international property”, asegura. Nuria Marcos, licenciada en Derecho por la Universidad de Valladolid, máster en Dirección Comercial y Marketing por Esic, y de Propiedad Intelectual por Icade, acumula dos décadas de experiencia en la empresa, donde accedió al puesto de Directora General en el año 2012. “Pons IP tiene una característica fundamental y es la cercanía con el cliente. Somos buenos en las distancias cortas. Nos sentimos muy cómodos con ellos, nos gusta escucharles, y darles soluciones concretas”. Desde 2008, el número de solicitud de patentes en España ha sufrido caídas que han logrado frenarse en el primer semestre de este año, consiguiendo un ligero aumento del 0,21%. ¿Estamos en el punto de inflexión? ¿Significa el despegue de la economía? Es un indicador muy claro del estado anímico de un país. Al inicio de la crisis el número de patentes no se vio afectado pero en los últimos años, cuando la economía ha empezado a remontar, ha ido a peor. Que esté cambiando es un buen indicio que también está relacionado con la entrada en vigor de la nueva ley de patentes el próximo año y que está haciendo que se presenten muchas solicitudes. En cualquier caso es un indicar positivo que sí tiene relación con el despegue económico. Ese impulso, ¿vendrá más por las empresas, por las entidades públicas o por los particulares? Los particulares no son un indicador claro. Ahí no podemos sacar muchas conclusiones. Pero sí es cierto que en la medida en que hay estímulos económicos, tanto para lo público como para lo privado, el número de solicitudes se incrementan. Se va a notar en las pymes, porque están apareciendo iniciativas como los cheques innovación en distintas comunidades autónomas. Asimismo tenemos el llamado Horizonte 2020 (H2020) que trata de ayudar tanto a grandes como a pequeñas empresas para que soliciten más patentes. Será un buen impulso ya que trata de incentivar la protección de los resultados. ¿Es rentable para las empresas innovar? Claramente sí. Es la única forma de diferenciarse. Desde un punto de vista de la calidad está claro que te puedes diferenciar de tu competidor por tu producto, pero para que éste mejore hay que innovar. Si no, nos estancamos y morimos. La innovación tiene que ser rentable en tanto en cuanto es la única forma en la que los clientes perciben la mejoría del producto. ¿A qué nivel estamos respecto a otros países? España todavía está a años luz de otros países europeos, por no hablar de los solicitantes chinos o estadounidenses. Los chinos pasan de un millón de solicitudes al año. Estamos muy lejos de esos números. No nos queda más que mejorar. En la medida en que la economía vaya reflejando su mejoría las solicitudes crecerán. Para proteger a quien innova, ¿qué pasos deben darse? Los estímulos a la innovación siempre han estado en entredicho. En las empresas consideran que no hay suficiente impulso público para este tipo de iniciativas. Es cierto que se han implementado medidas desde el Ministerio de Economía y Competitividad que tratan de impulsarlos, pero siempre quedan cosas por hacer. Por ejemplo, incrementar la cantidad destinada en los Presupuesto Generales del Estado a I+D. Pero hay que ser conscientes de la situación económica en la que nos encontramos y la situación política, que tampoco ayuda. La tendencia debe ser que haya continuidad en la inversión en I+D. ¿Se incentiva lo suficiente la innovación por todas las administraciones públicas? En los últimos años hemos percibido un cambio de sensibilidad en este sentido. Quizás porque desde que entramos en la Unión Europea, donde tienen muy clara la necesidad de utilizar la propiedad intelectual en el sentido amplio como estímulo para competir mejor las empresas, ha habido una concienciación que se ha ido internalizando. Así, todas las empresas que dependen del Ministerio de Fomento están tratando de reorganizar su estructura en ese sentido. Y como ese ministerio, otros. Sí existe una mayor inquietud en este campo. ¿Sucede igual con las comunidades autónomas? Las autonomías, a diferencia de la administración general, han tenido fondos de Europa destinados precisamente a fomentar esas políticas. De hecho, organizan muchas charlas educativas en materia de propiedad intelectual como estímulo a la competitividad empresarial. ¿Las falsificaciones hacen mucho año? ¿Frenan el espíritu innovador? En general, dañan a todo tipo de industria, grande o pequeña. A esta última porque puede depender de un proveedor grande que, a su vez, tiene que destinar una cantidad de sus ingresos a defenderse de los piratas y no a invertir en I+D. Como las empresas pequeñitas tienen recursos más limitados, ante esta perspectiva deben tener una estrategia defensiva frente a las posibles vulneraciones de terceros. Y eso puede desanimarlas. Para hacer frente a ello, hay instrumentos como el seguro de propiedad intelectual que les ayudan. Hay que generar una estrategia adecuada dependiendo del tamaño de cada uno. ¿Es caro proteger una innovación? No. La legislación permite periodificar los tiempos en los que tienes que hacer esa inversión, te da tiempo a ver cómo evoluciona tu tecnología, tu mercado potencial, hacer informes, tomar decisiones… y sobre todo se pueden abandonar registros en el momento que dejen de ser interesantes. La legislación está bastante bien pensada y, el hecho de estar armonizada internacionalmente, también ayuda. Se pueden acometer solicitudes a través de los tratados internacionales que permiten abaratar esos costes. ¿La transformación digital cómo está afectando a vuestro trabajo? La propiedad intelectual es algo armonizado y muy horizontal. Es bastante flexible y siempre permite introducir los cambios tecnológicos que se van produciendo. Digamos que los va asumiendo como un reto nuevo. La realidad es que la legislación en propiedad intelectual acaba respondiendo siempre a los retos tecnológicos. Esto es una goma bastante elástica que siempre permite acoger nuevas tecnologías. ¿Y qué pasa con las marcas no convencionales: marcas sonoras, marcas olfativas…? Es un debate que está ahora abierto. La oficina de marcas de la Unión Europea (EUIPO) acaba de aprobar su directiva y tenemos que trasponerla a todos los países miembros. Se aceptarán solicitudes de este tipo a finales del año que viene. El reto es saber cómo asesorar a los clientes bien en este periodo transitorio para que no se vean mermados sus derechos. Quienes sean los líderes, los primeros que lleguen a presentar este tipo de solicitudes, podrán obtener mucha rentabilidad. ¿Qué liga juega España en el tema de patentes y marcas? ¿La champions? Nos gustaría jugar champions pero nos queda. El lenguaje para la propiedad intelectual sigue siendo el inglés y las empresas no se mueven con la suficiente comodidad en este idioma. La propiedad intelectual tiene sentido en la medida que va a ser internacional, quedarse en un registro nacional pierde sentido. Tenemos muchos hándicaps que superar y eso también tiene que ser un poco planteamiento de país. Somos muy buenos innovando tecnológicamente, en investigación científica básica, y nos falta un poco dar el salto hacia que la empresa se crea que puede competir mejor internacionalmente. ¿Es un problema de tamaño? Exacto. El hecho de que casi el 96% de nuestras empresas sean pymes hace que no tengan tamaño suficiente para acometer proyectos de investigación potentes y tengan que apoyarse en otras más grandes a la par que buscar financiación. Es un tema difícil de resolver. Lea la entrevista completa en el número de octubre de la revista Capital. Ya a la venta en su quiosco.]]>