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Gastronomía, Lifestyle

A Skrei le gusta el frío: el bacalao que necesita viajar

La chef Pepa Muñoz actúa como embajadora del bacalao Skrei con la misma elegancia con la que potencia otros productos de la huerta española

A Skrei le gusta el frío: el bacalao que necesita viajar
Por Pedro Madera

En Noruega, la naturaleza y la calidad de vida se dan la mano en lugares de belleza impactante

Ver amanecer en Husøy es siempre una experiencia. El minúsculo islote, que parece atado a la isla de Senja por un pedazo de hormigón, es un buen ejemplo de cómo un producto puede llevar la riqueza a cualquier rincón del mundo. El ‘bacalao’ trae aquí el trabajo y el drama, los días de calma y las noches de temporal. La carretera 86 sigue teniendo el espíritu de aquellos caminos previos al teléfono y a internet.  

En Noruega hay muchas cosas que desafían la lógica española. Todo, sin embargo, parece funcionar a las mil maravillas en un lugar en el que la naturaleza y la calidad de vida se dan la mano en lugares de una belleza impactante, donde la soledad y la naturaleza se mezclan casi por obligación. Parece que siempre ha sido así, y así seguirá.  

bacalao 1

Dicen que este bacalao es un nómada inconformista. Nómada, que es el significado de la palabra skrei, realiza una migración desde las frías aguas del mar de Barents en Noruega hacia las islas Lofoten, a las que se dirige para desovar. En dichas islas es donde se realiza su captura en los meses más fríos del año. 

Todo viaje necesita unos preparativos, y, para dicha migración de muchos miles de kilómetros en aguas congeladas del Ártico, el skrei necesita acumular grasa, lo que hace que tenga unas características organolépticas especiales. ¿Resultado? Sabor más intenso y una carne más jugosa. 

Ese viaje provoca un aumento de su musculatura, lo que otorga a la carne blanca una textura más tersa, blanca y prieta y un especial brillo nacarado. Además, la alimentación de que se nutre, fundamentalmente, mariscos, le aporta minerales que se manifiestan en su sabor. 

Para prepararlo podemos aplicar cualquiera de nuestras recetas con bacalao fresco favoritas, o sencillamente asarlo preparando un bacalao al horno o hacer un bacalao skrei a la plancha con un buen aceite de oliva. Tiene la gran ventaja de que, a diferencia del típico bacalao de Semana Santa en salazón, no tenemos que desalarlo primero. 

Los habitantes de la zona lo saben muy bien. Por eso cuando en la pequeña ciudad de Bardufoss se toma el desvío hacia Senja se tiene la sensación de apartarse del mundo. Un letrero de ‘Scenic Drive’ y la nieve acumulada en la parte más alta de las montañas transmiten una placentera sensación de aventura. 

Algo muy salvaje debe haber al final del camino para que el chico de la gasolinera, aparentemente experto en preparación de hot dogs, me diga que Senja es el paraíso cuando el termómetro de la puerta marca -22o C. Está claro que en cuestión de temperatura, todo es muy relativo. 

La ruta 86 nos ha llevado al norte del norte, muy cerca del Círculo Polar, donde durante dos meses de invierno apenas es de día y en el que, al contrario, apenas veremos la noche entre mayo y julio. Senja, en el fiordo de Bergsfjord, es el paraíso para todos los viajeros en busca de silencio. Todo es salvaje, pero las luces se encienden en un túnel cuando pasa un coche, se marcan los desniveles para informar a los ciclistas y la carretera más estrecha mantiene su numeración para ayudar al que no conoce la zona. Aquí todo es primitivo, pero maravillosamente acondicionado. 

Es difícil encontrar paisajes tan dramáticos como el de estas costas. Las montañas salen del mar con prisa. Los caminos tienen la forma de dientes de sierra porque unen cima con cima sin concesiones a las cercanías y las carreteras siguen recuperando los caminos de herradura. Pero da igual, porque el noruego saca de la dificultad, virtud. Lo que es una curva dramática se puede convertir en un mirador arriesgado, un WC se convierte en una obra de arte y una pasarela de madera también puede ser una obra de arte. ¡Será por imaginación! Pero además, todo el conjunto es bonito, agradable y sumamente atractivo.  

bacalao 2

Así es Senja. Cabañas de diversos colores salpican la línea de una costa, tan rocosa y escarpada como todos los accidentes geológicos que la rodean. No faltan algunas playas, aunque el paisaje verde nos invita a pasear más que a sumergirnos en sus aguas heladas.  

Pero si Senja es una isla al norte del norte, más especial es vivir una vida entera en Husøy, una isla al mismísimo norte de la propia Senja. Opiniones habrá para todos los gustos, pero aquí nos encontramos con algo atemporal, de un encanto milenario casi parejo a su dureza. Que sin embargo cobra una vida sin igual durante el primer cuarto del año, cuando tiene lugar la temporada de pesca del skrei, el delicioso y espectacular bacalao que recorre las aguas noruegas al norte de la isla. 

Entre olas, recogen toneladas de fibroso skrei, un pescado habituado a nadar entre grandes oleajes y aguas muy frías, y que por eso goza de una textura especial, uno de los grandes manjares que Noruega ofrece al mundo. Dicen que es el rey de los bacalaos y el pez de San Valentín, porque sus bancos de pesca aparecen cuando cupido se anuncia como reclamo publicitario. 

Por eso dicen que es la ‘carretera del bacalao’. Un lugar apartado del mundo, perfectamente autosuficiente y comunicado con el entorno a través de un dique, aquí encontramos el encanto que sólo puede tener un pueblo en los fiordos noruegos. Aquí también ha llegado la primavera. El bacalao se va y algunos turistas llegan.  

Por eso debemos valorar en estas fechas la llegada de este producto a los mercados españoles de la mano de cocineras tan reconocidas como Pepa Muñoz, que se ha convertido en la embajadora del Skrei, con la misma elegancia que potencia otros productos de la huerta española. Este bacalao es parte del alma noruega y eso se nota en cada uno de sus bocados, de sus productos. 

La isla presume de haber sido un foco de desarrollo industrial. Pocos lugares tan coquetos pueden presumir de haber tenido la primera central hidroeléctrica del mundo, haber desarrollado una mina de níquel y una fábrica de aceite de hígado de bacalao. Todo eso, en un lugar en el que el correo llegó en 1874 y el teléfono en 1886. Una vez más, se demuestra que el progreso no sabe de ubicaciones. 

Este entorno natural dice mucho de la calidad del producto y la pureza de sus recursos naturales. Senja parece detenida en el tiempo, gracias a lugares como el Parque Nacional de Ånderdalen, uno de los múltiples espacios naturales reservados del país. 125 kilómetros cuadrados en los que el blanco de los fiordos se tiñe de verde, destinados -desde su creación en 1970, por decreto real- a preservar la naturaleza abierta y agreste del condado de Troms. Abedules, pinos, lagos y valles poblados por todo tipo de plantas frondosas que definen la naturaleza escandinava y con unas vistas escarpadas que harían las delicias de cualquier fanático de los paisajes extremos. 

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