Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Economía

Dos años de guerra en Ucrania: la pesadilla de la economía europea

La guerra en Ucrania supera ya los dos años con el conflicto lejos de terminar y la economía europea debilitada

Dos años de guerra en Ucrania: la pesadilla de la economía europea
Por Pablo Poyo

El 24 de febrero de 2024 se cumplieron dos años del inicio de las hostilidades en Ucrania. Por aquel entonces, había dos cosas muy claras. La primera, que Rusia parecía estar ganando la guerra demasiado deprisa. La segunda, que el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea a Ucrania iba a ser firme y contundente.

Ahora, en 2024, esas dos evidencias se han disuelto como un azucarillo. Rusia no solo no ganó rápidamente la guerra, sino que el conflicto ha terminado por enquistarse y tiene pinta de que continuará haciéndolo. Por otro lado, el hastío bélico está empezando a hacer mella en las sociedades que apoyaban a Ucrania, hasta el punto de plantearse la retirada de fondos definitiva.

Febrero de 2022: el inicio de las hostilidades

La madrugada del 24 de febrero de 2022, tropas rusas penetraron en territorio ucraniano, dando inicio a lo que Vladimir Putin denominó “Operación Militar Especial”. El plan de Putin consistía, teóricamente, en atacar desde cuatro frentes diferentes.

El primero atacaría desde la frontera del noreste, cerca de Járkov, mientras que el segundo lo haría desde las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk (en guerra con Ucrania desde 2014 y uno de los casus belli del conflicto).

Los otros dos se localizarían en Bielorrusia y Crimea, donde previamente Rusia había estacionado tropas. De hecho, en diciembre de 2021, Estados Unidos ya había advertido al mundo de la movilización de cerca de 175.000 soldados en la frontera con Ucrania. Rusia, por su parte, aseguró que no invadiría el país.

Cuando finalmente se produjo la invasión, Putin la justificó con un mensaje en el que hablaba de “prestar ayuda a las repúblicas del Dombás” y “proteger a los ciudadanos que han sido víctimas de genocidio por parte del régimen de Kiev desde hace ocho años”. Además, prometió “desnazificar y desmilitarizar Ucrania”.

Lo cierto es que el conflicto en la cuenca del Donets ha provocado miles de víctimas, pero la gran excusa de Rusia para la “operación especial” ha sido la continua violación de Ucrania y de la OTAN de las garantías de seguridad para con las fronteras rusas, al menos, según la opinión de Moscú.

Tiene parte de razón Rusia cuando afirma que “no se han cumplido las garantías de seguridad” establecidas en el Protocolo de Minsk de 2015, donde se firmó un alto al fuego para la Guerra del Dombás, que había empezado un año antes. ¿Por qué?

Porque el 7 de diciembre de 2022, tras casi un año del conflicto, la propia Angela Merkel aseguró en el diario alemán Die Zeit que la firma del Protocolo solo fue “una excusa para poder rearmar y fortalecer militarmente a Ucrania”, porque hasta entonces “Rusia podía aplastar fácilmente a Ucrania”. La OTAN lleva armando a Ucrania desde al menos 2014, una realidad que a Putin le venía de maravilla para justificar la invasión.

El 21 de febrero de 2022, tras rechazar la OTAN los borradores de tratados rusos sobre “las garantías de seguridad”, Rusia reconoce oficialmente a las dos regiones separatistas y despliega tropas en el Dombás, incumpliendo también el Protocolo como respuesta.

La OTAN y la UE advierten de nuevo a Rusia de que aplicarán sanciones “severas, masivas y rápidas” si se produce un movimiento militar, pero finalmente, Rusia invade Ucrania.

La importación de gas natural licuado de EEUU es mucho más cara que la realizada a través del gasoducto Nord Stream, procedente de Rusia

Aunque en un principio, la toma de localidades como Jersón y Mariúpol, además del rápido avance de las tropas rusas desde Chernóbil parece indicar una victoria sencilla, la velocidad de reclutamiento de Ucrania y la ayuda militar, económica, y, sobre todo, de información sobre el terreno prestada por Estados Unidos, frenarán el avance ruso.

