Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Lifestyle

La India, la belleza de la locura y el contraste

Por Enrique Fernández

La historia de la India es la historia de mil culturas, una fusión cuyo legado ha quedado plasmado en el collage de arquitecturas, costumbres, idiomas y religiones que conforman el país. Hablar de la India es hablar de contrastes: de colores de los ropajes y tejidos; de los diferentes olores de las especias expuestas en los mercados; de la naturaleza que ‘asfixia’ cada piedra; sus ciudades de cuento y un sinfín de elementos que dotan al territorio asiático de un encanto único. 

El país ha contado con múltiples conquistadores a lo largo de sus años, desde la era dorada del Imperio Gupta hasta la sucesión de mandos por parte de imperios europeos como Francia, Portugal y Reino Unido. Este traslado de poderes ha dado como resultado una fusión cultural cuya variedad se ha ido enriqueciendo cada siglo con el paso de cada nuevo habitante y que ha conformado el país que es hoy en día tras lograr la independencia del Imperio Británico en 1947. 

Antes de comenzar este viaje, todo aventurero que decida desplazarse hasta la India debe mentalizarse. En primer lugar, ante el gran choque cultural al que se va a enfrentar, y, en segundo lugar, ante el elevado nivel de pobreza que sufre la amplia mayoría de la población.  

La India es uno de los países asiáticos que más respeto genera a la hora de visitarlo, ya que representa una experiencia disruptiva respecto al concepto tradicional de viaje cultural al que muchos viajeros estas acostumbrados. El bullicio de personas, la suciedad de las calles, las elevadas temperaturas o la ‘fuerza’ de su gastronomía suponen un reto para todos los viajeros que deciden conocer el país. Pero, más allá de los retos y las vacunas y pastillas que uno debe tomar antes de desplazarse hasta allí, la India supone un viaje que toda persona debe realizar al menos una vez en la vida. 

Nueva Delhi, el caos en movimiento 

La capital del país es la segunda ciudad más poblada del mundo, con más de 32 millones de habitantes. La densidad de población, el caos de las calles, el ruido de la ingente cantidad de coches y motos que cruzan sin aplicar ninguna medida de seguridad vial o los olores de los mercados ambulantes hacen que los turistas acaben amando y odiando a partes iguales la ciudad. 

Dentro de la misma, la visita más importante es la de la tumba del emperador Humayan. Esta construcción, Patrimonio de la Humanidad, es la primera tumba-jardín de arquitectural mogola y fue la fuente de inspiración de los arquitectos que edificaron el Taj Mahal.  

La siguiente gran visita de la capital es el Templo de Akshardham. Pese a ser una construcción reciente (2005), el templo hinduista más grande del mundo cuenta con unas esculturas formidables en las que se representa a más de 20.000 deidades y figuras mitológicas. Y del templo hinduista más grande del mundo a una de las mezquitas más grandes e impresionantes de toda Asia: Jama Masjid. Una imponente edificación construida durante el siglo XVII en mármol y arenisca roja cuyas grandes dimensiones permiten albergar a más de 25.000 personas en su patio. 

Siguiendo con las visitas a templos, se encuentra el formidable templo Sikh, uno de los lugares más importantes de la religión Sij y cuyas principales características son el color blanco predominante, debido al mármol empleado en su construcción, su cúpula dorada y su gran piscina sagrada. Esta edificación supone un enclave perfecto para conocer las costumbres y ritos de la religión Sij (novena con más creyentes del mundo). 

Continuando con las visitas culturales de Delhi, se encuentra el minarete de ladrillos más alto del mundo y Patrimonio de la Humanidad: Qutab Minar. La construcción de esta torre, inspirada en el Minarete de Jam en Afganistán, se remonta al siglo XII y su edificación supuso más de 160 años de trabajo. Y como no, el imponente Fuerte Rojo. Edificación militar del siglo XVII formada por varios edificios interiores y jardines, rodeados por una imponente muralla; todos ellos caracterizados por el color rojizo de la piedra empleada en su construcción. 

