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Economía, Empresas

El sector educativo reclama mayor inversión para mejorar la competitividad de España

Por María Nogales

Joan Rodón (Esade Business School): “El mercado laboral se encuentra en pleno cambio de paradigma, marcado por la globalización y por la transformación digital” 

La educación y la formación son pilares fundamentales en cualquier sociedad democrática y libre y son esenciales para hacer de este mundo un lugar más justo. Son herramientas clave para fomentar el desarrollo personal y profesional de la humanidad y para garantizar una ciudadanía crítica, informada y capaz de tomar decisiones informadas. En un mundo en constante evolución, donde el conocimiento y la tecnología avanzan a pasos agigantados, la educación se convierte en una necesidad más imperativa que nunca. 

Por ello, Capital analiza la importancia de la formación y la educación universitaria y los desafíos a los que aún se enfrenta este sector junto a Joan Rodón, decano de Esade Business School; Rodrigo Miranda, director general de ISDI; Pablo García, director de la Escuela de Postgrado y Lifelong Learning de la Universidad Pontificia Comillas y Ana Belén Oliver, profesora de Comunicación de la Universidad Camilo José Cela (UCJC). 

Los datos de la educación universitaria en España 

Según los últimos datos recogidos en el Informe CyD, elaborado por la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CyD) y referentes al curso académico 2020-2021, el número de estudiantes universitarios ha experimentado un aumento, tanto en las universidades públicas, como en las privadas. En el curso al que nos referimos, había 1.336.009 alumnos matriculados en estudios de grado en el sistema universitario español. 

Este aumento, tal y como se detalla, se experimentó tanto en las universidades públicas (1,8%), siendo el primer incremento anual en número de alumnos de grado que se produce en casi una década, como en las privadas (9,1%), en las que, como afirman desde la Fundación, se aceleró el crecimiento que experimentan desde hace tiempo.  

En España, las universidades públicas representan el 82,3% de los matriculados en estudios de grado y, las privadas, el 17,7%, una cifra similar a la del conjunto de la UE.  

Sin embargo, los datos son algo diferentes cuando se habla de los estudios de posgrado o máster, en los que el 43,5% de los estudiantes eligieron cursar su máster en una universidad privada, en la que se observa un crecimiento del 10%.  

En este caso, los datos de la universidad pública son algo menos esperanzadores: en estudios de máster, la participación de las públicas es prácticamente 20 puntos porcentuales inferior a la medida de la Unión Europea (UE), lo que demuestra que las universidades privadas avanzan en la carrera de la especialización en el nivel del máster. 

En este sentido, Rodrigo Miranda, director general de ISDI, explica que son varias las razones por las que cada vez existen más estudiantes que optan por cursar estudios de máster en nuestro país, ya que muchos alumnos ven los estudios de máster como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento intelectual después de completar sus estudios previos. 

“Pero esto va más allá, hacia la posibilidad de mejorar su empleabilidad y tener mayores oportunidades de ascenso en el ámbito laboral. Además, un máster permite a los estudiantes especializarse en áreas específicas de su interés. La internacionalización también es un factor importante, ya que ofrece la oportunidad de estudiar en el extranjero o tener experiencias internacionales, algo que puede ser muy valioso, ya que nuestro mundo está cada vez más globalizado”, señala Miranda. 

“El uso de los fondos Next Gen permitirá incrementar la capacidad de producción en España como un polo europeo y mundial de talento tecnológico”

Rodrigo Miranda (ISDI)

La profesora de la UCJC, Ana Belén Oliver, entiende, por su parte, que este aumento en los alumnos que se matriculan para los estudios de máster se ve incrementado en la medida en que la presión laboral avanza, porque “la titulación de un máster demuestra que se ha dedicado tiempo a mejorar la experiencia, actualizándose y reciclándose”.  