Tras no poder tomar Kiev en las primeras semanas -lo que se presume como el plan inicial de Putin para derrocar al gobierno de Zelensky-, las tropas rusas cambian de objetivo y se dedican a defender el terreno ganado en Zaporiya, Jersón, Járkov, Donetsk y Lugansk.

Sin embargo, la moral de los soldados ucranianos, por las nubes tras haber podido defender su capital, obligará a los rusos a retirarse paulatinamente de la frontera de Bielorrusia, de Zaporiya y de las zonas aledañas a Járkov, que tampoco será tomada.

En abril, los ucranianos habían aguantado y rechazado el ataque directo. Desde entonces, el frente se estabilizó, y las ganancias militares han sido mínimas, con la excepción de la importante toma de Jersón para Ucrania y la toma de Bajmut por parte del Grupo Wagner, que supuso un alivio moral para Rusia.

En el presente, la contraofensiva ucraniana ha fracasado, y occidente duda sobre continuar apoyando a Ucrania de forma masiva.

La guerra económica: la confianza en una victoria militar y geopolítica

Hemos contado que, desde el principio, tanto la OTAN como la UE (además de países como Japón o Australia) se sumaron en masa a aplicar sanciones y a excluir a Rusia de cualquier foro, evento deportivo o reunión internacional.

Desde 2022, diferentes paquetes de sanciones han ido cayendo sobre la economía rusa, con el único objetivo de impedir el abastecimiento de las tropas de Putin y dañar el debilitado sistema económico ruso.

Una de las primeras sanciones fue la exclusión rusa del sistema bancario Swift, el principal sistema de mensajería que utilizan los bancos para realizar pagos seguros y rápidos a través de fronteras nacionales, y permite que el comercio internacional fluya con suavidad.

Dejar fuera de juego a los bancos rusos supondría un golpe a la capacidad económica del país eslavo. Fue Estados Unidos la primera nación que decidió cortar la conexión de su sistema financiero con el banco más grande de Rusia, el Sberbank y sus subsidiarias, además de prohibir las transacciones con la segundad entidad bancaria más importante de Rusia, VTB Bank.

Estas sanciones han ido creciendo con el paso de los meses, y también han ido dirigidas al corazón del Ejército Ruso. Por ejemplo, mediante los embargos destinados a impedir la llegada de bienes tecnológicos críticos a Rusia: tecnología sensible, dirigida principalmente a los sectores de defensa, aviación y marítimo rusos.

Estas primeras sanciones provocaron la devaluación del rublo; es decir, justo el efecto deseado por los líderes de Occidente. Los economistas predijeron que, si Europa lograba desembarazarse de la dependencia energética rusa, la economía de Moscú terminaría por hundirse y la guerra se acabaría en unos meses.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) destaca la fortaleza de la economía rusa, mejorando su previsión de crecimiento para este año del 1,1% al 2,6%

Por desgracia, no ha sido así. El rublo recuperó su valor (e incluso lo mejoró) durante 2022, y aunque en los últimos meses ha vuelto a caer con fuerza, no parece ser suficiente para quebrar la economía rusa.

Por ejemplo, durante los meses posteriores al inicio de la guerra, el rublo cayó hasta valer menos de un céntimo por euro, su precio más bajo en los últimos años. Antes del conflicto, un rublo equivalía a 0,012 euros, algo más de un céntimo. Tras recuperarse, ha llegado a valer 0,016 euros, aunque en pleno 2024 su valor ha vuelto a caer hasta apenas un céntimo de euro.

Se sancionó de igual forma a los oligarcas con bienes en suelo de la UE, lo que ha obligado a muchos de ellos a mudarse a otros países. Aunque el bloqueo económico más doloroso para Rusia ha sido el embargo de gas y petróleo que está llevando a cabo la Unión Europea, de la mano de sus aliados norteamericanos.

