En el acogedor pueblo marinero de Cambados, capital del vino albariño, se sitúa un palacio de principios del siglo XVII en cuyas señoriales salas se salvaguardan algunos de los mejores caldos de las Rías Baixas.
Desde comienzos del siglo XX, las salas renacentistas de este Palacio de Fefiñanes actúan como sede de las bodegas pioneras del albariño. La solemnidad del palacio, declarado Bien de Interés Cultural, se fusiona con las modernas instalaciones escondidas tras los muros de granito. Un ‘corazón de hierro’ dentro de una estructura de piedra, capaz de elaborar unos albariños situados a la vanguardia de los vinos de calidad de Galicia.
La historia vitivinícola de esta bodega se remonta a los tiempos de Miguel Gil Casares, médico de Santiago de Compostela. Tras contraer matrimonio con Joaquina Armada Losada, Miguel decide explotar y comercializar los viñedos del palacio heredado por su mujer y, en 1928 da el primer paso con el registro de la marca y la etiqueta. Una etiqueta vanguardista y atemporal, diseñada por el grabador, joyero y azabachero compostelano Enrique Mayer, que se mantiene intacta en las botellas del Albariño de Fefiñanes actuales. Consiguiendo, en apenas un año de actividad, el reconocimiento de su albariño en la Exposición Internacional de Barcelona 1929-1930.
En la actualidad, la bodega continúa residiendo en el palacio, habiéndose incorporado a las sobrias salas de gratino y madera la modernización a través de la robotización de los sistemas en acero inoxidable. Las antiguas habitaciones de los criados y sirvientes son la actual zona de fermentación en la que descansan cientos de barricas de roble francés de Allier, pudiéndose aún ver las antiguas barricas de castaño gallego (ya en desuso) almacenadas en las antiguas caballerizas del palacio.
Hoy en día, los mandos de la bodega residen en Juan Gil de Araujo, nieto de Miguel, máximo responsable de la bodega (cuya propiedad comparte con sus seis hermanos) y presidente de la D.O. Rías Baixas desde 2012.
La esencia de los albariños continúa saliendo de las uvas extraídas de las cepas centenarias encerradas entre los muros del pazo, a las que se ha sumado el soporte de 60 pequeños viticultores cambadeses. Un aporte de uvas que, junto a las aportadas por las vides del palacio, permiten a la bodega elaborar 200.000 botellas al año de sus cuatro variedades de vinos.
La belleza del palacio
Dejando a un lado el mundo de los vinos, el Palacio de Fefiñanes merece una visita por sí solo. Tras los sólidos muros de granito se esconde un edificio renacentista en el que conocer parte de la historia de Galicia, siendo además uno de los más representativos palacios civiles de la comunidad autónoma.
Un viaje por la historia gallega desde las vides enredadas ‘asfixiando’ los pilares en el característico emparrado, hasta la histórica edificación custodiada por miembros destacados de la actividad militar, política y diplomática de quienes fueron sus dueños, los Sarmiento, Valladares, Figueroa o Caamaño.