Como arquitecturas modernas, si se dispone de tiempo, merece la pena visitar el Templo del Loto para apreciar su austera arquitectura y, sobre todo, acercarse hasta el Raj Ghat (Patio Real). En un austero mausoleo formado por lo una gran losa de mármol negra y una llama de fuego eterna reposan las cenizas de Mahatma Gandhi, uno de los líderes más respetados de la historia y dirigente histórico de la revolución pacífica del pueblo indio por su independencia. 

Para terminar la visita de Delhi y conocer la vida de la urbe, no hay mejor experiencia que perderse por el mercado de Chandni Chowk y recorrer la calle Main Bazaar. Caminando por esta caótica ciudad, uno puede descubrir en primera persona cómo palpita la urbe: bullicios, mercados ambulantes de comida y ropa, trasiego de coches y sus característicos Tuk-Tuk, etc.  

Agra, maravilla del mundo 

A 200 kilómetros de la capital, ‘bajando’ al sur del país, se encuentra uno de los lugares más visitados de la India: Agra. Esta ciudad situada a orillas del río Yamuna tiene el honor de albergar una de las siete maravillas del mundo: el Taj Mahal. El monumento más emblemático del país es un mausoleo construido en mármol blanco cincelado, con jardines y piscinas custodiando toda la edificación. Este templo dedicado al amor (fue construido por petición del emperador Shah Jahan para albergar la tumba de su esposa, Mumtaz Mahal) se encuentra en un estado de conservación perfecto, manteniendo la misma esencia de su construcción, hace cuatro siglos.  

El símbolo de la India, ‘anfitrión’ de más de 4 millones de turistas cada año, destaca por ser un inmenso complejo que consta de múltiples edificios bañados en mármol blanco entre las que destaca el gran mausoleo, custodiado todo el complejo por jardines de estilo islámico inspirados en los cuatro jardines del Corán. 

Pero el Taj Mahal no es la única joya arquitectónica que se esconde en Agra. El fuerte de Agra, Patrimonio de la Humanidad, es una edificación en arenisca roja que guarda cierta similitud con el Fuerte Rojo de Nueva Delhi. En su interior, se pueden ver los pabellones dorados, el palacio Khas Mahal o la Mina Masjid. Además, desde las murallas del fuerte se puede observar una de las mejores vistas panorámicas del Taj Mahal. 

Jaipur, la ciudad rosa 

La capital del estado de Rajastán supone el máximo exponente del misticismo de la India. Sus calles de colores esconcen cientos de leyendas y todas ellas conducen hasta su gran joya: El Palacio de Jaipur, y, en especial, el Hawa Mahal. El Palacio de los Vientos era la antigua extensión del Palacio de Jaipur en el cual se encontraba el harén. 

El ‘hogar’ de las mujeres del maharajá Sawai Pratab Singh cuenta con 953 pequeñas ventanas desde las que las féminas del palacio podían observar la vida en la ciudad sin ser vista. Además, la ciudad cuenta con al Mahal, también conocido como el Palacio del Agua. Un intento de presa reconvertido en el palacio solitario, construido en mitad del lago Man Sagar. 

A 11 kilómetros de la ciudad se erige el fuerte de Amber. Este complejo cuenta con un palacio dentro de la fortaleza, pudiendo accederse al mismo montado a lomos de uno de los animales más majestuosos del país: el elefante (una atracción que no es del agrado de muchos, dado el trato que pueden recibir estos animales). Y, a la sombra de la fortaleza, se encuentra Panna Meena ka Kund. Este pozo escalonado supone una proeza arquitectónica en la que se pueden ver los diferentes niveles excavados en la tierra, a los que la población accedía por medio de escalones para recoger el agua descendiendo sus 46 metros de profundidad. 