Algo en lo que también coincide Joan Rodón, decano de Esade Business School, quien considera que este tipo de estudios aportan a los recién graduados una especialización de 360 grados que les permite progresar en su carrera profesional: “El mercado laboral se encuentra en pleno cambio de paradigma, marcado, por un lado, por la globalización, que exige la capacidad de trabajar con equipos diversos y multiculturales. Y, por otro, por la transformación digital, que precisa perfiles especializados en aquellos conocimientos y habilidades que les permitan extraer el máximo partido a las últimas tecnologías, y cada vez más comprometidos con desarrollo sostenible y el impacto social”. 

El gasto en educación superior y la nueva Ley de Universidades 

Hace apenas un mes entraba en vigor la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), con la que las comunidades autónomas cobraban una mayor importancia en cuanto a las competencias y con la que las universidades conseguían una mayor libertad para adoptar los cambios oportunos en sus estatutos. 

Asimismo, esta nueva ley reconoce a los estudiantes el derecho al paro académico e impide a los colegios mayores adscritos a universidades públicas segregar por sexo. De igual forma, incluye un compromiso: a partir de ahora, el Ejecutivo se compromete a gastar el 1% del Producto Interior Bruto (PIB) en esta materia para 2030. 

En este sentido, desde la OCDE señalan que uno de los principales escollos de la educación superior en España es el gasto que se hace en ella, ya que, tal y como se detalla en su informe Education at a Glance 2022, en 2018 el gasto español por alumno fue un 18,8% inferior a la media de los países de la OCDE. De hecho, tal y como señalan desde CyD, entre 2012 y 2018 el PIB español creció un 12,8%, pero el gasto público en educación superior apenas se incrementó un 1%.  

De hecho, según afirman desde la Fundación CyD, en España, los alumnos de las universidades públicas pagan matrículas muy diferentes según en la comunidad autónoma en la que estudien: El 19,5% de los ingresos de las universidades públicas se debe a las tasas, precios públicos y otros ingresos, y supone una aproximación al esfuerzo financiero que realizan los usuarios del sistema universitario público. Por regiones, Madrid y Cataluña registran los valores más elevados en 2020. Con el indicador más reducido están las islas, Canarias y Baleares, y Andalucía. 

“El principal reto de las universidades actuales es su adaptación a una sociedad en la que el conocimiento evoluciona a una velocidad vertiginosa” 

Pablo García (Universidad Pontificia Comillas)

Sobre cómo afectará esta nueva ley a la educación privada, Rodrigo Miranda, director general de ISDI, explica que, si la nueva normativa ayuda a lograr una educación pública superior de mayor calidad, más eficiente y transparente, ayudará directamente a la formación privada. Además, continúa, si ayuda a que aumente la inversión e innovación en educación, esto favorecerá la calidad de la formación recibida, permitirá una mayor movilidad estudiantil y mejorará la empleabilidad de los estudiantes.  

“Esperamos que esta nueva modificación permita adaptar el sistema educativo a las necesidades laborales del mercado y a las necesidades de empleabilidad de los estudiantes. Así mismo, el uso de los fondos Next Gen, permitirá también, a través del Plan Nacional de Competencias Digitales, incrementar la capacidad de producción en España como un polo europeo y mundial de talento tecnológico”, señala Miranda. 

A pesar de las nuevas modificaciones, siguen haciendo falta muchas otras. En palabras de Ana Belén Oliver (UCJC), es necesaria una mayor importancia e inversión en I+D+i, ya que, por ejemplo, las universidades que se sitúan entre las cien mejores del mundo cuentan con cinco veces más presupuesto por alumno que las españolas. “En España, la excelencia investigadora goza de bastante popularidad entre las Administraciones, ya que suele condicionar la concesión de becas. Apoyar la educación universitaria es un factor fundamental de cara al futuro de los estudiantes”. 

Algo en lo que también coincide el director general de ISDI, quien considera que es necesaria una mayor inversión por parte del Gobierno en educación, “especialmente, en investigación y desarrollo, así como una mayor colaboración entre el mundo académico y el sector empresarial, una mayor autonomía en la toma de decisiones y una regulación más clara y específica en cuanto a la acreditación y calidad de los programas educativos”.  

