Martes, 1 de Abril de 2025

Empresas

Tesla, blindada: cómo favorecen los aranceles de Trump a su socio Elon Musk

Los nuevos aranceles del presidente de Estados Unidos a los vehículos importados sacuden la industria automotriz global. Pero entre la incertidumbre, hay un claro beneficiado: Elon Musk y su imperio eléctrico

Por Marta Díaz de Santos

Cuando Donald Trump anunció un nuevo arancel del 25% a todos los coches no fabricados en Estados Unidos, la industria automotriz mundial contuvo el aliento. La medida, cargada de retórica nacionalista, se presentó como un escudo para la industria estadounidense frente a la competencia extranjera. Pero bajo esa capa de patriotismo económico se esconde una jugada con nombre propio: Elon Musk.

El fundador de Tesla, conocido por sus polémicas y sus ambiciones interplanetarias, se encuentra ahora en una posición que no parece haber buscado… pero que le favorece como a nadie. La empresa que dirige es, curiosamente, una de las pocas que puede sortear con holgura el nuevo muro arancelario. Tesla fabrica todos los vehículos que vende en suelo estadounidense en sus plantas de Fremont (California) y Austin (Texas), lo que la deja completamente fuera del alcance del arancel.

Mientras compañías como Volkswagen, Toyota, Hyundai o BMW calculan pérdidas, reajustan estrategias y advierten sobre subidas de precios, Musk puede mirar desde la orilla segura. Las marcas que dependen de la importación de coches para abastecer el mercado estadounidense verán cómo sus modelos se encarecen un 25% de un día para otro. Tesla, en cambio, mantiene su oferta intacta: el Model 3, el Model Y y el resto de su gama siguen circulando con ventaja.

Lo que en su momento parecía una decisión empresarial arriesgada -producir todos sus vehículos dentro de Estados Unidos- ahora parece una genialidad estratégica, aunque fuese involuntaria, si es que lo es. Elon Musk no diseñó Tesla pensando en una guerra arancelaria, pero sus decisiones lo han llevado a estar del lado correcto de la barrera. Y aunque la empresa depende todavía de componentes importados, como algunas baterías y sistemas electrónicos, el impacto es marginal en comparación con el de los fabricantes que traen vehículos completos desde Europa, Asia o México.

Incluso algunos fabricantes estadounidenses sentirán el golpe; ya que muchas marcas de origen norteamericano fabrican vehículos fuera del país o dependen en gran medida de componentes importados. Pero Tesla no. En este caso, su cadena de producción es intensamente local. Esa autosuficiencia, que antes parecía obstinación, hoy es una ventaja estratégica.

El giro proteccionista de Trump no es nuevo, pero este nuevo capítulo tiene implicancias directas sobre la competencia. No se trata solo de castigar a fabricantes extranjeros, sino de beneficiar indirectamente a quien ya estaba bien posicionado. En este caso, el mayor ganador es también el más visible, el más polémico, el más impredecible: Elon Musk.

¿Es coincidencia o cálculo? ¿Una medida nacionalista con consecuencias personales? ¿Un efecto colateral o una jugada deliberada? Las respuestas pueden debatirse, pero el resultado no. Lo que sí está claro es que algo podría haber influenciado el hecho de ser asesor del gobierno de Trump en materia industrial y tecnológica; un nombramiento que levantó críticas por el evidente conflicto de intereses que representa, especialmente tras el anuncio de estos nuevos aranceles del 25% a los vehículos no fabricados en Estados Unidos. En definitiva, Tesla sale fortalecida, sus acciones suben, su competencia se tambalea. Y todo sin que Musk tenga que mover una sola ficha más.

 

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