Antes de la invasión, la dependencia energética de algunos países europeos para con Rusia era extremadamente elevada. Por poner un ejemplo, Alemania o Finlandia adquirían entre el 60% y el 80% del gas natural que necesitaban mediante el suministro ruso. En otros lugares, como Chequia, Eslovaquia, Hungría o Letonia, las importaciones de gas ruso alcanzaban entre el 80% y el 100% del total.

Las cosas han cambiado bastante en estos dos años. Europa ha logrado reducir su dependencia energética notablemente. Según la propia Eurostat, para 2023, ya solo el 14% de las importaciones de gas natural provenía de Rusia, a las que habría que sumarle otro 13% en forma de gas natural licuado, conocido como GNL.

Y la cifra sigue bajando. Estados Unidos se ha beneficiado enormemente de este proceso. Los datos de British Petroleum (BP) permiten identificar a Washington como el tercer mayor exportador de GNL del mundo, con 95.000 millones de metros cúbicos de gas exportados en 2021.

A día de hoy, las cifras siguen reduciéndose. El Consejo de la Unión Europea aporta la siguiente información respecto las importaciones de gas en Europa: "Entre enero y noviembre de 2022, las importaciones de Rusia (gas de gasoducto + importación de GNL) representaron menos de una cuarta parte del total de las importaciones de gas de la UE. Otra cuarta parte procedía de Noruega, y el 11,6 %, de Argelia. Las importaciones de GNL (exceptuando a Rusia, principalmente de los EE. UU., Qatar y Nigeria) fueron del 25,7 %".

Se trata de una reducción significativa, pues apenas un año antes, casi el 50% de todo el gas que importaba la Unión Europea (UE) provenía de Rusia. La economía rusa, que depende en gran medida de la explotación (y exportación) de sus recursos energéticos, se ha podido ver gravemente afectada por esta situación.

Lo contrario que la estadounidense, que sigue creciendo como potencia clave en la exportación de petróleo y gas natural. El Consejo de la UE apunta un dato al respecto: "Entre enero y noviembre de 2022, las importaciones de GNL de EEUU ascendieron a más de 50 000 millones de metros cúbicos, más del doble que en el conjunto de 2021 (más de 22 000 millones de metros cúbicos)”.

Queda claro que el papel de Estados Unidos (EEUU) está siendo fundamental para surtir de recursos energéticos a las débiles naciones de Europa. Lo que a los líderes europeos se les olvida mencionar, es que la importación de GNL procedente de EEUU es muchísimo más cara que las facilidades que prestaba el Nord Stream, el gasoducto por donde circulaba el gas procedente de Rusia, al menos, hasta el estallido bélico.

Por otro lado, la UE se ha dedicado a buscar otros socios algo menos amistosos, pero que pueden servir en tiempos de desesperación. Es el caso de Catar, que, con más de 106.000 millones de metros cúbicos de gas exportados en 2021, se coloca segundo en el ránking mundial.

Por su parte, Azerbaiyán se ha convertido en otro ‘amigo’ clave para la UE. Del 6% suministrado en 2023, se espera que los azeríes pasen a enviar 20.000 millones de metros cúbicos, de los casi 400.000 millones que consume toda la UE.

¿Por qué hacer tanto hincapié en el gas y en el petróleo ruso? Porque los dirigentes occidentales esperaban que estos embargos, sanciones y paquetes restrictivos hicieran caer la economía rusa tan rápido, que a Putin no le quedara más opción que rendirse. La idea era sencilla pero eficaz: e 70% de las exportaciones de Moscú provienen de sus recursos energéticos, por lo que cortarles las alas debería suponer un severo golpe a su economía.

Las elecciones presidenciales estadounidenses podrían dejar a Bruselas sola en el conflicto si Donald Trump es investido

A pesar de todos los esfuerzos -y si bien es cierto que la economía rusa ha sufrido en estos dos años-, Ucrania está muy lejos de ganar la guerra a fecha de hoy. Más bien, parece todo lo contrario. Los rusos están empezando a avanzar en algunos frentes. Y lo que es peor, las finanzas europeas no están en el mejor momento de su historia.

