El Consejo de Ministros aprobó este martes, 4 de febrero, un anteproyecto de ley que reducirá la jornada laboral máxima de 40 a 37,5 horas semanales sin disminución salarial. Esta medida, fruto de un acuerdo entre el Ministerio de Trabajo y los sindicatos CCOO y UGT, beneficiará a aproximadamente 12 millones de trabajadores en el país. No obstante, ha sido objeto de debate en los últimos tiempos. El actual Gobierno incluyó esta iniciativa en su programa electoral, y tras un año de negociaciones en la mesa del diálogo social, se ha alcanzado un consenso con los principales sindicatos. Sin embargo, las organizaciones empresariales, como la CEOE y Cepyme, no han respaldado la propuesta, argumentando que la determinación de la jornada laboral debería ser competencia de la negociación colectiva.
El anteproyecto de ley contempla que las empresas adapten sus estructuras laborales para cumplir con la nueva jornada antes del 31 de diciembre de 2025. Además, se prevé implantar un sistema de registro digital obligatorio de la jornada laboral, al cual la Inspección de Trabajo tendrá acceso para verificar el cumplimiento de la normativa. Las empresas que no se adhieran a estas disposiciones podrían enfrentarse a sanciones de hasta 10.000 euros por trabajador.
La reducción de la jornada laboral desata una guerra entre ministerios
Implicaciones para los trabajadores
La reducción de la jornada laboral traerá beneficios como una mejor conciliación entre la vida personal y el trabajo, permitiendo a los empleados disponer de más tiempo para la familia, el ocio o la formación. También puede reducir el estrés y mejorar la salud mental, aumentando la satisfacción laboral y la productividad.
Sin embargo, su impacto no será igual en todos los sectores. En la educación y la administración pública, donde muchas jornadas ya son inferiores a 37,5 horas, el cambio será menor. En sectores como la hostelería, el comercio o la agricultura, donde las jornadas suelen ser más largas, la medida implicará una mayor reorganización de turnos y posibles ajustes en la plantilla, lo que puede suponer tanto oportunidades como desafíos para empresas y trabajadores. "La reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales presenta tanto ventajas como desventajas para las empresas. Entre los pros, se destaca la mejora en la conciliación de la vida laboral y personal de los empleados, lo que puede traducirse en una mayor satisfacción y motivación en el trabajo. Esta medida también puede aumentar la productividad, ya que los trabajadores descansados tienden a ser más eficientes y cometer menos errores. Además, la reducción de la jornada puede atraer y retener talento, especialmente en sectores competitivos donde las condiciones laborales son un factor decisivo", señala José Manuel Corrales, coordinador del Grado de Relaciones Laborales y Recursos Humanos de la Universidad Europea.
Impacto en las empresas
Para las empresas, especialmente las pequeñas y medianas (pymes), la reducción de la jornada laboral presenta desafíos considerables. La necesidad de reorganizar horarios y posiblemente contratar personal adicional podría incrementar los costos operativos, especialmente en sectores con alta demanda de mano de obra, como la hostelería, el comercio o la industria manufacturera. Muchas compañías podrían verse obligadas a pagar más horas extra o a redistribuir tareas entre los empleados, lo que puede generar sobrecarga de trabajo en ciertos casos y afectar la eficiencia.
Además, la reducción de horas sin disminución salarial podría impactar en la rentabilidad, obligando a algunas empresas a buscar formas de compensar la pérdida de tiempo productivo mediante la automatización, la optimización de procesos o incluso la reducción de beneficios para los empleados, como bonificaciones o incentivos. También existe el riesgo de que algunas compañías recurran a modelos de empleo más precarios, como la subcontratación o el aumento de la temporalidad, para evitar costes adicionales. "Por otro lado, entre los contras, las empresas pueden enfrentar un aumento en los costos laborales, ya que deberán contratar más personal o pagar horas extras para cubrir las mismas tareas. Esto puede ser especialmente desafiante para las pequeñas y medianas empresas que operan con márgenes ajustados. La reorganización de los turnos y la adaptación a la nueva normativa también pueden generar complicaciones logísticas y administrativas. Además, existe el riesgo de que la reducción de horas no se traduzca en un aumento proporcional de la productividad, lo que podría afectar negativamente la competitividad de las empresas", expresa Corrales.
Por otro lado, algunos expertos defienden que una jornada más corta puede mejorar la productividad al reducir el presentismo y fomentar una mayor eficiencia en el trabajo. Países como Francia o Alemania han experimentado reducciones de jornada con resultados mixtos, pero en algunos sectores se ha comprobado que menos horas no significan menos productividad, sino que pueden incentivar un mayor rendimiento en menos tiempo. Sin embargo, el éxito de la medida dependerá en gran parte de la capacidad de adaptación de cada empresa y del sector en el que opere.
Pros y contras de la reducción de la jornada laboral
Pros:
- Mejora de la calidad de vida: Los trabajadores dispondrán de más tiempo libre, lo que puede favorecer la conciliación familiar y personal.
- Incremento de la productividad: Una jornada más corta puede incentivar una mayor concentración y eficiencia en las tareas laborales.
- Reducción del estrés y mejora de la salud mental: Menos horas de trabajo pueden disminuir los niveles de estrés y mejorar el bienestar general de los empleados.
Contras:
- Aumento de costos para las empresas: La necesidad de contratar personal adicional o pagar horas extras podría elevar los gastos operativos.
- Desafíos en la organización del trabajo: Reestructurar horarios y tareas para adaptarse a la nueva jornada puede ser complejo, especialmente en sectores que requieren cobertura continua.
- Posible impacto en la competitividad: Algunas empresas podrían enfrentar dificultades para mantener su competitividad, especialmente si operan en mercados internacionales donde las jornadas laborales son más largas.
Tras su aprobación en el Consejo de Ministros este martes, el anteproyecto para la reducción de la jornada laboral deberá pasar por los informes del Consejo de Estado y del Consejo Económico y Social (CES) antes de volver al Ejecutivo como proyecto de ley, un trámite que Trabajo prevé completar a finales de febrero. Posteriormente, llegará al Congreso, donde los grupos parlamentarios podrán proponer modificaciones antes de su aprobación definitiva. El objetivo del Gobierno es que la norma sea publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) antes del verano, permitiendo así un periodo de adaptación para las empresas. Según lo acordado, aquellas que operen con jornadas superiores a 37,5 horas semanales en promedio anual deberán ajustarse a la nueva regulación antes del 31 de diciembre de 2025.
Así funcionará el nuevo registro de horas digital
No bastará con una hoja firmada al final del mes. El nuevo registro horario para los trabajadores tendrá que ser digital e interconectado con la Inspección de Trabajo. Este sistema busca mejorar la gestión del tiempo de trabajo, reducir errores y facilitar el acceso a la información tanto para los empleados como para las empresas. Sobre estas cuestiones, una reciente encuesta de Protime ha concluido que:
- El 66% de los trabajadores españoles preferiría trabajar cuatro días a la semana, incluso si esto implica alargar ligeramente cada jornada laboral.
- Solo el 38% de los trabajadores asegura que se respeta completamente su derecho a la desconexión digital fuera del horario laboral.
- El 60% de los empleados realiza horas extra, mientras que los datos oficiales apenas registran un 5%.
- Además, un 78% de los trabajadores en empresas con sistemas de control horario recibe compensación por sus horas extra, lo que evidencia la importancia de contar con herramientas fiables.