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Lifestyle

Arlberg: cuando la nieve tiene otro nivel

Por Pedro Madera

Esta localidad al oeste de Austria cuenta con casi un de centenar teleféricos y telesillas y 340 kilómetros de pistas 

Montaña y ocio se dan la mano en una región que atrae a actores, modelos y futbolistas 

El esquí ya es, para muchos, parte de un maravilloso entramado social. En algunos sitios se ha convertido en una forma de vida. Montañas y ocio dependen de la climatología, y hay santuarios alpinos donde nunca falla y ese es uno de sus grandes valores. 

El macizo de Arlberg es un lugar para turismo de montaña y esquí, pero también buena gastronomía y paz. La cuna del esquí es un espectáculo natural por sí mismo, pero también un lugar al que escaparse para disfrutar de la tranquilidad y el aire puro de la montaña. St. Anton, Zurs, o Lech son los referentes de unos cuantos pueblos donde la nieve es su gran recurso natural. Leñadores, ganaderos o carniceros saben que la vida con nieve es mejor. Por eso, es la zona favorita para muchos, ya sea como residencia o como lugar de vacaciones. 

Así se entiende cómo es la vida nocturna en St. Anton am Arlberg, que puede presumir de regalar al visitante el paquete completo de pueblo de montaña: por un lado, una pintoresca aldea nevada a la nada despreciable cifra de 1.304 metros sobre el nivel del mar, y por otro, una potente y dotada estación de esquí. Sus remontes hasta Belluga (2660 m.) o Kapall (2330 m.) son grandes miradores desde donde se entiende mejor el poder de estas montañas como reclamo. 

Esta localidad tirolesa al oeste de Austria multiplica su población gracias a su estación, que cuenta con casi cien teleféricos y telesillas, además de 340 kilómetros de pistas, para miembros más o menos destacados de la ‘ski society’ y fans de los deportes de invierno. La ventaja de salir casi de la habitación para entrar en la telecabina ayuda a mantener una clientela muy fiel. 

Esta localidad de montaña, además de excelsos paisajes verdes o nevados del Valle del Lech, según la estación, es también un escenario ideal para practicar bicicleta de montaña, trekking o simplemente adentrarnos en el bosque siguiendo el curso de los ríos que adornan su orografía. El aire puro está por todas partes y llena nuestros pulmones con una fuerza inusitada. Además de la naturaleza exuberante, nos seducirán las tradiciones tirolesas, tanto de indumentarias como en gastronomía. Desayunando en el Schwarzer Adler se entiende como abuelos, padres e hijos se encuentran con los amigos de temporadas anteriores.  

Posiblemente, al mediodía coincidan en alguno de los locales o remontes que unen St. Anton con St, Christoph, donde también podemos llegar por una pequeña carretera local. La 197 es casi un sendero de asfalto donde nunca falta el tráfico. 

St. Christoph am Arlberg, a nada menos que 1.800 metros sobre el nivel del mar, es un pueblo donde se puede parar a disfrutar no solo del esquí y la montaña, sino también de la gastronomía, del descanso… y de la vida. El pueblo, que, efectivamente, dispone de su propia estación de esquí, se dio a conocer a partir de la figura del pastor Heinrich Findelkind von Kempten, que erigió un refugio de montaña para proteger de las inclemencias del tiempo a los visitantes y habitantes del lugar. 

Esta vocación caritativa parece perdurar, puesto que St. Christoph sigue ofreciendo muchas actividades y bondades a sus visitantes. También encontramos en él la ‘Ski Austria Academy’, un centro de enseñanza que representa el compromiso con los deportes de nieve a nivel nacional al margen de la pura vocación turística de St. Christoph. Por algo será. 

Todo el ADN tirolés que esperamos en un pueblo alpino pervive aquí, un pueblo conectado con los anteriores a través de una compleja y eficaz red de teleféricos que permiten a los esquiadores disponer de cementares de kilómetros de pistas de nieve. Cada local tiene su estilo. Su resort, Arlberg 1800 m. dispone de habitaciones y restaurantes de la máxima calidad como el Hospiz Alm, uno de los más reputados de la zona debido, entre otras cosas, a su extraordinaria bodega subterránea.  

Muy distinto es el ambiente en Zürs, este pueblo alpino ha encontrado en el esquí su forma de vida. Sus calles y pistas parecen vinculadas desde el principio al deporte de montaña con figuras y eventos como el sacerdote Johann Müller, pionero del esquí alpino y gran figura histórica, como también el túnel del ferrocarril del Arlberg a finales del XIX. Su estación es una cita obligada para los que practican deportes de montaña, pero es la propia experiencia de visitar el pueblo la que marca a todos.  

Stuben, con otro ambiente, es también toda una vivencia. Espectaculares paisajes alpinos tanto en invierno como en verano, un pueblo tradicional de montaña, pero dotado, a la vez, de todos los servicios pensados para satisfacer a los turistas más exigentes. Pero también aire puro, restaurantes donde degustar platos tradicionales como locales o sus célebres escalopes y –por supuesto– una enorme cantidad de posibilidades de esquí que hacen de Stuben am Arlberg la enésima joya en cuanto a pueblos consagrados a las actividades de invierno se refiere. 

Todos estos lugares miran al vecino Lech, con una cierta envidia. Aquí estamos hablando de palabras mayores. Las familias de viejos ganaderos locales son ahora ‘gurús’ de los deportes de montaña. ¿La causa? Es un lugar bonito, conocen a los clientes de un año para otro y en un enclave al que no se viene a presumir de dinero, aunque hay mucho capital. La moderna pensión -con nulo carácter peyorativo- Gasthof Pension Auerhahn, sabe que el pueblo estará lleno todas las noches y que su público -incluidos actores, modelos y más de un futbolista- no teme ser reconocido porque el ambiente es muy local. 

Incluso podemos subir nuestro amor por la sofisticación. En Ober Lech las cosas han cambiado desde que los hoteles de super lujo se han convertido en refugio de caras muy famosas. Es bonito ver cómo, todavía de un modo informal, el caviar se toma con cuchara y donde las cartas de vino ofrecen algunas de las etiquetas más deseadas. Los iniciados sabemos que en Hagen siempre hay un buen guiso, porque alterna su negocio como carnicería con un pequeño restaurante donde bajan los vecinos a enseñar a sus amigos uno de los mejores Gülash de todo Centroeuropa. 

Es una preciosidad todas las épocas del año, con el Iago de Butzensee y los muchos caminos que ofrece para perdernos y disfrutar del aire fresco. Sus típicas casas tirolesas, que parecen encajadas en plena montaña, sus acogedoras cabañas y la extraordinaria dotación de teleféricos y restaurantes, perfecta para acoger turistas, hacen de Lech una experiencia vital y espectacular. 

Esta región tirolesa, centro tradicional de todo tipo de competiciones, pone a disposición de los esquiadores unas estaciones dotadas de todos los servicios además de las más modernas instalaciones. Más de 300 km. de pistas de nieve encajadas en un paisaje de una belleza sin igual. 

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