Así lo ha expresado recientemente en una charla ofrecida en una Universidad de Valencia el presidente de CLH, José Luis López de Silanes. “Como consecuencia de todo ello, el sector del petróleo está asistiendo a una importante transformación de las actividades de producción y refino que está afectando a los flujos tradicionales del petróleo y de los productos petrolíferos, lo que tendrá importantes implicaciones para la competitividad y la seguridad de suministro de los países de la Unión Europea”, señaló.
En concreto, López de Silanes muestra su preocupación por la ventaja que Estados Unidos le está sacando a Europa en materia energética. Los principales culpables de la misma son el petróleo y el gas no convencional. La América verde y limpia de Barack Obama ha abandonado las buenas palabras para hacerse autosuficiente gracias a estas fuentes que son la antítesis de un mundo sin CO2. Y es que estamos hablando de un petróleo o un gas más sucios, contaminantes, mas complicado de extraer y de peor calidad que el convencional. En definitiva una fuente más cara con la que las petroleras no querían trabajar. A pesar de estos inconvenientes, Estados Unidos lo ha tomado como una inversión y ha apostado por el petróleo y gas de clase B. Así ha logrado no depender de nadie en cuanto a energía. Esto es sin duda una gran ventaja competitiva con respecto al resto del mundo. Mientras tanto, ¿qué hace Europa? Pues no sabe no contesta. Aquí cada país hace la guerra por su cuenta sin una política energética común, que es fundamental para no bajar más peldaños en el escalafón de la economía mundial. “Es más necesario que nunca contar con una política europea articulada que permita continuar garantizando la capacidad de compra en condiciones competitivas y la seguridad de suministro del petróleo y de los productos petrolíferos ante los profundos cambios que se están produciendo en el sector del petróleo”, añade López de Silanes. Por si la ofensiva yanqui no fuera suficiente reto para Europa, el aumento del consumo por parte de los países emergentes darán lugar a importantes cambios en los flujos comerciales de crudo, productos refinados y gas que precisarán nuevas inversiones, lo que hará que la logística se convierta en un factor cada vez más estratégico para la seguridad de suministro. La Unión Europea debe definirse de una vez en materia de energía. De no hacerlo, cada vez dependerá más de los caprichos de los países productores. El objetivo debe ser la autosuficiencia energética. Estados Unidos ha apostado por convertirse en el país más sucio del planeta para conseguirlo. Europa tendrá que decidir en algún momento qué quiere ser de mayor.]]>