Jaisalmer, la ciudad dorada 

Dentro del estado Rajastán, perdida en mitad del desierto del Thar, se encuentra Jaisalmer. La denominada como ‘ciudad dorada’ es una visita imprescindible en todo viaje a la India.  

Esta ciudad, construida con y sobre roca arenosa de color amarillento, cuenta con múltiples templos y edificaciones, entre los que destaca el fuerte de Jaisalmer. Esta fortificación es considerada como uno de los fuertes más grandes del mundo y sus cimientos se remontan al siglo XII a.C. 

Benarés, la vida y la muerte 

Si viajar a la India supone un choque cultural impactante, visitar Benarés es dar un paso más allá. Bañada por el rio Ganges, la ciudad más sagrada del país oculta su mayor atractivo en los ghats, los escalones que dan acceso al rio. Y esto se debe a que es en estas piedras donde los turistas pueden ver las piras funerarias junto a los cuerpos sin vida envueltos en telas a la espera de su cremación (ceremonia hinduista por la cual el fallecido alcanza el Nirvana a través de la moksha o liberación del alma). 

Pese a que ya no se vean cuerpos sin vida flotando por las aguas del Ganges, como hace 30 años, aún resulta asombroso ver la naturalidad con la que la población india convive con la muerte. En las aguas sagradas donde vierten las cenizas de sus difuntos, los ‘vivos’ se lavan y bañan a diario.  

Khajuraho y el origen del Kamasutra 

En el centro del país, se encuentra la pequeña localidad de Khajuraho. Una localidad famosa por sus 22 templos hinduistas y, sobre todo, por los relieves eróticos del siglo X esculpidos en algunos de estos santuarios. En los grabados y tallas que envuelven las paredes de estos temples se pueden ver reflejadas diferentes escenas de sexo explícito, algunas entre hombres y mujeres, otras entre mujeres y algunas también de zoofilia.  

Las cuevas de Ajanta y Ellora 

En la ladera de la montaña, escondidas en el corazón de la tierra, se encuentran las cuevas talladas de Ajanta y Ellora. Estos santuarios esculpidos a mano dentro de la montaña entre los siglos VI y XI esconden la historia del país. Su formidable arquitectura, la complejidad de su edificación y su conservación (no fueron descubiertas hasta 1819), convierten esta visita en una experiencia digna de Indiana Jones. 

Hampi, la ciudad perdida 

Cerrando el recorrido por el país, la última parada del viaje debe ser el conjunto monumental de Hampi. Son ruinas arqueológicas repartidas por 30 kilómetros cuadrados de extensión, todo ello protegido por la maleza de la selva.  

Esta civilización perdida en la selva esconde la grandeza de reinos y civilizaciones. Uno de esos lugares olvidados en el tiempo cuyo legado supone una de las mayores herencias arquitectónicas de la India.  

El conjunto cuenta con casi mil monumentos, destacando el templo de Virupaksha, con una altura de 50 metros; los templos de Kadlekalu Ganesha; Salivekalu; Narasimha, y Shiva (situado algunos metros por debajo del suelo y rodeado por agua). El viaje a la India, obligatoriamente, tiene que incluir la ciudad perdida de Hampi. 

La experiencia de La India, al margen del impactante choque cultural que supone, es un recuerdo imposible de olvidar para todos aquellos que lo han vivido. La historia del hinduismo plasmada en sus templos, la unión de la vida y la muerte en las aguas del Ganges o el descubrimiento de sus ciudades perdidas atravesando las selvas montando en elefante bajo el acecho de los majestuosos tigres hacen de este viaje una vivencia imborrable. 

Únete a nuestra Newsletter

A través de nuestra Newsletter con Capital te hacemos llegar lo más importante que ocurre en el mundo de la #economía, los #negocios, las #empresas, etc… Desde las últimas noticias hasta un resumen con toda la información más relevante al final del día, con toda comodidad.