupción pueden socavar gravemente el crecimiento económico, al reducir la calidad de la gobernanza", dice el FMI. Asimismo, señala que este problema puede afectar a la competencia, debilitar la protección de los derechos de propiedad y socavar la inversión privada.
El país con capital en Chisináu cuenta entre sus méritos haber gozado de un destacado incremento de su PIB. De hecho, desde 2010 el PIB per cápita ha pasado de 1.830 euros hasta los 5.433 de 2022. Este hecho y su cercanía con Europa han llegado hasta la puerta del club comunitario, que mantiene al país entre los candidatos a formar parte del organismo desde 2022.
Por el contrario, el propio FMI ha observado en estudios anteriores que tanto la inestabilidad política como la corrupción han sido dos de las cuestiones más problemáticas para hacer negocios en Moldavia. Estas son características de mercados emergentes que también se dan en el país.
Desde el punto de vista del organismo, hay dos teorías que resumen cómo se produce el impacto de la corrupción en el crecimiento. En un momento pasado, se creyó que la corrupción podría llegar a servir para empujar el crecimiento. La explicación es que sortear la legalidad también supone eludir normas ineficaces.
Sin embargo, la teoría que se ha impuesto es que, en lugar de engrasar las ruedas, la corrupción introduce palos en las ruedas porque obstaculiza la producción eficiente y la innovación. No obstante, el FMI reconoce que es un asunto complejo, ya que existen "dificultades para establecer una relación directa de causa y efecto".
De partida, la organización que dirige Kristalina Georgieva plantea que puede tratarse de un bucle, puesto que los países con mayores ingresos disponen de más recursos para combatir y mitigar esta problemática. Por eso, se puede hablar de que aquellos países en los que más pobreza hay, son más propensos a sufrir una corrupción que, a su vez, los sume en un pobreza más profunda.
La forma de relacionar ambas variables remite a los datos disponibles. Por un lado, hablamos del Índice de Corrupción de la Guía Internacional del Riesgo (ICRG en sus siglas en inglés). Si se reduce un punto la valoración en dicho índice, el PIB per cápita puede crecer en torno a un 0,6%.
Llevado al caso de Moldavia, esto supone que si se mantiene igual, el PIB per cápita alcanzará una proporción del 30% en comparación con la media de la UE en 2040. Sin embargo, si este problema se reduce en línea con la media de la Unión, el PIB per cápita alcanzará el 35% de la media y, si Moldavia consigue igualar los niveles de corrupción de países con mejor puntuación, su PIB per cápita se elevaría hasta el 45% de la media UE.
¿Qué hacer?
Desde el organismo internacional hacen varias recomendaciones que se pueden resumir de la siguiente manera: dar poder a la Justicia y crear unidades específicas que luchen contra la corrupción. En concreto, nombran como ejemplo la creación de una Fiscalía Anticorrupción que persiga este tipo de conductas. Asimismo, el FMI señala la importancia de los medios de comunicación, así como de la transparencia de las distintas administraciones.
