Made in Germany. Fue en 1979 cuando el producto aterrizó en España procedente de Alemania (pertenece al grupo Vorwerk, una compañía que nació allá por 1883 dedicándose a la venta de alfombras, y que el pasado año facturó más de 3.000 millones de euros). Hoy, la firma cuenta con 12.000 empleados, 640.000 agentes externos, y 22 filiales repartidas por el globo terráqueo. Es la compañía número uno en venta directa de electrodomésticos y la número cuatro en el mercado de la venta directa mundial. Thermomix, que comenzó siendo una batidora con calor, está presente en más de siete millones de hogares de todo el mundo, creciendo un 11%. Sus ventas fueron de 1.300 millones, el 42% del total del grupo. ¿Principales mercados? Alemania (378.000 unidades), Francia (285.000), e Italia (156.000). Recientemente han abierto en Reino Unido y China, donde la penetración es del 7%. En Estados Unidos únicamente están en California. Cada día, sus plantas de producción fabrican entre 1.500 y 2.100 unidades que se distribuyen en más de 60 países. Y cuenta con un equipo de I+D donde trabajan 120 ingenieros. El 70% de su presupuesto en investigación está destinado a la Thermomix. En España, y entre 1997 y 2007, se crearon todas las delegaciones. Una especie de década prodigiosa que se vio interrumpida por la crisis, pero de la que se ha salido airoso. “El cliente está enamorado de la marca. El 95% está satisfecho”, remarca su director general. Parte de ‘culpa’ la tienen los casi 8.500 agentes, de los que 2.000 de ellos son profesionales. “Estos son autónomos. El resto son ocasionales. Y sus comisiones varían de unos a otros. Son algo más del 10% del precio del producto [cuesta 1.199 euros], aunque puede doblarse”, añade.
¿Dónde se vende más? En Andalucía. Está presente en el 25% de hogares de Cádiz (allí cuenta con tres delegaciones) y en el 15% de Sevilla. Esta cifra es similar a la de Madrid. Y mientras que en Alemania se utiliza mucho para hacer panadería, en España son las cremas las favoritas de los usuarios. “La clave del producto es que tiene un ciclo de vida largo, unos diez años. Y, cuando se lanza un nuevo modelo, la expectativa es elevada”, manifiesta Fernández-Simal.
Cierto que la competencia crece, lo que ha hecho que su cuota de mercado haya bajado del 92% al 90%. “Entendemos el producto como una relación con el cliente. No hemos pensando un producto más barato para competir. El resto de robots no acaban de funcionar porque no tienen nuestro modelo de negocio”, concluye categórico su director general.
Amplio extracto del reportaje publicado en la Revista Capital en nuestro número de septiembre de 2017. Para leerlo al completo y ver otros contenidos, visite este enlace: http://bit.ly/2GwPYzX.]]>