Viernes, 11 de Abril de 2025

After Office

Humphrey Bogart y Lauren Bacall: la historia de sus vidas, narrada por su hijo en un nuevo documental

El lado desconocido de Bogart y Bacall: una historia contada desde la infancia de su hijo

Por Marta Díaz de Santos

Stephen Bogart, hijo de una de las parejas más icónicas de Hollywood, revive en un reciente documental -aún sin fecha de estreno en España- la historia de sus padres, Humphrey Bogart y Lauren Bacall. En sus palabras se refleja el magnetismo de su padre, la fortaleza de su madre y los vacíos de una infancia que creció a la sombra de dos leyendas del cine. Su hijo confiesa haber sufrido la falta de atención de sus padres durante su infancia y cómo, en ocasiones, llevar su célebre apellido ha supuesto una carga quizá demasiado pesada. 

Humphrey Bogart y Lauren Bacall crearon algo más que una historia de amor: forjaron un mito. El suyo fue un romance construido entre sombras y luces, bajo los focos cegadores de un Hollywood que rara vez deja espacio para la intimidad. Él, Humphrey Bogart, ya era un astro consolidado del cine negro cuando conoció a su mujer. A los 44 años, había tallado su reputación en personajes ásperos y cínicos como Sam Spade en El halcón maltés o Rick Blaine en Casablanca. Su voz era un carraspeo eterno, moldeada por el tabaco, el whisky y las horas de madrugadas rotas. Era un hombre marcado por su tiempo: irónico, duro y, a la vez, con un código de honor tan inquebrantable como ambiguo. Bogie, como lo llamaban sus amigos, era el tipo de hombre al que solo los mejores diálogos de la historia del cine podían hacer justicia. 

Ella, Lauren Bacall, era la chispa de la que él no sabía que necesitaba arder. A sus 19 años, su irrupción en el set de Tener y no tener fue un terremoto para el estudio... y para Bogart. Bacall era nueva, casi sin pasado en el oficio, pero tenía la mirada de quien lo ha visto todo y no se inmuta. Su voz grave, envolvente, hizo que todo el plató escuchase cada palabra como si fuera una sentencia de muerte o una declaración de amor. El propio Howard Hawks, director del filme, la había apodado ‘The Look’ (la mirada), y no era para menos: Bacall podía fundirte con los ojos mientras fumaba un cigarrillo que nunca se apagaba. 

Su química en pantalla fue tan abrasadora que apenas hubo espacio para la ficción. Las líneas entre el guión y la vida real se desdibujaron con cada mirada intensa, con cada frase lapidaria. Cuando Bacall le soltó a Bogart aquello de “Sólo tienes que silbar”, no estaba actuando: era un manifiesto. Así empezó su historia, a pesar de las enormes diferencias que les separaban. Él, casado por tercera vez, y ella, apenas una adolescente convertida en mujer, de golpe. Pero las cosas importantes en la vida rara vez piden permiso. 

Con el tiempo, su relación se convirtió en un símbolo. No eran solo dos actores compartiendo un romance; eran una pareja que encarnaba la rebeldía y la elegancia en una época que exigía convencionalismos. Se casaron en 1945, cuando Bogart ya había dejado atrás su matrimonio con Mayo Methot, una unión turbulenta y marcada por la violencia y el alcohol. Con Bacall, el actor encontró lo que él mismo describía como “un puerto en la tormenta”. Pero no todo fue calma: seguía siendo un hombre adicto a las madrugadas largas, los cócteles interminables y los excesos. 

En 1949 llegó Stephen Humphrey Bogart, el primero de sus dos hijos, seguido por Leslie Howard Bogart en 1952. Stephen, como recordaría años después, no tuvo el privilegio de conocer realmente a su padre. “Prefería la bebida, el tabaco y las fiestas”, ha confesado en el documental Bogart: Life Comes In Flashes (todavía sin fecha de estreno en España). Y, sin embargo, también reconoce que Bogie no era un hombre que se disculpase fácilmente, porque tampoco necesitaba hacerlo. Stephen describe a un padre ausente, pero a la vez magnético, alguien que incluso en la distancia conseguía mantener su lugar en el centro del universo familiar. 

El hogar de los Bogart-Bacall no era el retrato de una familia convencional, pero sí una galaxia con su propia lógica. Lauren Bacall, a pesar de ser veinte años más joven que Bogart, mostró una madurez y una fortaleza inquebrantables cuando, en 1956, a Bogie le diagnosticaron un cáncer de esófago. Fueron tiempos oscuros, marcados por la enfermedad y la sombra inminente de la muerte. Sin embargo, Bacall estuvo allí, firme, en un amor que trascendía el glamour y la apariencia. 

Humphrey Bogart murió en enero de 1957, dejando un vacío inmenso en su familia y en una industria que nunca volvió a tener una estrella como él. Bacall, viuda a los 32 años, enfrentó el dolor con la misma elegancia con la que había vivido: sin aspavientos, pero con una profunda tristeza que nunca ocultó del todo. Durante años mantuvo vivo el legado de su marido a través de sus propios logros profesionales y en los recuerdos de su familia y el público. 

Hoy, Stephen Bogart rememora esa época con un tono que oscila entre la melancolía y el orgullo. Habla de sus padres como figuras titánicas, casi inalcanzables, pero también como personas reales, con defectos, virtudes y un amor que era tan auténtico como imperfecto. Lauren Bacall, fallecida en 2014, dejó claro que, a pesar de los altibajos y las contradicciones, su historia con Bogart fue una que vale la pena contar. Porque, como dijo alguna vez Bacall, “No todo fue fácil, pero fue nuestro”. Y quizá eso sea lo único que importa. 

Únete a nuestra Newsletter

A través de nuestra Newsletter con Capital te hacemos llegar lo más importante que ocurre en el mundo de la #economía, los #negocios, las #empresas, etc… Desde las últimas noticias hasta un resumen con toda la información más relevante al final del día, con toda comodidad.