Este jueves 25 de octubre, la familia del que fue el gran impulsor de la marca mundialmente conocida como Samsung, ha informado de su defunción tras más de un lustro luchando por sobrevivir después de un complicado infarto en 2014 que le dejo incapacitado para dirigir la compañía. El vicepresidente, su hijo Lee Jae Yong, lleva desde entonces encargándose del conglomerado asiático y es de esperar que se haga oficial el traspaso de poder en la dirección de la compañía en poco tiempo.
Lee Kun- Hee nació en 1942 al sureste del país y fue el principal responsable del éxito global de la empresa que su padre, Lee Byung- Chul, creó en 1938, al lograr la transición de una empresa de exportación agrícola basada en el volumen de ventas a un gigante de la electrónica responsable en gran medida del crecimiento económico surcoreano. Estudió Economía en la universidad japonesa de Waseda y fue uno de los nombres propios de la lista Forbes gracias a su fortuna de más de 20 millones de dólares.
La multinacional se convirtió en el principal productor de chips informáticos, pantallas planas y teléfonos móviles a escala global, lo que representa a día de hoy casi un 20% del PIB de Corea del Sur y de las exportaciones del país. Hasta el día de su hospitalización, Samsung era la compañía con mayor volumen de ingresos en el sector de la tecnología de la información. Los productos de la empresa surcoreana están presentes en el día de día de sus ciudadanos, desde elementos electrónicos hasta seguros de vida. Hay más de 80 empresas que forman una red empresarial en la que algunas son accionistas mayoritarias de las otras.
También se vio envuelto en polémicas a lo largo de su vida, desde una batalla legal con la multinacional Apple y su fundador Steve Jobs hasta un proceso legal en su país en el que fue imputado, condenado y perdonado por el mismo gobierno que le procesó por evasión de impuestos entre 2008- 2010. Tuvo que dimitir de la presidencia por estos motivos, pero al pertenecer al Comité Olímpico Internacional, el gobierno surcoreano creyó que sería una razón de peso para traer los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018 al país y fue absuelto.
Volvió a ser presidente de la empresa en el 2010 después de salir indemne de una multa de 100 millones de euros y 3 años de prisión y ser perdonado. Tras caer enfermo, su hijo Lee Jae Yong se vio implicado en una trama de manipulación de precios de acciones y fraude contable, además de fusionar 2 filiales de Samsung para obtener más poder ejecutivo en la ausencia de su padre.