Durante siete días, esta ciudad en estado de gracia late con más fuerza. El sonido de una saeta rompe el silencio, el incienso impregna cada esquina y la ciudad entera se convierte en un escenario de emoción y devoción. Para vivirla como un auténtico sevillano, hay que saber dónde estar, qué ver y, sobre todo, cómo sentirla. Esta es la guía para hacerlo sin perderse lo mejor.
En Sevilla, la Semana Santa no es un evento. No es una atracción turística ni un simple conjunto de procesiones. No es solo pasos, cirios y nazarenos avanzando a paso lento por calles estrechas. Es una manera de vivir, un lenguaje, un código que o se entiende o no se entiende. Hay que estar aquí para saberlo. Hay que verlo, olerlo, sentirlo. Y, si se quiere hacer bien, hay que saber moverse.
Porque hay dos formas de vivir la Semana Santa en Sevilla. Está el que llega sin saber, sin preguntar, y se encuentra atrapado en una bulla de la que no puede salir, perdido en un mar de túnicas y cera derretida. Y luego está el que, con un poco de respeto por la tradición y con la curiosidad de quien quiere comprender, sabe dónde estar, qué mirar y, sobre todo, cuándo moverse. Esto es para ellos.
El arranque: Domingo de Ramos
El primer día de la Semana Santa sevillana ya te pone a prueba. Es el pistoletazo de salida y la ciudad se lanza a la calle con ganas de estrenar ropa y de ver cofradías. Hay quien dice que Sevilla en Semana Santa es la única ciudad del mundo en la que la gente se viste de gala para estar de pie en una esquina viendo pasar a otros. Y algo de verdad hay en eso.
La primera cofradía que sale es La Borriquita, la que lleva una legión de niños con palmas y abre oficialmente la semana. A esa hora, la Plaza del Salvador es un hervidero de gente. Allí, entre barbas perfectamente recortadas y chaquetas de lino, se empieza a notar el olor de la primera copa de manzanilla del día. Para empezar con energía, hay que pasarse por Bodega La Aurora, en la calle Pérez Galdós. Su montadito de ‘pringá’ es una declaración de intenciones: esto va para largo, hay que alimentarse bien.
Más tarde, hay que buscar un buen sitio para ver La Estrella en Triana o La Amargura, una de esas procesiones que te deja en silencio, aunque no creas en nada. Y al caer la tarde, cuando el cansancio empieza a pesar, es buen momento para buscar una terraza y respirar. Casa Morales, en la calle García de Vinuesa, es una apuesta segura. Pocas cosas hay mejores en Sevilla que un vermut y una tapa de espinacas con garbanzos en su barra.
‘La Madrugá’: Sevilla no duerme
Si sólo puedes vivir un momento de la Semana Santa, que sea ‘La Madrugá’. Es la noche en la que Sevilla no duerme, cuando el fervor alcanza su punto máximo y todo se vuelve más intenso. El que quiera hacer esto bien, tiene que escoger. No se puede ver todo. Hay que decidir entre la Virgen de la Macarena, la Esperanza de Triana o el Gran Poder. Cada cual tiene su legión de fieles, cada cual tiene su propia mística.
La Macarena es, quizá, la más popular. Su salida de la basílica en la calle Bécquer es un espectáculo en sí mismo. A medianoche, cuando las puertas se abren y el paso empieza a asomar, el silencio se rompe con una ovación. Luego, al cruzar el Arco de la Macarena, la ciudad parece contener la respiración.
El Gran Poder, en cambio, es otra cosa. No hay aplausos, no hay gritos. Solo silencio. La Plaza de San Lorenzo se llena de gente que lo ve pasar con la misma devoción con la que un ateo mira el mar. Es un momento en el que Sevilla entera parece detenerse, como si durante unos segundos todo lo demás dejara de importar.
Para aguantar el ritmo, hay que saber dónde parar a reponer fuerzas. En ‘La Madrugá’, las tabernas no cierran, y un buen punto de avituallamiento es El Comercio, en la calle Lineros. Un café cargado y una tostada con jamón pueden marcar la diferencia entre seguir viendo procesiones o rendirse antes del amanecer.