Desafíos y retos educativos 

El modelo educativo no para de adaptarse a múltiples cambios e innovaciones que irrumpen con fuerza en la actualidad. Pablo García, director de la Escuela de Postgrado y Lifelong Learning de la Universidad Pontificia Comillas, aclara que, durante los últimos 25 años, ha habido muchos cambios en el modelo universitario, empezando por la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior o la aparición de las agencias de calidad.  

Pero, siendo todo esto muy relevante, prosigue, el cambio más profundo se está produciendo en la actualidad con la irrupción de la digitalización en el sector de la formación. Esta transformación afecta a los contenidos y a los modos de impartición y es la causa principal de la aparición de nuevos proveedores y plataformas de formación.  

Así lo demuestran los datos y es que, según la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), España ocupa el quinto puesto entre los países de la Unión Europea con mayor proporción de ciudadanos de 16 a 74 años que realizan cursos online o que utilizan material de aprendizaje en línea.  

Los rankings globales más importantes sólo incluyen dos universidades españolas entre las 200 mejores del mundo: la Universidad de Barcelona y la Universidad Autónoma de Madrid” 

Ana Belén Oliver (UCJC)

Por su parte, el decano de Esade Business School, Joan Rodón, entiende que la tecnología se ha convertido en la “mejor aliada de la innovación educativa y ha permitido crear nuevas fórmulas que permiten desde la personalización de formatos -presenciales, híbridos u online-, hasta la hiper-especialización de contenidos”.  

En resumidas palabras, en los últimos tiempos parece que todo está relacionado con la innovación digital y tecnológica: “Los estudiantes actuales requieren universidades capaces de cambiar con ellos, adaptándose a sus necesidades y cubriendo sus demandas. A su vez, esperan que se les prepare con conocimientos y con mayores capacidades para tomar decisiones. Por ello, el modelo educativo se está transformando hacia las futuras generaciones para formarles para que sepan adaptarse a este contexto de constante cambio, formando personas resilientes, proactivas y flexibles”, sostiene Ana Belén Oliver.  

Esto está provocando que el ecosistema educativo sea cada vez más competitivo y que las universidades y las escuelas de negocios tengan que estar a la vanguardia de tal revolución.  

La globalización y la digitalización, tal y como argumenta Joan Rodón, han conducido a una profunda transformación de las instituciones académicas tradicionales. Ahora no solo conviven con homólogas de nueva creación, sino que también lo hacen con otros jugadores que han querido participar también en el sector educativo, como las instituciones científicas, las compañías consultoras o las empresas de tecnología, argumenta el decano de Esade, Joan Rodón. Y añade que, en este contexto, la clave es formar, entre todos, ecosistemas coordinados e integrados de aprendizaje cuyo principal objetivo sea el de crear un plan curricular unificado y diverso. 

Las universidades y las escuelas de negocios se enfrentan una serie de desafíos en la actualidad, incluyendo la necesidad de adaptarse a la evolución tecnológica y la digitalización, para así poder ofrecer a los estudiantes la formación y herramientas necesarias. 

Además, continúa explicando el director general de ISDI, Rodrigo Miranda, es crucial mantener la competitividad en el mercado global, ofreciendo programas innovadores y de alta calidad para atraer a estudiantes y profesionales a nivel internacional. Otro desafío consiste en abordar las necesidades y demandas del mercado laboral, fomentar la diversidad e inclusión y afrontar los desafíos económicos y financieros presentes, garantizando la sostenibilidad y viabilidad del modelo educativo. 

Para Ana Belén Oliver (UCJC), la universidad es una institución milenaria con gran impacto en la sociedad, por lo que es crucial que se adapte a los desafíos actuales y avance hacia nuevas tendencias educativas, ofreciendo una formación de calidad y ofertando grados actualizados y adaptados a los nuevos tiempos. 