¿Está Europa perdiendo la guerra económica?

La incapacidad de Rusia para derrotar a Ucrania en el terreno militar ha quedado de manifiesto. No en vano, Kiev contaba con la mayor alianza militar del planeta de su lado, y con las economías más potentes a su disposición.

Los aliados de Ucrania suman un PIB combinado de 50 billones de dólares, liderados por Estados Unidos y las economías europeas. Por su parte, la economía rusa es de apenas 1,5 billones de dólares, un Producto Interior Bruto levemente superior a España, y 34 veces menor que la de las potencias occidentales.

Con los números en la mano, parece claro que Rusia se había buscado un enemigo demasiado poderoso, por no mencionar que se había quedado sola en el mapa geopolítico mundial. Y como los ucranianos parecían poder darle la vuelta a la tortilla, todas las naciones aliadas se sumaron para aportar su granito de arena como parte de la ayuda económica a Kiev.

Vamos a destacar a los dos proveedores más importantes, que, sin embargo, difieren en el tipo de ayuda. Por un lado, la entidad que más está financiando al gobierno de Zelensky es la Unión Europea, con unas cifras cercanas a los 85.000 millones de dólares. Prácticamente, todo el dinero que destina Bruselas a Ucrania se envía como ayuda puramente financiera.

Por otro lado, tenemos a Estados Unidos. Washington es el otro gran benefactor de la Ucrania de Zelensky, aportando unos 75.000 millones de dólares, según los datos del Kiel Institute for the World Economy. Pero la diferencia con la UE es abismal, porque, de esos 75.000 millones, solo 20.000 están destinados a la economía. El resto, se va en ayuda militar.

Estos datos son de 2024. Es importante compararlos con las cifras de 2023, porque varían sobremanera. EEUU ya había aportado cerca de 70.000 millones de dólares hasta febrero de 2023, por lo que apenas ha incrementado sus ayudas en un año, siendo la mayoría de tipo militar.

Es ‘otro cantar’ si hablamos de Bruselas. A febrero de 2023, Europa solo había aportado 35.000 millones de dólares para la causa. Hoy, ya son 85.000 millones, un incremento de más del 140% en un año.

Esta situación refleja dos vertientes bien diferenciadas. Por un lado, Estados Unidos comienza a dudar de la posible victoria de Ucrania, y ya es habitual que los paquetes destinados a ayudar a Kiev se congelen al pasar por el Congreso, lo que supone un tremendo dolor de cabeza para Joe Biden y su equipo.

Aun así, la aportación militar estadounidense sigue siendo esencial, destacando los Himars (vehículos de alta movilidad armados con lanzaderas de cohetes múltiples y capaces de alcanzar objetivos a más de 80 kilómetros de distancia), los misiles de mano Javelin o las más de 200.000 unidades de munición de artillería enviados.

Por otro lado, Europa parece haber apostado todo a una carta. Algunos países como Lituania (1,8%), Estonia (1,8%), Noruega (1,6%) o Dinamarca (1,6%) están enviando cerca del 2% de su PIB en ayuda económica a Kiev, según un estudio de la consultora Atradius. Si Estados Unidos dejara a Bruselas sola en la guerra, ¿podría Europa seguir manteniendo este ritmo de ayudas?

Lo más probable es que no. El Banco Central Europeo (BCE) afirma que "el crecimiento económico seguirá siendo débil a corto plazo dadas las restrictivas condiciones de financiación y el bajo crecimiento de las exportaciones”.

Estados Unidos y la UE han aportado ya más de 160.000 millones de dólares a una guerra que parece empezar a inclinarse del lado ruso

De igual forma, asegura que "con el descenso de la inflación, la recuperación de la renta de los hogares y el fortalecimiento de la demanda externa, la economía de la zona del euro debería crecer un 0,6 % en 2023, un 0,8 % en 2024 y un 1,5 % en 2025 y 2026".