Si se quiere vivir bien ‘La Madrugá’, conviene elegir: Macarena, Esperanza de Triana o Gran Poder
Viernes Santo, resaca emocional
Después de ‘La Madrugá’, la ciudad amanece en un estado extraño, como en una especie de resaca emocional. El ritmo baja, las procesiones son más sobrias y el ambiente cambia. Es un buen día para descansar, para pasear sin rumbo, para sentarse un rato en el Parque de María Luisa y escuchar cómo la ciudad respira.
A la hora de comer, hay que hacerlo bien. Es un momento perfecto para una comida en condiciones en Egaña-Oriza, un restaurante elegante frente a los jardines del Alcázar. O si el cuerpo pide algo más sencillo, un arroz en Manolo León, una casa señorial reconvertida en restaurante en la calle Guadalquivir.
Más allá de las procesiones
No todo es Semana Santa en Semana Santa. Hay momentos en los que la ciudad parece saturada de cirios y cornetas y es necesario cambiar de escenario. Para eso están los museos, los rincones escondidos, los paseos lejos de la multitud.
El Museo de Bellas Artes es una buena opción. En su interior hay una de las mejores colecciones de pintura barroca de España, con Velázquez, Murillo y Zurbarán en todo su esplendor. Otra alternativa es el Real Alcázar, que en primavera luce especialmente bello con sus jardines en flor.
Pero si lo que se busca es un cambio total de ambiente, lo mejor es cruzar el río. Triana es la Sevilla que respira distinto, con su mercado de abastos, sus bares sin pretensiones y su calle Betis al sol. Un paseo por allí, con parada en Las Golondrinas para un plato de solomillo al whisky, es una forma de desconectar sin abandonar la esencia.
Sobrevivir… y disfrutar
La Semana Santa de Sevilla puede ser maravillosa o insoportable, según cómo se viva. Hay algunas reglas básicas para hacerlo bien.
Primero, zapatos cómodos. Puede parecer un consejo básico, pero cada año alguien lo aprende por las malas. Segundo, no improvisar. Saber por dónde van las procesiones evita acabar atrapado en una bulla imposible. Tercero, comer bien y beber mejor. Esto es una maratón, no un sprint. Hay que alimentarse con inteligencia.
Y, por último, disfrutar. Porque Sevilla en Semana Santa no se explica, se vive. Es un idioma propio, un ritmo que hay que aprender a seguir. Si lo haces bien, te irás con ganas de volver. Y si lo haces muy bien, ya nunca verás Sevilla de la misma manera.
Triana es la Sevilla que respira distinto, con su mercado de abastos, sus bares sin pretensiones y su calle Betis al sol
Guía de Semana Santa en Sevilla: plan día a día
DÍA 1: DOMINGO DE RAMOS
Procesiones destacadas:
- La Borriquita – Plaza del Salvador (ideal para verla en ambiente festivo).
- La Estrella – Puente de Triana (momento icónico).
- La Amargura – Plaza del Duque (silencio y solemnidad).
Dónde comer:
- Bodega La Aurora (C/ Pérez Galdós, 9) – Tapas clásicas y montadito de pringá.
- Casa Morales (C/ García de Vinuesa, 11) – Vermut y espinacas con garbanzos.
Plan alternativo:
- Real Alcázar (Patio de Banderas, s/n) – Para respirar antes de la intensidad de la semana.
DÍA 2: LUNES SANTO
Procesiones destacadas:
- San Gonzalo – Puente de Triana (la más esperada del barrio).
- El Museo – Plaza del Museo (imagen impresionante del Cristo de la Expiración).
Dónde comer:
- El Rinconcillo (C/ Gerona, 40) – El bar más antiguo de Sevilla, tapa de bacalao con tomate.
- Eslava (C/ Eslava, 3) – Tapas gourmet, imprescindible su costilla a la miel.
Plan alternativo:
- Casa de Pilatos (Plaza de Pilatos, 1) – Palacio andaluz con una mezcla de estilos arquitectónicos.
DÍA 3: MARTES SANTO
Procesiones destacadas:
- Los Estudiantes – Patio de la Universidad de Sevilla (momento único).