Por su parte, Joan Rodón (Esade), entiende que, en un contexto de grandes cambios e incertidumbre, “el papel de las escuelas de negocios es y será el de formar a líderes, profesionales integrales con vocación de impacto social, capaces de aportar soluciones desde las empresas y la administración pública”. En Esade consideran que estos objetivos se consiguen fomentando la colaboración entre universidad, organización y sociedad desde las aulas, la investigación y los foros de debate. 

Pablo García (Universidad Pontificia Comillas) considera que el principal reto de las universidades actuales es su adaptación a una sociedad en la que el conocimiento evoluciona a una velocidad vertiginosa. “Es necesario replantearse el modelo educativo actual, enseñando a aprender a aprender y a reinventarse de forma continua”.  

“Para estar a la vanguardia, es necesario invertir en investigación, mejorar la formación y el reconocimiento de los docentes y fomentar la internacionalización de las instituciones” 

Rodrigo Miranda (ISDI)

De igual forma, recalca García, se necesitan profesionales que sean capaces de comunicarse y de cooperar con otros de diferentes disciplinas y la universidad debe ayudar a los profesionales en este sentido, ofreciendo programas que faciliten el diálogo interdisciplinar y que tiendan puentes entre tecnología, empresa, humanidades y legislación, entre otras. En definitiva, las universidades y las escuelas de negocios se enfrentan a desafíos importantes, pero pueden superarlos si se adaptan y evolucionan para satisfacer las demandas del mercado y de la sociedad en general. 

También cabe preguntarse cómo se sitúa la enseñanza universitaria española en comparación con Europa y, sobre todo, qué es necesario para estar a la vanguardia en este ámbito. Según Rodrigo Miranda, la enseñanza universitaria española se encuentra en una posición intermedia en cuanto a calidad y prestigio. “Para estar a la vanguardia, es necesario invertir en investigación, mejorar la formación y el reconocimiento del personal docente, fomentar la internacionalización de las instituciones y programas educativos, y adaptarse a las demandas del mercado laboral y los avances tecnológicos”.  

De hecho, tal y como señala la profesora de la UCJC, los dos rankings más importantes en este ámbito, que son el de la consultora británica Quacquarelli Symonds (QS) y el U-Multirank elaborado por la Comisión Europea, sitúan a solo dos universidades españolas entre las mejores 200 del mundo: la Universidad de Barcelona y la Universidad Autónoma de Madrid.  

Estos rankings se basan en seis indicadores: reputación académica; reputación desde el punto de vista del empleador; citas por profesor; ratio de estudiantes por profesor; ratio de profesores internacionales y ratio de estudiantes internacionales. Son aspectos en los que parece que la educación universitaria española tiene mucho margen de mejora. 

Al hilo de lo anterior, también surge la duda de hacia dónde se dirigen las universidades y las escuelas de negocios del futuro. Aquí, Pablo García, director de la Escuela de Postgrado y Lifelong Learning de la Universidad Pontificia Comillas defiende que la formación continua cobra una vital importancia, ya que es imprescindible para que los profesionales se mantengan actualizados a lo largo de su carrera profesional. Por ello, el perfil de los estudiantes ya no es el tradicional y se requieren modos de impartición y metodologías compatibles con su actividad profesional y personal.  

Y, por ende, las universidades tienen un rol fundamental en todo esto: “Por un lado, deben seguir dando respuesta a las necesidades de los más jóvenes, pero también deben atender las de los profesionales y las de una población cada vez más longeva y saludable”, puntualiza García. Y añade que, en este contexto, la universidad debe revisar y potenciar la oferta para profesionales, como, por ejemplo, programas modulares, con cursos cortos y cuya carga de trabajo y modo de impartición sea compatible con la actividad de las personas. 

Los programas deben ser modulares y flexibles, de manera que cada persona pueda adaptarlo a sus necesidades particulares. Es un cambio de paradigma, según explica García, en el que se pasa de uno que gira en torno al programa a otro en el que el centro es la persona. 

