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Opinión

Marta Hervás

La importancia de la sostenibilidad en la inversión

“La integración de la sostenibilidad en las inversiones ha dejado de ser una iniciativa opcional para convertirse en un imperativo para lograr posicionamiento en el mercado”

Actualmente, la inversión sostenible desempeña un papel activo en el panorama financiero global. Pero, ¿está este tipo de inversión suficientemente presente en las carteras de los inversores?

Para hablar de inversión sostenible o discutir conceptos como las cuestiones medioambientales, sociales y de buen gobierno (‘ESG’, por sus siglas en inglés) sin dejar a la audiencia perpleja, han tenido que pasar más de 50 años: desde el lanzamiento de los primeros fondos de inversión que aplicaban criterios de exclusión basados en consideraciones éticas y la definición formal de ‘desarrollo sostenible’ incluida en el Informe Brundtland de 1987.

A pesar del esfuerzo acometido históricamente, el crecimiento exponencial de los activos bajo gestión dirigidos a productos sostenibles se ha producido durante los últimos años, tras el lanzamiento de iniciativas más recientes como los Principios de Inversión Responsable (PRI) de las Naciones Unidas de 2006 o la firma de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015. La definición del conjunto de pautas voluntarias para promover la inversión responsable, o la identificación de los retos sociales y medioambientales más urgentes, definitivamente han favorecido una mayor conciencia por parte de empresas e inversores sobre los riesgos y oportunidades relacionados con el cambio climático, la desigualdad social o la gobernanza corporativa.

Más allá de estos estándares voluntarios, una palanca que ha sido fundamental en el desarrollo de este tipo de inversiones ha sido la regulación. Entre algunos ejemplos, se dio la promulgación del Reglamento de Divulgación de Información sobre Finanzas Sostenibles (SFDR) de la Unión Europea (UE), que incentiva a que los inversores, tanto institucionales como privados, tengan más presentes alternativas de inversión sostenibles como opción dentro de sus carteras. Sin embargo, a pesar de haber conseguido alcanzar los 30.000 millones de dólares en activos de ESG, este volumen representa una cuarta parte del total de activos bajo gestión a nivel global.

El lanzamiento de iniciativas para dar visibilidad a la inversión sostenible y el entorno regulatorio favorable ha sido clave. Sin embargo, si se quiere seguir promoviendo el interés por dirigir capital público y privado a la consecución de objetivos ambientales y sociales, y sobre todo canalizar estos recursos de manera continuada, es necesario hablar de resultados financieros. La buena noticia es que hacer lo correcto no solo es beneficioso para las personas y el planeta, también es una buena estrategia empresarial y está vinculado a un mejor desempeño financiero y la generación de mejores retornos. Existen numerosos estudios que confirman la tesis de que incluir activos bien gestionados desde un punto de vista de ESG favorece la creación de valor en el medio y en el largo plazo.

Si nos centramos en inversiones de capital privado, y, en concreto, de private equity, la gestión responsable y la implementación de un modelo de negocio coherente con una estrategia de ESG favorece la creación de valor en las compañías. Según un estudio de Accenture, las compañías que cuentan con una filosofía sostenible alineada con su modelo de negocio consiguen mejorar sus márgenes de EBITDA en hasta un 21%, gracias, entre otros factores, a la mejor productividad de los empleados (entre un 25-40%) o menor coste de capital. Además, se consigue la aceleración del crecimiento de las ventas (en productos de consumo sostenible se puede llegar a duplicar), o la implementación de precios más elevados –hasta un 5%– gracias al posicionamiento premium.

La integración de la sostenibilidad en las inversiones ha dejado de ser una iniciativa opcional para convertirse en un imperativo si se pretende aspirar a posicionarse en el mercado global. Somos firmes creyentes que las estrategias de inversión que integran la sostenibilidad en sus decisiones de inversión no solo impulsarán beneficios medioambientales y sociales, sino también económicos. A medida que más inversores, gestores y corporaciones adopten estas prácticas, veremos una transformación aún mayor en la forma en que se conciben y ejecutan las inversiones, orientándose hacia la consecución de un futuro más sostenible.

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