- Santa Cruz – Barrio de Santa Cruz (ambiente íntimo entre callejuelas).
Dónde comer:
- Bodeguita Romero (C/ Harinas, 10) – Famoso por su montadito de pringá.
- Blanco Cerrillo (C/ José de Velilla, 1) – Sus boquerones en adobo son míticos.
Plan alternativo:
- Museo de Bellas Artes (Plaza del Museo, 9) – Barroco sevillano en su máxima expresión.
DÍA 4: MIÉRCOLES SANTO
Procesiones destacadas:
- La Sed – Nervión (uno de los barrios más modernos con un toque cofrade).
- El Baratillo – Calle Adriano (espectacular junto a la Plaza de Toros).
Dónde comer:
- Las Golondrinas (C/ Antillano Campos, 26) – Solomillo al whisky en Triana.
- Perro Viejo (C/ Arguijo, 3) – Cocina moderna y tapas originales.
Plan alternativo:
- Parque de María Luisa y Plaza de España – Un paseo al atardecer para desconectar.
DÍA 5: JUEVES SANTO
Procesiones destacadas:
- La Exaltación – Plaza de San Pedro (paso impresionante).
- Las Cigarreras – Fábrica de Tabacos (historia viva de Sevilla).
Dónde comer:
- Casa Ricardo (C/ Hernán Cortés, 2) – Croquetas que son leyenda.
- Abades Triana (C/ Betis, 69) – Cena con vistas al río.
Plan alternativo:
- Ruta de azoteas – Copa en la terraza del EME (C/ Alemanes, 27) con vistas a la Giralda.
DÍA 6: MADRUGÁ Y VIERNES SANTO
Procesiones destacadas:
- La Macarena – Arco de la Macarena (su salida es espectacular).
- El Gran Poder – Plaza de San Lorenzo (silencio absoluto, emoción pura).
- La Esperanza de Triana – Puente de Triana (la más esperada del barrio).
Dónde comer y reponer fuerzas:
- El Comercio (C/ Lineros, 9) – Chocolate con churros tras una noche en vela.
- Manolo León (C/ Guadalquivir, 8) – Para un almuerzo pausado tras la intensidad.
Plan alternativo:
- Tarde de descanso en el Mercado de Triana (C/ San Jorge, 6) – Tapas informales en un ambiente relajado.
DÍA 7: SÁBADO SANTO
Procesiones destacadas:
- El Santo Entierro – Plaza Nueva (paso sobrio, ambiente solemne).
Dónde comer:
- Egaña-Oriza (C/ San Fernando, 41) – Alta cocina andaluza con un toque vasco.
- La Brunilda (C/ Galera, 5) – Tapas modernas y excelente ambiente.
Plan alternativo:
- Paseo en barco por el Guadalquivir – Relajación total tras una semana intensa.
DÍA 8: DOMINGO DE RESURRECCIÓN
Procesión destacada:
- La Resurrección – Plaza de la Encarnación (última cofradía del año, ambiente más relajado).
Dónde cerrar la Semana Santa:
- Confitería La Campana (C/ Sierpes, 1) – Torrijas de despedida.
- Los Coloniales (Plaza Cristo de Burgos, 19) – Última comida con toque andaluz.
Último paseo recomendado:
- Atardecer en la terraza del Hotel Doña María (C/ Don Remondo, 19) – Para ver la Giralda iluminada y despedirse con estilo.
CONSEJOS PRÁCTICOS PARA SOBREVIVIR A LA SEMANA SANTA EN SEVILLA
- Llega temprano para encontrar buenos sitios en las procesiones.
- Evita el coche y muévete a pie o en transporte público.
- Lleva calzado cómodo, la ciudad se recorre mejor sin prisas ni ampollas.
- Respeta los momentos de silencio, especialmente en procesiones como El Gran Poder.
- Disfruta de la gastronomía, la Semana Santa también se saborea.
Con esta guía, vivirás la Semana Santa de Sevilla como un auténtico sevillano, sin perderte lo esencial y disfrutando de cada rincón con la intensidad que merece esta experiencia única.