Son unas cifras bastante escasas para una Unión que quiere seguir sosteniendo una guerra tan prolongada. Se estima que Italia, Alemania y Francia solo crecerán un 0,7%, un 0,6% y un 0,8% en 2024, si todo sigue según lo previsto.

Porque en Alemania, el Bundesbank ya adelantado la crisis que se avecina, asegurando que "Alemania podría estar ya en recesión". Recordemos que Alemania viene de un pobre crecimiento en 2023, con un PIB estancado durante los tres primeros trimestres y una contracción del 0,3% a finales de año.

Es más, el propio banco central alemán señala en un comunicado que "es probable que algunos factores de estrés sigan vigentes a principios de 2024 y la producción económica podría volver a disminuir ligeramente en el primer trimestre. De este modo continuaría la fase de debilidad de la economía alemana que se ha prolongado desde el comienzo de la guerra de agresión rusa contra Ucrania".

El Reino Unido -aunque ya no esté en la Unión Europea (UE)- también ha entrado en recesión técnica, tras retroceder un 0,3% en el último trimestre y un 0,1% en el penúltimo. Alemania ha aportado hasta el momento 20.000 millones de dólares a Ucrania -la mayoría, en ayuda militar-, mientras que Reino Unido ha hecho lo propio con 15.000 millones. Como tercer y cuarto mayores contribuyentes, las cifras no invitan al optimismo.

Incluso Japón, otro tradicional aliado de la OTAN, se ha declarado en recesión. Europa corre el riesgo de quedarse sola en la guerra.

Un futuro lleno de incertidumbre económica

Un mar de dudas recorre las mentes de los dirigentes occidentales. Bruselas mira con miedo al 5 de noviembre de 2024, fecha que podría ser el desencadenante de la retirada definitiva de Washington del conflicto, promesa que lleva tiempo recordando el ex presidente Donald Trump.

Por el momento, los altos cargos europeos quieren seguir manteniéndose firmes. Y han elaborado un plan para seguir enviando ayudar a Ucrania, auspiciado por la Comisión Europea bajo el nombre de "Mecanismo para Ucrania".

Este plan prevé estar activo durante el periodo 2024-2027. En palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen: "Ucrania está luchando con valentía contra la invasión rusa y necesita nuestra ayuda financiera estable para poder sufragar los enormes gastos que conlleva. La UE ha prometido mantenerse a su lado mientras sea necesario y somos fieles a nuestra palabra. Hoy proponemos prever hasta 50.000 millones de euros entre 2024 y 2027 para ayudar a Ucrania a resistir a la agresión y reconstruir un país moderno y próspero. Los ucranianos tienden firmemente hacia Europa. Y nuestra Unión apoya a esta valiente nación en su esfuerzo".

Lo que está claro, es que la única forma de sostener ese esfuerzo es entrar en modo ‘economía de guerra’. Los arsenales europeos están vacíos, y la ayuda militar no va a enviarse sola. Además, debe hacerse rápido, pues el pueblo ucraniano está sufriendo las consecuencias.

Según el estudio de Atradius, la economía ucraniana se contrajo un 30% en 2022. Cada mes de guerra le cuesta a Kiev 5.000 millones en déficit público, para un país con un PIB anual de apenas 200.000 millones de dólares, ahora paralizado por la guerra.

Rusia tampoco se libra. Según la Agencia Internacional de la Energía, los ingresos procedentes del petróleo de Rusia disminuyeron más de una cuarta parte en enero de 2023 (en comparación con enero de 2022). La caída en febrero fue aún más importante (más del 40 %). Además, hay 300 000 millones de euros de reservas del Banco Central de Rusia bloqueados en la UE.

Moscú ha entendido que, para ganar la guerra, hay que poner ‘toda la carne en el asador’. Pero para los países democráticos, esto no es algo sencillo de llevar a cabo.

Únete a nuestra Newsletter

A través de nuestra Newsletter con Capital te hacemos llegar lo más importante que ocurre en el mundo de la #economía, los #negocios, las #empresas, etc… Desde las últimas noticias hasta un resumen con toda la información más relevante al final del día, con toda comodidad.