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El síndrome FOMO: qué es y cómo afrontarlo

Una sensación cada vez más extendida, el síndrome FOMO, el miedo a perderse algo está afectando nuestra salud mental en la era digital

Síndrome FOMO
Por Nuria V. Martín

En la era de la hiperconectividad, surge un fenómeno psicológico que afecta a un número creciente de personas: el síndrome FOMO (Fear of Missing Out). Este término, acuñado para describir el miedo a perderse algo, refleja una inquietud y ansiedad generada por la percepción de que otros podrían estar viviendo experiencias más gratificantes en su ausencia. Este fenómeno se ha intensificado con el auge de las redes sociales, donde la constante exhibición de actividades y logros personales puede provocar en los espectadores una sensación de estar perdiéndose de momentos importantes.

El síndrome FOMO no sólo se limita a generar ansiedad o una sensación constante de estar perdiéndose de algo. También puede tener un impacto significativo en la autoestima de las personas. Al estar continuamente expuestos a las experiencias y logros de los demás a través de las redes sociales, es fácil caer en la trampa de las comparaciones sociales. Estas comparaciones pueden llevar a cuestionar el propio valor y las decisiones de vida, contribuyendo a una disminución en la satisfacción personal y en la confianza en uno mismo.

Además, el síndrome FOMO puede afectar negativamente las relaciones personales. La necesidad de estar siempre conectado y participar en todas las actividades posibles puede llevar a descuidar las interacciones cara a cara y el tiempo de calidad con amigos y familiares. Este comportamiento puede erosionar los lazos personales, ya que las relaciones significativas requieren atención y presencia, no solo interacciones virtuales. Reconocer y abordar el FOMO es esencial para fomentar un bienestar psicológico más saludable y para mantener relaciones personales sólidas y significativas.

Síntomas del FOMO

Síndrome FOMO

Para identificar el síndrome FOMO, es fundamental estar atentos a diversos comportamientos y emociones que pueden ser indicativos de este trastorno. Entre ellos, la necesidad compulsiva y constante de revisar las redes sociales, buscando estar al día con las actividades y experiencias de otros, lo cual puede interrumpir la rutina diaria y reducir la productividad.

Adicionalmente, existe una marcada dificultad para apreciar y disfrutar del momento presente, ya que la mente se encuentra preocupada por las posibilidades de lo que se podría estar perdiendo en otro lugar. Esta sensación conduce a una tendencia a acumular compromisos y actividades, en un intento por no dejar pasar ninguna oportunidad, lo cual puede resultar en un calendario sobrecargado y en un estado de estrés y ansiedad constante.

Aunque cualquier persona puede experimentar FOMO, los jóvenes y usuarios activos de las redes sociales son particularmente vulnerables. Esta predisposición se debe a la importancia que este grupo demográfico otorga a la aprobación y pertenencia social, factores que las plataformas digitales amplifican.

Cómo evitar el FOMO

Según Julio César Álvarez Arias, enfrentar el FOMO requiere un balance entre aceptar y rechazar oportunidades: "Es tan peligroso un 'sí' permanente como un 'no' perpetuo". Encontrar un punto medio donde se valore cada situación por separado puede ayudar a mitigar la presión de estar constantemente involucrado en todas las actividades.

Ruth Fernández Matía sugiere que parte de la solución al FOMO implica centrarse en las conexiones y experiencias reales, en lugar de las virtuales: "Las personas que padecen este síndrome aceptan compromisos o responsabilidades adicionales, lo que puede generar ansiedad". Priorizar interacciones significativas sobre la cantidad de actividades puede reducir la sensación de estar perdiéndose algo. Estos profesionales ofrecen perspectivas valiosas sobre cómo abordar el FOMO.

El síndrome FOMO es un reflejo de esta época digital, que se caracteriza por la sobreexposición a la vida de los demás a través de las redes sociales. Reconocer sus señales y trabajar hacia un enfoque más equilibrado y centrado en el momento presente puede ayudarnos a mitigar sus efectos negativos. La clave está en buscar un equilibrio saludable entre la vida digital y las experiencias reales, valorando las conexiones genuinas por encima de la cantidad de experiencias.

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