También el sector senior (lo que los anglosajones llaman silver economy) está cobrando cada vez más importancia. “La universidad tiene la oportunidad y el deber de dar respuesta a sus necesidades”, destaca el director de la Escuela de Posgrado de la Universidad Pontificia de Comillas. En general, las necesidades de formación son cada vez mayores. La universidad tiene un papel fundamental en todo esto y debe evolucionar hacia un modelo en el que mantiene un contacto permanente con las personas, adaptando la oferta a las necesidades de cada momento 

Y, tal y como afirma Ana Belén Oliver (UCJC), también se debe prestar atención a la creatividad en el aprendizaje, ya que esto puede ayudar a los futuros profesionales a pensar de una forma creativa, a trabajar en equipo y a resolver los conflictos de forma positiva. 

El desajuste de talento español 

Hablar de educación y de formación supone, de forma directa e indirecta, hablar de talento y profesionalización. El reciente ‘Estudio de Proyección de Empleo’ elaborado por ManpowerGroup, señala que el 80% de las empresas españolas tiene dificultades para encontrar profesionales con las habilidades requeridas.  

De esta forma, el ‘desajuste del talento’ en España vuelve a registrar su peor tasa de la historia en el país, tras repetir el mismo dato del año anterior. Si comparamos estos resultados con los de otros países, la media de España supera en 3 puntos a la europea (77%), que también ha alcanzado su propio récord. No obstante, cabe destacar que estos datos están en línea con los de otros países como Francia, Bélgica o Reino Unido. 

Pero, ¿es este un problema que radica de la formación de los profesionales? El director general de ISDI, Rodrigo Miranda, hace hincapié en que el problema viene por una desconexión entre lo que se enseña en las instituciones formales y las habilidades que las empresas necesitan en la actualidad. Además, hace hincapié en la falta de formación continua y de oportunidades de desarrollo profesional para los trabajadores, que puede contribuir a que no estén actualizados en las habilidades requeridas por las empresas.  

“El cambio tecnológico puede hacer que muchos perfiles profesionales se estén quedando obsoletos” 

Pablo García (Universidad Pontificia Comillas)

De este modo, las empresas de todo tipo de actividades muestran una alta demanda para encontrar profesionales de competencias técnicas, como pueden ser ingenierías o marketing y, por ello, apuestan por la formación. En palabras de la profesora de la UCJC, Ana Belén Oliver, el problema suele ser, en muchas ocasiones, los bajos salarios, las condiciones laborales o la conciliación familiar.  

Por su parte, Pablo García, director de la Escuela de Postgrado y Lifelong Learning de la Universidad Pontificia Comillas, pone el foco en dos principales aspectos. El primero de ellos es el cambio tecnológico, que puede hacer que muchos perfiles profesionales se estén quedando obsoletos: “Este problema es sistémico, el cambio tecnológico es continuo y se acelera en el tiempo. El mundo de la formación debe adaptarse a esta situación, tanto en la formación para los más jóvenes, como ofreciendo oportunidades de actualización y de adquisición de nuevas competencias a los profesionales en activo (upskilling y reskilling)”. 

El segundo de ellos, derivado de este avance tecnológico que comenta y, probablemente acelerado por la pandemia, es el cambio que ha experimentado el propio mercado laboral. “La posibilidad de teletrabajar y la flexibilidad laboral en un sentido muy amplio se han convertido en una prioridad, especialmente para los más jóvenes. En este aspecto, las empresas y sus departamentos de talento deben revisar sus estrategias para que sean más atractivas para las nuevas generaciones”, añade García. 

Por ello, el decano de Esade Business School advierte de la necesidad de que las escuelas de negocio mantengan un diálogo permanente con las empresas y organizaciones, así como con el resto de los actores del mercado laboral, para poder dar respuesta a sus necesidades y acompañar a las organizaciones en sus procesos de transformación, formando a sus empleados para que lideren en un entorno marcado por el cambio y la incertidumbre.  

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